AHIMSA
No causar daños a los seres vivientes
Todas las razones prácticas antes mencionadas (de salud, económica, etc.) no son las únicas válidas para no comer carne. Una de las razones más importantes es que no tenemos ningún derecho a despojar de la vida innecesariamente, ni aún a los animales más pequeños.
Muchas religiones y grupos espirituales han abogado por el uso de una dieta vegetariana, por la necesidad de vivir sin causar daño y por lo sagrado que es toda expresión de vida. De acuerdo a estos puntos de vista, un ser humano debe ver en los animales a hermanos menores, no a esclavos ni alimentos, y sentir que no tiene derecho a causarles agonía y quitarles brutalmente sus vidas, a menos que la supervivencia dependa exclusivamente de ellos.
Muchos creen que no es posible vivir sano sin comer carne, cabe preguntar si el comer carne es una costumbre moral y propia de los humanos. Esta claro que los animales no ofrecen sus vidas voluntariamente para que comamos su carne. Aquellos que han visitado un matadero, pueden atestiguar el hecho de que los animales sufren horriblemente antes y durante su matanza. En Estados Unidos se matan nueve millones de criaturas indefensas todos los días, en lo que ha ganado respecta, supuestamente para satisfacer necesidades nutritivas. Nosotros lloramos amargamente y hasta moriríamos de pena moral si nos mataran un gatito, un perro o cualquier otra mascota doméstica, pero calladamente nos hacemos cómplices de la matanza inútil de millones de seres cada día.
En Bogotá a mediados de 1979 ante la declaración de huelga de la Industria Productora de Alimentos Concentrados para Aves, los propietarios de granja avícolas e incubadoras resolvieron dar una muerte horrible a cien mil pollitos cada día arrojándolos a las frías y malolientes aguas del río Bogotá (contaminado por las fábricas circunvecinas). Este acto que mereció el repudio público y conmovió la conciencia de los colombianos fue calificado de monstruoso holocausto, acto de barbarie, etc., por funcionarios del gobierno, medios de comunicación, distintos gremios tantos públicos como privados y en general, por todo el pueblo colombiano. La entidad causante fue sancionada con una multa equivalente a US $.2.500., por contaminar la naturaleza. Después de esto los propietarios que horas antes preferían arrojar al río los pollitos antes de regalarlos (porque regalarlos implicaría la merma en el futuro de la compra de pollo en muchos hogares), cuando los pollitos estuvieron listos para ser ejecutados se vieron obligados a obsequiar a miles de chiquillos cerca de quinientos mil pollitos destinados a correr la misma suerte, los que fueron recibidos con mucho amor y ternura por parte de los niños.
En este hecho se deja translucir una cuestión de orden paradójica pues, mientras por una parte, la conciencia de la sociedad dejaba oír sus poderosos clamores de acusación, por la otra, la misma sociedad participaba como cómplice indirecto de la matanza de millones de otros seres (vacunos, pollos, corderos), con procedimientos no menos censurables que van a parar a millones de estómagos.
¿Tenía razón la sociedad cuando protesto por la muerte despiadada de los inocentes pollitos? Sino, ¿Por qué se ofendió la conciencia social hasta el punto de que mujeres, hombre y niños sintieron hondo dolor ante su impotencia para contener la crueldad de los dueños de las incubadoras? Un hombre sabio, cuyo nombre pidió mantener en reserva, dijo: Si fuera normal para el hombre abusar de otras vidas (aunque sean de animales) no hubiera ocurrido tal vez ni una sola protesta. Pero como esto está fuera de lo normal, tocó fibras más profundas del verdadero yo humano que hizo ver a las personas lo monstruoso del sacrificio inútil de animales. Desafortunadamente esa visión fue fugaz y no produjo ningún cambio en el mal hábito de las personas de comer carne, aunque, esta claro, que algún día esa visión será permanente.
El causar daño de esta manera a los animales es ir en contra del principio básico de Ahimsa. Un gran líder espiritual contemporáneo, Srii Srii Anandamurti, explica Ahimsa de esta manera: «En primer lugar y tanto como sea posible, los alimentos deben seleccionarse entre aquellos cuya evolución de conciencia es comparativamente menor, es decir, si se dispone de legumbres no se deben sacrificar animales. En segundo lugar, antes de matar cualquier animal que tenga conciencia desarrollada o subdesarrollada se debe considerar si es posible vivir en un cuerpo sano sin sacrificar esa vida…»
Muchos otros grandes santos y líderes espirituales de la humanidad han compartido este punto de vista. Durante los primeros tiempos del cristianismo, por ejemplo, un gran número de cristianos y judíos se oponían a comer carne porque lo consideraban un lujo costoso y cruel. A través de toda la historia, los hombres sabios y líderes espirituales han dicho que nunca seremos capaces de evolucionar hacia estados más elevados de conciencia o de crear una sociedad basada en el amor, a menos que abandonemos el hábito cruel de comer carne.
Frases:
«Verdaderamente el hombre es el rey de la bestias ya que su brutalidad excede la de ellas. Vivimos de la muerte de otros. ¡Somos cementerios! Desde mi primera edad juré no consumir carne y el tiempo vendrá en que los hombres miren a los asesinos de los animales como miran a los asesinos de los hombres.»
Leonardo Da Vinci
«¿Como podemos esperar cualquier condición ideal en la tierra mientras seamos las tumbas de animales asesinados?»
León Tolstoi
«Es mi punto de vista que la manera de vivir vegetariana, por su efecto puramente físico sobre el temperamento, beneficiará la suerte del género humano».
Albert Einstein
«La paz del mundo o cualquier paz depende en gran parte de la actitud mental. El vegetarianismo puede traer la correcta actitud para la paz, pues mantiene un modo de vida mejor que, si es practicado universalmente, puede conducir hacia una mejor comunidad de naciones más justa y pacífica».
U Nu (ex primer Ministro de Burma)
«Los animales son mis amigos… y yo no me como a mis amigos»
«¡Esto es espantoso! No solamente el sufrimiento y la muerte de los animales sino que el hombre reprime inmensamente en sí mismo la capacidad espiritual más elevada, aquella de simpatía y lástima hacia las criaturas vivas como él y, al violentar sus propios sentimientos, llega a ser cruel».
George Bernard Shaw
AÚN ME GUSTA LA CARNE, ¿QUÉ DEBO HACER?
Un antiguo principio de yoga sugiere que para desplazar una costumbre muy arraigada, la mejor manera no es «tratar de arrancarla de un solo golpe» (algo casi imposible), sino más bien plantar, nutrir y cultivar un hábito opuesto al que queremos eliminar y darle cuidados, amor y atenciones (lo mismo que si se plantara un rosal mental). Muy pronto este nuevo hábito crecerá fuerte y hermoso y, con apenas poco esfuerzo, la mala hierba, por ejemplo, la costumbre de comer carne, se marchitará y desaparecerá de la vista. Aquí hay algunas sugerencias para cultivar su nueva «Rosal Mental».
Compre dos o tres libros de cocina vegetariana y téngalos donde los pueda ver a menudo. Una imaginativa y deliciosa dieta vegetariana altamente proteica puede rebajar su cuenta de gastos por alimentos en un 50%.
Aprenda a preparar uno o dos platos vegetarianos fáciles de hacer y sustituya con ellos ocasionalmente alguna comida de carne.
Visite algún negocio de alimentos naturistas o su cooperativa local; mire a su alrededor y haga algunas preguntas sobre los productos vegetarianos.
La tarea de cambiar de una dieta carnívora a una dieta vegetariana viva, fresca y nutritiva, es mucho más fácil de lo que inicialmente podemos imaginar. Hay miles de sabrosos platos que los no vegetarianos y todavía los vegetarianos aún no hemos tenido la oportunidad de probar, debido al condicionamiento, la costumbre y la falta de información. La mayoría de la gente se sorprende al descubrir tantos platos altamente nutritivos hechos con ingredientes a los que no están acostumbrados: mijo, trigo integral, avena, frijoles, nabo, cardo, habichuelas y tofú, para nombrar solo unos pocos.
Aprender la cocina vegetariana es tal vez mucho más fácil de lo que imaginan. Muchos principiantes cuentan que por primera vez en su vida, les gustó cocinar. Un inesperado placer que proporciona la cocina vegetariana es el hecho de que después de haber aprendido algunos principios básicos en un buen libro de cocina, uno fácilmente puede aplicarlos a un número aparentemente interminable de combinaciones.
Si todo falla en su esfuerzo por convertirse en vegetariano, tómese una tarde libre y visite un matadero; este será el estímulo que probablemente usted necesita.
Al comienzo, después de hacer el cambio, puede esperarse alguna dificultad, pero ni siquiera tanto como en el de dejar de fumar, por ejemplo. La mayoría de la gente encuentra pronto las recompensas (un nivel de energía más alto, un sistema sanguíneo más limpio, un olor del cuerpo más agradable, etc.) tan gratificantes que el proceso de cambio se convierte en una experiencia sensacional. La radiante salud que sobreviene no es solamente de orden físico. Sentirá alegría al poner en acción ideales humanitario y felicidad al efectuar un servicio a todas las criaturas vivientes de éste planeta, sean humanas o no. Al ingerir una dieta vegetariana, la dieta natural de los seres humanos, se hace el menor daño a las criaturas vivientes de nuestro planeta y nos ayuda a concentrarnos cada vez más en la unidad de la vida y en esa Conciencia Única, razón fundamental de toda existencia.
«Tal como la llegada de un amanecer es inevitable después de la oscuridad de la noche, exactamente de la misma manera sé que vendrá un capítulo glorioso y brillante después del abandono y humillación al que se ha sometido a numerosos grupos humanos. Quienes aman a la humanidad, quienes desean el bienestar de todos los seres vivientes, deberían ser vigorosamente activos desde este mismo momento, luego de sacudirse del letargo de la pereza, para que la hora más auspiciosa llegue lo más pronto posible.
Esta responsabilidad por el bienestar de la raza humana nos concierne a todos. Es de ustedes, mío y nuestro. Podemos permitirnos ignorar nuestros derechos pero no nuestras responsabilidades. Olvidarse de las responsabilidades implica la humillación de la raza humana.»
Srii Srii Anandamurti
Fundador y Preceptor de Ananda Marga (1921-1980)