Tomado de:
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De la obra Iniciacao Homeopática del Dr. José Emygdio Rodrigues Galhardo ÍNDICE P R E F A C I O El motivo por la cual he decidido hacer copia fiel de este folleto, obedece a dos razones: la primera, rendir homenaje a su autor, quien tanto tiempo dedicara a la fiel investigación y corroboración de datos de la Vida y Obra del Dr. Samuel Hahnemann para legar a la comunidad de homeópatas y sus afines, el documento más completo y fidedigno al respecto; y la segunda, el hacer tácito reconocimiento a todos aquellos Médicos Homeópatas que, con su dedicación y esfuerzo, construyeron para la Homeopatía, una práctica médica confiable en nuestra ciudad. A esa pequeña comunidad de Médicos cuyos nombres aparecen al final de esta biografía, Gracias… su esfuerzo, no ha sido vano. A continuación, me permito hacer uso de la tecnología actual, para añadir una fotografía del Dr. José Emygdio Rodrigues Galhardo, prominente Homeópata Brasileño, autor del libro de cuyo capítulo primero, hacemos pública la biografía de nuestro fundador. Es mi mejor deseo que usted, tanto como yo, disfrute de esta interesante historia.
H O M E N A J E
Rinde de este modo, la ASOCIACIÓN DE MÉDICOS HOMEÓPATAS DE NUEVO LEÓN, el más cálido tributo de admiración y respeto a la memoria que con su visión de genio desentrañó de un hecho simple, sencillo, en que se manifestara uno de sus experimentos, un principio y una ley, el principio necesario de analogía entre enfermo y medicamento y la Ley de Similitud: SIMILIA SIMILIBUS CURENTUR, ley biológica invariable y constante; principio y ley que transformáronse en la base inconmovible de su doctrina: la Doctrina Médica Homeopática. Y al rendir ese homenaje a la memoria del Maestro cumple a su propósito de hacer justicia , extendiéndolo a la memoria de todos sus grandes discípulos, fieles intérpretes de sus enseñanzas y conductos para que llegasen hasta nosotros, quienes también, como él, cumplieron ya su término en esta vida. Y no pudiéndolos recordar a todos que son numerosa legión, desea grabar aquí, también con caracteres imborrables, siquiera los nombres de algunos que fueron fuertes columnas de la Nueva Escuela: Hering, Allen, Kent y Farrington en los Estados Unidos del Norte; y en los países hispanoamericanos: Higinio G. Pérez y Joaquín Segura y Pesado, entre nosotros, y José Emygdio Rodrigues Galhardo, en el Brasil; Nobles y grandes paladines de la Ciencia, que al morir, traspusieron también, como el Maestro, los umbrales de la inmortalidad. Sus nombres estarán siempre asociados al de Samuel Hahnemann.
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Investigaciones sobre Hahnemann y sus Ascendientes [Regresar]
Las recientes investigaciones a través de la vida de Hahnemann y de sus ascendientes, arrojan nueva luz sobre algunos puntos obscuros de la existencia del gran reformador de la Medicina, el creador de la DOCTRINA HOMEOPATICA, y mayor esclarecimiento sobre el origen de la HOMEOPATÍA.
Es al Dr. Richard Haehl de Stuttgard, autor del notable trabajo «Samuel Hahnemann, su vida y su obra», la más completa documentación publicada sobre Hahnemann, a quién debemos los importantes datos biográficos del gran sabio y aclaraciones a pasajes confusos de la existencia del fundador de la MEDICINA HOMEOPATICA, el mayor reformador del ARTE DE CURAR.
La obra del notable Dr. Richard Haehl, cuyo inesperado fallecimiento tuvo lugar el 7 de Febrero de 1932, fue publicada en alemán, lengua materna de su autor en 1922, y traducida al Inglés en 1926, por los Drs. J.H. Clarke y F.J. Wheeler y editada por la London Homeopathic Publishing Company.
Ascendientes de Samuel Hahnemann [Regresar]
El apellido de la familia Hahnemann apareció por primera vez en el registro parroquial del pintoresco pueblo de Lauchstedt, en Prusia, doce kilómetros al sureste de la ciudad de Halle, en las márgenes del Saala, afluente del río Elba. Ese pueblo situado entre las montañas de Thuringia y Saxonia, tenía una población que no excedía de mil habitantes. Sus verdes colinas le daban un aspecto pintoresco y atrayente. Era la residencia de verano preferida por el Duque de Saxe-Merseburgo, cuya presencia en Lauchstedt atraía la afluencia de elegantes campesinos, rivalizándose con otras pequeñas residencias principescas de la antigua Alemania.
Las condiciones de vida eran muy fáciles en el pequeño pueblo de Lauchstedt. Por eso muchas familias fijaban su residencia allí, atraídas por su privilegiada situación y sus encantos naturales.
Por las investigaciones hechas, concluye el Dr. Richard Haehl que dos Hahnemann, probablemente hermanos y casados, llegaron en la misma ocasión a Lauchstedt: Cristiano y Crisóforo, éste era pintor.
Como hijos de Cristiano hay dos registros de bautismo en el libro dela parroquia: Godofredo en 8 de diciembre de 1707, y Adán Federico, en 23 de agosto de 1712.
Como hijos de Crisóforo hay siete registros tres del sexos masculino y cuatro del femenino. Su segundo hijo, el quinto de los siete, Cristiano Godofredo, nació el 24 de julio de 1720, habría de ser, como fue, el padre de Samuel Hahnemann.
Los padrinos de bautismo de esos niños eran personas que pertenecían a la mejor sociedad de Lauchstedt o de los lugares circunvecinos, relacionados con la familia Hahnemann.
El nombre Hahnemann reaparece en el registro de la parroquia por última vez, en 1733, en ocasión del fallecimiento de Dorotea Margarita, la más joven de las hijas del pintor Crisóforo.
Ignóranse los hechos ocurridos durante la infancia de Cristiano Godofredo. Se admite que tal vez haya seguido la profesión de su padre el pintor Crisóforo Hahnemann.
En 1748, quince años después del fallecimiento de Dorotea Margarita, se realizó en la Iglesia de Nuestra Señora de Meissen, el casamiento de Crisóforo, de 37 años de edad, hijo del pintor Crisóforo Hahnemann y hermano mayor de Cristiano Godofredo Hahnemann con Juana Elionora Deeren, hija única del sastre del rey de Saxonia, en Dresde. Diez meses después, sin embargo, falleció la joven esposa de Crisóforo, a consecuencia de un parto gemelar. Uno de los recién nacidos no sobrevivió. El otro, no obstante, vivió hasta el año siguiente.
Crisóforo, hábil pintor, era, como su hermano Cristiano Godofredo, empleado de una fabrica de porcelana en Meissen.
El 2 de noviembre de 1750, se realizó en la Iglesia Evangélica Luterana de Kötschenbroada, parroquia de Meissen, cerca de Dresde, el enlace matrimonial de Juana Cristiana Spiess, de uno de los regimientos del Duque de Saxe-Weimar, con Cristiano Godofredo Hahnemann, pintor en la fabrica de porcelana, en el pueblo de Meissen. Son estos los que después llegaron a ser los padres de Hahnemann.
Respecto de la familia Spiess, no se encontró en los libros de la Iglesia ninguna referencia de ellos, lo que nos hace creer que no fue esta familia natural de Meissen.
Cristiano Godofredo Hahnemann y su esposa Juana Cristiana Hahnemann instalaron su residencia en una casa situada en una esquina de la calle Nueva del mercado con la calle Rastro. Este edificio, actualmente reconstruido, es una casa de tres pisos, sólidamente edificada, espaciosa, alegre, con amplias ventanas por donde penetran abundantemente la luz y el aire, como penetraban en el tiempo de Hahnemann.
En esta habitación, en 1752, nació el primer hijo de la familia Hahnemann, una niña que fue bautizada con el nombre de Carlota.
A 6 de abril de 1753, los futuros padres de Hahnemann adquirieron por 347 taleros, cerca de 1,311 marcos, la casa en que habitaban, donde nacieron todos sus hijos: Carlota, ya mencionada, en 1752; Carlos Gerard en 1754; Cristiano Federico Samuel Hahnemann en 1755; y Samuel Augusto, en 1757.
Una placa de bronce con inscripción relativa al nacimiento del ilustre sabio, fue colocada posteriormente en esta casa donde nació Samuel Hahnemann, hasta que en el nuevo edificio, el Dr. Willmar Schwabe, de Leipzig, hizo colocar el busto del sabio, sobre la puerta principal. En este edificio se encuentra actualmente instalado el Restaurant Hahnemann, homenaje prestado al sabio por un modesto comerciante local.
Del tiempo de Hahnemann, sin embargo, ya nada mas existe, a no ser el recuerdo tradicionalmente guardado por sus habitantes.
Meissen cuna de Hahnemann [Regresar]
Meissen, pequeña ciudad de Saxonia, situada en la confluencia de los ríos Elba y Meissen, adquirió en el siglo XVII, gran celebridad, debido a una sustancia allí descubierta, en esa época de gran utilidad artística e industrial, la porcelana.
La búsqueda de la piedra filosofal y del elíxir de la larga vida de los alquimistas, llevó al Duque Augusto, El Fuerte, Elector de Saxonia, que por algún tiempo tuvo ligada su vida al destino de la bella Aurora de Königsmar, tornándose por tanto padre de Mauricio de Saxonia, a acoger a Federico de Broettger, presentado por unos como sabio y por otros como charlatán, para que le fabricase oro. Los trabajos largamente infructíferos de ese alquimista, fueron al fin recompensados con el descubrimiento de la porcelana.
Hay todavía otros hechos que constituyen orgullo de Meissen: La Escuela Principesca de Santa Afra, creada después de la confiscación de los bienes del claustro de Santa Afra, por Mauricio de Saxonia y, sobre todo, por ser la cuna de Samuel Hahnemann, circunstancia que la hizo muy célebre.
Nacimiento de Hahnemann [Regresar]
En el libro del registro parroquial de Meissen se encuentra el nombre de Cristiano Federico Samuel Hahnemann, nacido la madrugada del 11 de Abril de 1755. Esta fecha, 11 de Abril de 1755, se encuentra también grabada en el monumento a Hahnemann en Washington en los Estados Unidos. El mundo Homeopático, sin embargo, celebra el nacimiento del maestro el 10 de Abril.
Hahnemann nació entre el 10 y el 11 de Abril después de la media noche del 10, según su registro parroquial; pero el mismo Hahnemann celebraba su aniversario el 10 de abril.
En virtud de las investigaciones actuales, ante la prueba de su registro de bautismo en la parroquia de Meissen, ¿no sería conveniente hacer una corrección en la fecha del nacimiento del sabio, celebrando el aniversario del Maestro el 11 de abril y no el 10, como se ha hecho hasta ahora? Ningún inconveniente hay, sin embargo, que continuemos celebrándolo el 10 de abril si el mismo Hahnemann en vida así lo hacía.
Infancia de Samuel Hahnemann [Regresar]
Cristiano Federico Samuel Hahnemann, fue el tercero de los cuatro hijos del pintor Cristiano Federico Godofredo Hahnemann y Juana Cristiana Hahnemann.
Los hechos relativos a los primeros años de la vida de Samuel Hahnemann permanecen todavía en el dominio de las suposiciones. Ninguno de los miembros de su familia escribió cosa alguna que nos pudiera esclarecer el primer período de su infancia. Las deducciones, sin embargo, nos conducen a reconocer que la infancia de Hahnemann fue feliz, rodeado de los cuidados paternos y maternos, en una amplia casa llena de luz y de aire, jugando con sus hermanos lleno de alegría y relativo confort, a pesar de los escasos recursos de sus progenitores.
El niño Samuel Hahnemann gustaba de los paseos por los campos, por las márgenes del río Meissen, y de los juegos al aire libre, desarrollándose en él gran placer por la naturaleza.
Era Cristiano Godofredo, padre de Samuel Hahnemann, un espíritu culto, admirador de J.J. Rosseau. Escribió una pequeña obra sobre pintura de acuarela y no descuidó la educación de sus hijos.
Los padres de Hahnemann, a pesar del trabajo de uno en la fabrica y de las ocupaciones domésticas de la otra en el hogar, fueron los incansables profesores con los cuales Samuel Hahnemann aprendió a leer y escribir. Ellos, escribió el mismo Hahnemann, se esforzaron por elevar el espíritu de su hijo por encima de la vulgaridad.
El hijo, en su autobiografía, presta homenaje al padre que le enseño más por los hechos que por las palabras: «ACTUAR Y SER, SIN APARENTAR». Rígido en sus principios, él amaba a sus hijos con inteligencia, vivía para ellos y si más tarde trató de oponer algunos obstáculos a los estudios de Samuel Hahnemann, lo hizo en contra de su voluntad, apremiado por sus escasos recursos materiales.
Estudioso, poseedor de una inteligencia poco vulgar, a muy temprana edad Samuel Hahnemann, fue matriculado en la escuela pública bajo la dirección del profesor Müller. Rápidamente el pequeño Hahnemann se ganó a sus profesores especialmente al Dr. Müller, director de la escuela, quien presintiendo el valor del pequeño, lo acogió con paternal cariño.
En el transcurso de los primeros años de estudios, Samuel Hahnemann reveló aptitud sorprendente, atributos extraordinarios; una inconcebible capacidad de trabajo, gran necesidad de independencia y admirable vocación para el estudio de los idiomas. A los doce años de edad Samuel Hahnemann era ya alumno adelantado del curso de humanidades, manifestando además sus excelentes cualidades morales e intelectuales.
Cierta ocasión, el joven Samuel Hahnemann, traduciendo una composición latina, hizo reflexiones fuera del texto, mostrando las diferentes reformas que deberían la educación y la instrucción, exponiendo largamente sus propias ideas liberales. Pero el profesor no estuvo de acuerdo con el liberalismo de sus ideas y lo castigó. Sus compañeros de clase, sin embargo, juzgando injusto el castigo impuesto por el profesor, llevaron a Hahnemann a presencia del Prof. Müller, director de la escuela. Delante del director, Hahnemann expuso su caso con tanta lucidez y precisión, resaltando los puntos liberales que habían atraído el odio del profesor, que el director no solamente anuló el castigo sino también reconoció en su discípulo, la honradez de puros y elevados sentimientos, propios de ideas liberales y excelente moral. El Dr. Müller, después de oírle con religiosa atención contesto: » Aún siendo niño sois maestro y maestro sereis. A partir de este momento teneis permiso para frecuentar la clase que deseéis «. Tomando por la mano a su joven discípulo, lo condujo a su biblioteca, colocando todas las obras que ella encerraba a la disposición del alumno que se revelaba al maestro. Le dio toda libertad, tocándole también ser el repetidor, para explicar a sus compañeros los primeros elementos de idiomas muertos: latín griego etc.
Su ardor por el estudio no tuvo límites. Se dedicaba día y noche por completo al estudio, tornándose un espíritu culto a pesar de ser muy niño. A los 14 años de edad ya substituía al profesor de griego en la enseñanza de este idioma.
Cristiano Godofredo Hahnemann, entre tanto, pretendía para su hijo una profesión lucrativa de inmediatos resultados y después del algunos años, pasados en la escuela, obligado por sus condiciones económicas, retiró a Samuel Hahnemann del estudio para encausarlo hacia otras ocupaciones mas de acuerdo con los recursos de la familia.
El Dr. Müller se opuso ala retirada de su discípulo. Pero el joven, obediente de su padre, aunque su vocación fuera exclusivamente para los libros, dejó la escuela pero no abandonó los libros. Para poder estudiar en la noche sin ser visto por su progenitor, modeló con arcilla una lámpara que le permitiera alumbrar su dormitorio sin que su padre advirtiera la ausencia de alguna de las lámparas que alumbraban la casa.
Llegó finalmente el día en que Samuel Hahnemann habría de ser colocado en Leipzig en una casa comercial.
Hahnemann se sentía atraído por los libros. El comercio ningún aliciente le ofrecía. Por él no sentía vocación. Aunque fuera obediente a su padre no pudo Hahnemann permanecer en la profesión que le fuera impuesta. Se sentía atraído por otro ideal, que solamente los libros le podían proporcionar. Regresó secretamente a la casa paterna donde su madre lo ocultó por algunos días, mientras preparaba el espíritu del marido para recibir con calma el inesperado regreso del hijo querido, obligándolo además a aceptar los proyectos del joven Hahnemann.
La vocación de Samuel Hahnemann era imperiosa. Muy temprano reveló el genio que más tarde sería, como fue, uno de los mayores genios de la humanidad. Su madre, espíritu clarividente, presentía el futuro que aguardaba a su hijo y supo obtener de su esposo el consentimiento para que Hahnemann prosiguiera sus estudios. Coincidía esto con el nombramiento del Dr. Müller para la ESCUELA PRINCIPESCA SANTA AFRA, con el título de » Collega tertius». Este bondadoso Dr. Müller, muy interesado en Hahnemann, se apresura a prevenir a Cristiano Godofredo Hahnemann aconsejándole dirigir una solicitud al príncipe Elector, con el fin de que su hijo pudiera ser admitido en la escuela como alumno particular del Dr. Müller. La petición fue atendida y Samuel Hahnemann entró a la Escuela Principesca Santa Afra, aunque ésta era dedicada a niños nobles, como ayudante del Prof. Müller, cuyas funciones siempre desempeño a la satisfacción y agrado del referido profesor.
Hahnemann no contribuía con cosa alguna. Los otros alumnos y el profesor Müller sabían que Cristiano Godofredo, padre de Hahnemann, ningún sacrificio monetario podía hacer para sostener a su hijo en la escuela. Por eso lo ayudaron durante sus últimos años de estudio, como alumno que honraba a la escuela y a sus maestros, aunque sus compañeros en los primeros momentos, no lo hubieran recibido con la simpatía y la atención que posteriormente no le escatimaron. En este particular, mucho influyó la actitud del Dr. Müller, principalmente por las oportunidades que le ofrecían los comentarios que hacía de la Biblia.
Conocido, como era, por el Dr. Müller, tuvo Hahnemann en esa escuela la máxima libertad. El mismo organizaba su plan de trabajo, siguiendo los cursos que creía útiles, autorizado a leer los libros extranjeros y las lecciones que le agradaban. Dispensado además e la obligación de presentar trabajos escritos.
Según dicho del mismo Hahnemann, este régimen de favor nunca despertó la envidia de sus compañeros, ni siquiera de quienes estaban poco ligados a él. Era sencillo u bueno, como siempre lo fue para con todos, jamás rehusando su ayuda; irreprensible en su trabajo; conquistando la confianza y la admiración de sus maestros por u circunspección, su devoción y su entusiasta amor al estudio. Profundamente versado en los idiomas vivos, además de la cultura clásica que poseía, fue un precioso auxiliar de los profesores, a los cuales el procuraba demostrar su gratitud.
Gracias a la capacidad de trabajo de Hahnemann y de sus excepcionales atributos de inteligencia, y de carácter, no sorprende el hecho de que su permanencia en la Escuela Principesca Santa Afra se haya prolongado hasta los 20 años de edad. No encontraba oportunidad para desligarse de la escuela, aunque como externo, residía con su familia, prestándole así alguna ayuda y al mismo tiempo desarrollaba cada vez más sus conocimientos científicos. Fue así como particularmente inició sus estudios de Matemáticas, Botánica, y Física, aunque esta última como mero deporte ya que era ciencia nueva en aquella época.
«Yo, dice el mismo Hahnemann, procuraba similar lo que leía; leía poco pero muy bien; ponía todo en orden en mi espíritu antes de seguir adelante… No olvidaba entre tanto, procurar ejercicio para mi cuerpo, movimiento al aire libre, alegría y fuerza gracias a las cuales fácilmente podía mantener la tensión continua de mi espíritu».
Hahnemann inicia en el estudio de la Medicina [Regresar]
Reconoció Samuel Hahnemann que su vocación era para los estudios de medicina, fijando así el objetivo de su profesión.
Escogida la profesión, se decidió Hahnemann en la primavera de 1775, a los 20 años de edad a abandonar el pueblo de Meissen, la tierra que lo vio nacer, con el fin de iniciar sus estudios de medicina en la Universidad de Leipzig. Pero antes de dejar la escuela obsequió a sus profesores un recuerdo que al mismo tiempo sirviera como prueba de su inteligencia y cultura superiores. Relató para ofrecerles, en latín, según la usanza de aquella época, una tesis sobre «La maravillosa conformación de la mano del hombre», en la cual por primera vez dio a conocer la orientación que daría a su desarrollo científico. Hasta entonces no había revelado el proyecto de consagrarse a la medicina.
A los 20 años de edad, en julio de 1775, sale Hahnemann para Leipzig. Sus recursos estaban limitados a 20 taleros que su padre le entregara con gran sacrificio en el momento de su partida. Lo poco que ganaba el padre de Hahnemann apenas alcanzaba para mantener la familia. El hijo, comprendiendo las dificultades del padre, lo juzga con elevación moral, el mejor de los padres.
En su autobiografía Hahnemann evoca la imagen moral de su padre y pregunta: «¿No seré digno de imitarlo?»
Veinte taleros correspondían a 60 marcos; fue con esa cantidad con la que Hahnemann salió de Meissen para Leipzig. Era realmente muy poco dinero; pero poseía Hahnemann un gran tesoro: su inteligencia, su cultura y su enorme capacidad de trabajo.
«Hahnemann podía decir como el filósofo de Priene, que llevaba consigo todos sus bienes, porque su equipaje y sus recursos eran saber griego, latín, italiano, francés e inglés, además de su idioma paterno. Fue esta la fuente que le proveyó el pan durante dos años.»
No poseía Hahnemann los medios para pagar los cursos de la Universidad y no hubiera podido llevar a efecto su deseo, de no haber sido por la benéfica intervención del Consejero Praener, que obtuviera permiso para que Hahnemann fuera gratuitamente matriculado en los cursos de la Universidad de Leipzig. Esto ya era algo, pero no bastaba. Era necesario asegurar su manutención, ganar algún dinero que le garantizara hospedaje y alimentación. Un joven griego, rico de Jassy, fue al encuentro de la necesidad de Hahnemann, a pedirle clases de inglés y de francés, aumentando así los recursos que venía obteniendo con las traducciones que hacía desde que llegar a Leipzig. Fue por este medio que su enorme capacidad de trabajo sumada a su vigorosa instrucción, le proporcionó los recursos suficientes para mantenerse modestamente en Leipzig. Vertía al idioma alemán obras publicadas en francés, inglés e italiano, por las cuales los editores pagaban muy poco, exigiendo así que él trabajara mucho para compensar lo poco que le rendía la traducción. Para esto, de cada dos noches dormía apenas una.
Tradujo en esa época, del inglés al alemán, las siguientes obras publicadas en 1775:
1. «Ensayo sobre la hidrofobia», de Nugent.-Leipzig-. I G Müller 150 páginas
2. «Ensayos y Observaciones Fisiológicas» de John Stedmann.-Leipzig I G Müller, 134 páginas
3. «Ensayo sobre las Aguas Usadas Comúnmente para Baño», de Falconer.- Leipzig.-Hilscher, 2 volúmenes teniendo respectivamente 255 y 439 páginas.
4. «Medicina Práctica Moderna», de Ball.-Leipzig 2 volúmenes, el primero publicado en 1777 y el segundo en 1780 con anotaciones bajo el pseudónimo de Spohr.
Por sus temas escogía él estas obras intencionalmente ya que se referían a su propio objetivo, aquello que deseaba conocer. Las traducciones de las obras, por tanto, le ofrecían dos ventajas: recursos materiales para mantenerse y conocimientos sobre los asuntos que deseaba aprender. En Leipzig, mejor de lo que lo había hecho en Meissen, adoptó un plan de trabajo riguroso e hizo una selección de los cursos que le eran ofrecidos, con el fin de no desperdiciar inútilmente su atención.
Su espíritu culto, rápidamente se dio cuenta de la completa insuficiencia de la enseñanza médica en la Universidad de Leipzig. La enseñanza, hecha sin clínicas, sin hospitales, privada de todo medio de experimentación, reposaba sobre opiniones retrógradas y teorías arcaicas. Grande fue por tanto la decepción de Hahnemann en relación a la enseñanza en la Universidad de Leipzig. Prosiguió por eso, con mayor intensidad su trabajo; procurando obtener por si mismo aquello que la Universidad no le podía proporcionar. No podía, entre tanto, entregarse imprudentemente a los azares de la suerte, promoviendo un nuevo dislocamiento, cuando sus recursos eran extremadamente limitados.
Después de dos años, sin embargo, en 1777, decidió abandonar Leipzig y transladarse a Viena. Pero un incidente retardó un poco su partida. Este incidente Hahnemann no lo quiso explicar ni lo reveló en su autobiografía. Dice apenas: «El remordimiento merece perdón y yo guardo en secreto el nombre y las circunstancias»
Hahnemann lo ocultó en su autobiografía, pero la habilidad de los historiadores consiguió descubrirlo.
Había conservado para momentos de mayor necesidad los 20 taleros recibidos de su progenitor, al salir de Meissen.
Decidido a salir para Viena contaba con ese dinero, peor recibe con sorpresa la confesión del joven griego, su discípulo de francés e inglés, de que había sacado los 20 taleros del cajón y los había perdido en el juego. Implora el perdón de Hahnemann y éste le contesta: «Ya no hablemos más de este asunto».
Hahnemann en Viena [Regresar]
En 1777 llega Hahnemann a Viena, capital de Austria. El más notable médico en esa época en Viena, el Dr. Quarin, médico de la Emperatriz María Teresa, dirigía en Leopoldstadt el Hospital de los Hermanos de la Misericordia. Algunos años más tarde el Emperador José II, de quién el Dr. Quarin fue también médico de cabecera, hizo construir a solicitud suya y de acuerdo con proyecto delineado, por el sabio médico, el mas bello hospital general de toda Europa.
La reputación y el nombre que el Dr. Quarin conquistara en el mundo científico atraían a Viena a numerosos estudiantes de toda Europa y Hahnemann, deseando como tantos otros formarse en su escuela, se dirigió a Viena. El viaje era hecho en parte en diligencia y en parte en barco por el Danubio.
El trayecto de Leipzig a Viena por el Danubio, exigía entonces considerable tiempo, grande fatiga y mucho dinero. Las dos primeras circunstancias no preocupaban al estudiante. Pero la tercera era muy difícil para quien poseía apenas 68 «guldens» y 12 «kreuzers».
¿Cómo haría entonces el viaje? ¿Emplearíase como marino en algún navío? Supo realizar lo imposible empleándose como intérprete en una de las compañías de transporte. Fue así como se encontró un día en la capital de Austria, desconocido de todos, sin apoyo, con sus recursos probablemente disminuidos, aguardando el empleo incierto.
Poco después de su llegada se presentó en le Hospital de los Hermanos de la Misericordia, provisto de una carta de recomendación de uno de sus profesores de la Universidad de Leipzig, haciéndose recibir por el Dr. Quarin, director del Hospital.
Rápidamente Hahnemann conquistó la amistad y la confianza del Dr. Quarin al punto de obtener permiso para acompañarlo en las visitas a su clientela privada. Esta distinción, dispensada a Hahnemann por su maestro Dr. Quarin, mucho influyó en el futuro del joven estudiante. Y Hahnemann, posteriormente, no se cansó de afirmar y escribir: «Debo mi diploma de médico al Dr. Quarin», queriendo así patentizar su gratitud al notable médico que le enseñó clínica, sin remuneración alguna, puesto de Hahnemann no disponía de recursos para recompensar al profesor que tan desinteresadamente no solamente le suministrara los conocimientos médicos, sino que también lo había rodeado de cariño y cuidados propios de un buen amigo.
El Dr. Quarin reconoció en su discípulo una superior inteligencia. Sabiendo que los 68 «guldens», con los cuales hiciera el viaje, ya se habían agotado, procuró socorrerlo con dignidad para ambos.
Samuel de Bruckenthal, nombrado gobernador de Transilvania se encontraba de paso en Viena, a donde fuera a recibir instrucciones relativas a su nuevo cargo.
El Dr. Quarin obtuvo del nuevo gobernador el nombramiento de Samuel Hahnemann para desempeñar las funciones de su médico privado y bibliotecario.
Bruckenthal era uno de los hombres más ricos del país y poseía una notable colección de medallas, colección ésta que más tarde ofreciera al emperador de Austria.
Hahnemann se dirigió de Viena a Hermannstadt, largo y penoso viaje para tomar posesión de su cargo. Asistió en Hermannstadt, el 3 de Octubre de 1777, a la entrada triunfal del nuevo gobernador.
Bruckenthal, que era una de las altas dignidades de la masonería, hizo que Hahnemann fuese recibido como masón en la Logia de San Andrés.
Los 21 meses que Hahnemann pasó en Hermannstadt los empleó en la clasificación de medallas de Bruckenthal, en la formación de un sistema de fichas para la magnífica biblioteca del gobernador y en el ejercicio de la clínica, entre la población. Fueron 21 meses de estudio con los recursos de la excelente biblioteca del gobernador.
Doctorado de Hahnemann [Regresar]
Aunque la vida en Hermannstadt le ofreciera mucho interés, cercado por la consideración que le dispensaba el gobernador, Hahnemann sentía necesidad de abandonar Austria y regresar a Alemania para doctorarse en medicina y regularizar así su situación de médico.
Abandonó Hermannstadt dirigiéndose a Erlangen, Alemania, a principios de 1779, en cuya Universidad pretendía presentar tesis para doctorarse.
Entró en relaciones con los profesores, entre los cuales mucho distinguió al Consejero Schreber y lo puso al tanto de sus trabajos sobre las plantas. Entrégose Hahnemann a la preparación de su tesis: «Concepctus adfectuum spasmodicorum oetiologicus et therapeuticus» (Consideraciones sobre las causas y tratamientos de las afecciones espasmódicas). Mientras esperaba la realización de esta prueba, daba clases de griego, latín, inglés, hebreo, italiano, sirio, árabe, español, y alemán, idiomas en los cuales era profundamente versado, y todavía un pequeño conocimiento de caldeo aunque contaba apenas 24 años de edad. Hahnemann, como ya hemos dicho, poseía una facilidad y una vocación sorprendente para el estudio de los idiomas.
Tal era el hombre que sus contemporáneos llamaron: «Alemán ignorante y fanático».
El 10 de Agosto de 1781, Hahnemann defendió su tesis de doctorado en la Universidad de Erlangen, recibiendo el grado de doctor.
Hahnemann reanuda su actividad clínica [Regresar]
Después de su doctorado se instaló en Hettstedt, en Mansfeldschen, ciudad de tres a cuatro mil habitantes, centro de minas de cobre, a 35 kilómetros de Halle y a nueve de Mansfeld.
Samuel Hahnemann, el joven doctor que acababa de presentar su tesis inaugural en la Universidad de Erlangen, era un apasionado por los estudios de Física, Química, Historia Natural, especialmente por la Mineralogía. Se dedicó con extraordinario amor a las investigaciones químicas y mineralógicas.
Debido a su capacidad y competencia en la Química y Mineralogía, se relacionó con gran número de estudiantes de esas ciencias en todos los países, inclusive el Brasil.
José Bonifacio de Andrade e Silva, el patriarca de la Independencia del Brasil, era el mayor de los mineralogistas de su época; esto lo aproximó al genial Hahnemann, buscando, probablemente esclarecimientos y pesquisas químicas de algunos de los minerales brasileños.
Redactó Hahnemann en esta época, en Hettstedt, muchos escritos sobre estudios diversos de medicina, posteriormente publicados en revistas médicas, según mostraremos adelante. En la primavera de 1781, Hahnemann abandonó Hettstedt para fijar su residencia en Dessau, a 50 kilómetros de aquel pueblo, cuidad atravesada por el Mulda, antes de desembocar en el Elba residencia del Duque D´Anhalt-Dessau.
En Hettstedt adquirió profundos conocimientos en la práctica de la mineralización, conocimientos que fueron utilizados en la Química. Escribiendo a este respecto dice Hahnemann: » Encontré la viga maestra de la bóveda de mi espíritu.»
Hahnemann en esta ciudad de Dessau, encontró nuevas relaciones de personas cultas y se halló en las proximidades de las regiones mineras del Harz oriental que le permitieron completar sus conocimientos en las ciencias y en las industria de las minas. Fue bien recibido en Dessau, especialmente en la «Farmacia del Maure», así llamada por una magnífica estatua de negro, protegida por una sombrilla, que se elevaba a la puerta de la entrada. El farmacéutico Haesseler pone a su laboratorio a la disposición de Hahnemann. Pudo así el sabio proseguir en sus experimentos.
Haesseler había sucedido al farmacéutico Kuchler, cuya viuda desposara. De su primer casamiento la señora Haesseler tenía una hija, Juana Leopoldina Enriqueta Kuchler, nacida el 1º. de enero de 1764. Diez y siete años, en plena juventud, hermosos ojos, muy activa y bien educada, estaba preparada para dirigir un hogar.
Hahnemann con sus 26 años, Enriqueta Kuchler con sus 17, se amaron. Pero el joven médico reconocía que sus recursos eran insuficientes para el establecimiento de un hogar, especialmente donde el número de médicos le impedía que rápidamente hiciera una buena clientela.
Abandonó por esta razón Dessau, fijando residencia en Gommern a 40 kilómetros de esta ciudad, buscando los recursos que le aseguraran la posibilidad de formar un hogar. Gommern, una pequeña ciudad de 1,300 habitantes, era el centro comercial de varios pueblos con un total de 5,100 habitantes.
Hahnemann reconoció que en esta aldea no existía ni había existido médico por lo menos en los últimos 39 años. Cuarenta años atrás existió una farmacia en ese lugar, lo que hace suponer que en esa época en Gommern debe de haber habido un médico.
La población enteramente indiferente a la presencia de un médico, no le dispensó la consideración debida.
Descubrió Hahnemann que los habitantes de Gommern, en su mayoría agricultores, no le ofrecían una clientela fija, capaz de asegurar su subsistencia, como probablemente había sucedido con sus predecesores. Entregóse por esto, cada vez más al estudio de la química.
Después de año y medio de su soledad en Gommern, regresó a Dessau por su novia, Juana Leopoldina Enriqueta Kuchler, y el casamiento se celebró el 17 de noviembre de 1782, teniendo la novia 18 años y el 7. Regresó a Gommern donde instaló su hogar.
En ese año de 1782, publicó Hahnemann «Los primeros ensayos médicos», consignados en «Medicinischi Beobashtungen», de Krebs, Quedlinmburgo. En esos escritos hay un artículo sobre el cáncer que despertó la atención del mundo médico hacia su autor.
Los continuados estudios de química llevaron a Hahnemann a conocer obras francesas de Demachy, miembro de las ACADEMIAS DE MEDICINA DE PARIS Y DE BERLIN.
Demachy había sido comisionado por la ACADEMIA DE MEDICINA DE PARIS para escribir una obra sobre química industrial. Demachy estudió «EL ARTE DE FABRICAR LOS PRODUCTOS QUÍMICOS».
La necesidad de esta obra era imperiosa. Los fabricantes de entonces, los holandeses sobre todo, guardaban en absoluto secreto las operaciones químicas de sus fabricaciones. El trabajo de Demachy venía a destruir tal monopolio y demostraba, además de eso, la posibilidad de la aplicación de la química en la industria.
Hahnemann, además de traducir del francés al alemán esta obra de Demachy, la adicionó considerablemente con sus propias notas, y observaciones recogidas en el laboratorio, que constituyeron elementos de mayor importancia para la obra: «EL ARTE DE FABRICAR LOS PRODUCTOS QUÍMICOS2 de Demachy, en 1784, Leipzig-Crusius, dos volúmenes con 302 y 396 páginas respectivamente. Esta obra fue reeditada en 1801.
Fue Gommern donde Hahnemann escribió su primer libro original, bajo el título de «Guía para el tratamiento de las viejas llagas y úlceras» publicado en 1784, en Leipzig-Crusius, 192 páginas. Éste libro fue reeditado por el «British Journal of Homeopathy».
Dicha obra representa según declaró el mismo Hahnemann, el resultado de su experiencia clínica recogida en Transilvania, que le afirmaba en la idea de que los pacientes podían haberse curado con o sin su ayuda. Por primera vez Hahnemann ataca a las concepciones médicas, sin respecto alguno a la ciencia de la época, sin la menor consideración para sus colegas, manifestándose, por su modo de atacar, como el futuro polemista que llegó a ser. Condenó la orientación corriente de cauterización de las heridas, censuró a los médicos que se nivelaban a los peluqueros, a los pastores, y a los verdugos cuando éstos practicaban más por ignorancia que por convicción.
En ésta obra Hahnemann y en muchos otros artículos publicados en Leipzig, a pesar de sus opiniones originales y nuevas, todavía admitía algunas ideas de la ESCUELA CLÁSICA, especialmente en el caso de enfermedades de las señoras. En la menopausia por ejemplo, no condenaba la sangría, medio auxiliar que más tarde combatió con ardor y violencia. Manifestábase igualmente contrario al uso del alcohol, café, emplastos de plomo y al uso interno del sublimado corrosivo. Recomendaba el aseo, ejercicios al aire libre, baños fríos y calientes y todo lo que legítimamente pudiera contribuir para el bienestar y alegría del enfermo. Sus publicaciones, a pesar de la sinceridad a veces ruda, fueron recibidas con simpatía y consideración.
Fue todavía en Gommern donde Hahnemann vio nacer a su primogénita, en 1783, quien recibió el nombre de Enriqueta.
Hahnemann director de Salubridad Pública de Dresde [Regresar]
Después de 2 años 9 meses de su estancia en Gommern, Hahnemann abandonó este lugar y reanudó sus constantes peregrinaciones.
Se dirigió a Dresde, donde permaneció 4 años, período consagrado a la clínica, a sus escritos y a sus estudios.
Fue en Dresde donde Hahnemann estableció relaciones con Lavoisier cuando este sabio estuvo de paso por la capital de Saxonia. Fue igualmente en esta ciudad donde conquistó la amistad del Dr. Wagner, director de Salubridad Pública, llegando a substituirlo durante una enfermedad de este titular. Pudo así Hahnemann conocer los deberes del médico legista y visitar todos los hospitales de la ciudad, donde se le presentaron numerosos casos para interesantes observaciones.
La distinción que recibió del Dr. Wagner, designándolo para substituirle durante su enfermedad, despertó la envidia de sus colegas de Dresde, donde tantos médicos notables habían sido menguados en su importancia por la elección que hizo de Hahnemann. Surgieron las críticas y calumnias de los envidiosos. ¿Y que decían ellos? DECÍAN QUE HAHNEMANN NO CONOCÍA LA QUÍMICA. Frágil cuanto injusta fue la envidiosa crítica de los médicos de Dresde, despechados por la merecida elección de que fuera objeto.
Hahnemann, estudioso y particularmente dedicado a la química, ciencia en que era profundo y notable émulo de los mejores químicos de la época, escritor de tantas obras sobre química. ¡No sabía química!… Cómo es astuta y fértil la imaginación de los envidiosos.
Médico notable, como era Hahnemann, distinguido por otro notable y principal médico de Dresde, el Dr. Wagner, con larga práctica de clínicas privadas y hospitales, dedicado a los estudios e investigaciones científicas, especialmente en los dominios de la QUÍMICA y MINERALOGÍA, ignoraba química… según el decir de los despechados de Dresde. Sus buenas relaciones en Dresde, principalmente con los eruditos bibliotecarios Dassdorf y consejero Adelund, eminentes políglotas, mucho lo ayudaron en la distinción que recibiera del Dr. Wagner.
Hahnemann en su actividad literario – científica [Regresar]
Hahnemann, siempre entregado al estudio y a los trabajos literarios, era incansable. Tradujo del francés al alemán: «El arte del destilador licorista» de Demachy, Leipzig, 2 volúmenes, con 332 y 284 páginas respectivamente. De los 30 a los 35 años de edad, esto es de 1785 a 1790, Hahnemann escribió trabajos originales y tradujo obras extranjeras que reunidas representan en total mas o menos 3,500 páginas:
1. «Envenenamiento por el arsénico, su tratamiento e investigaciones jurídicas», obraoriginal, Leipzig-Crusius,276 páginas, 1786.
2. «El arte del vinagrero» de Demachy, 1787, Leipzig-Crusius, 176 páginas con anotaciones y un apéndice.
3. «Prejuicios en contra del carbón de piedra. Manera de mejorar este combustible» Trabajo original con grabados. Dresde. Walter.
4. «Dificultad que se encuentra en la preparación del álcali mineral por la potasa y sal marina, medios de vencerla» Trabajo original publicado en 1787, en los «Anales de la Química» de Crell, II St. páginas 387/398.
5. «Pureza y falsificación de los medicamentos» Trabajo original en colaboración de V. Van de Sande, farmacéutico de Brucelas, en 1787. Dresde, Walther, 350 páginas.
6. «Novedad acerca de la bilis y los cálculos biliares». Trabajo original publicado en 1788, en los «Anales de la Química» de Crell, II St. 12, páginas 296/299.
7. «Medio poderoso para detener la putrefacción». Trabajo original publicado en 1788 en los «Anales de la Química» de Crell, II St. 12 , páginas 485/486. Fue traducido al francés por Crust.
8. «Instrucciones a los cirujanos sobre las enfermedades venéreas» Trabajo original, publicado en 1788, Leipzig-Cresius, 292 páginas, fue traducido para el inglés.
9. «Influencia de diversos gases sobre la fermentación del vino». Trabajo original, publicado en 1788 en los «Anales de la Química» de Crell, I, 12, páginas141/142
10. «Medios de reconocer el hierro y el plomo en el vino». Trabajo original publicado en 1788 en los «Anales de la Química» de Crell, I, St. 4, páginas 291/306.
11. «Carta dirigida a Crell sobre la Barita» Trabajo original, publicado en 1789, en los «Anales de Química», de Crell, II, St. 8 páginas, 143/144.
12. «Fracasos de algunos pretendidos descubrimientos modernos». Trabajo original, publicado en 1789 en los «Anales de la Química», de Crell, I, St. 3, páginas 202/207.
13. «Descubrimiento de un nuevo principio constituyente de la plombagina». Trabajo original, publicado en 1789 en los «Anales de la Química» de Crell, II, St. 10. páginas 291/298.
14. «Investigaciones sobre el principio astringente de los vegetales», Trabajo original, publicado en 1789 en los «Anales de la Química» de Crell, IV, St.4, páginas 419/420.
15. «Historia de Abelardo y Eloísa» de J. Barrington, traducción del inglés, publicada en 1789. Leipzig. 17 páginas.
Química Legal [Regresar]
De entre estos varios trabajos de Hahnemann se destaca el «Envenenamiento por arsénico». Notable estudio en el cual el sabio presenta los medios propios para constatar el envenenamiento por el arsénico, promoviendo de esta manera gran desarrollo en la química legal y determinando con esto la interdicción de la libre venta de arsénico, hasta entonces fácilmente adquirido en el comercio con el nombre de «polvo contra la fiebre». Redactó a propósito de los envenenamientos una serie de prescripciones universalmente respetadas hasta nuestros días. Para realizar esto, experimentó muchos medicamentos en perros, documentando el resultado de sus observaciones con 861 experimentos, exactamente repetidos en gran numero de autores.
Nacimiento de los hijos de Hahnemann [Regresar]
En 1786 nació su hijo Federico, segundo de los once hijos que tuvo la pareja Hahnemann: primero Enriqueta en 1783, segundo Federico, en 1786; tercero Guillermina, en 1788; cuarto Amelia, en 1789; quinto Carolina, en 1792; sexto Ernesto, en 1794; séptimo y octavo, dos niñas gemelas, en 1795, una de las cuales no sobrevivió y la otra fue bautizada con el nombre de Federica; noveno Eleonora, en 1803; décimo Carlota, en 1805; decimoprimero Luisa, en 1806. Después del nacimiento de Guillermina, en 1788, Hahnemann cambió su residencia a un suburbio de Dresde, denominado Lochwitz.
Hahnemann en San Miguel [Regresar]
Atraído por la irradiación intelectual de Leipzig, la CIUDAD LIBRE, «FUENTE DE CONOCIMIENTOS», se transladó con su familia en 1789 para San Miguel, instalándose en Stotteritz, suburbio al suroeste de Leipzig.
Hahnemann atendía a su clientela y todo el tiempo que le sobraba lo aplicaba al estudio y a los trabajos literarios, como podremos comprobar por las publicaciones siguientes, fruto de su capacidad:
1. «Investigación sobre la naturaleza, causa y tratamiento de la consunción pulmonar» de Ryan. Traducción del inglés al alemán, publicada en 1790. Leipzig-Weygand, 164 páginas.
2. «Arte de fabricar el vino», de Fabbioni. Traducción del italiano al alemán, publicada en 1790. Leipzig con 278 páginas y adiciones.
3. «Anales de la agricultura», de Arturo Young. Traducción del inglés al alemán, publicada en 1790. Leipzig-Crusius, dos volúmenes, teniendo respectivamente 290 y 313 páginas.
4. «Materia Médica» de William Cullen, traducción del inglés al alemán, publicada en 1790. Leipzig-Crusius, 2 volúmenes, teniendo respectivamente 478 y 672 páginas, con anotaciones. Fue la obra que dio origen a la Homeopatía.
5. «Pequeños artículos sobre varios asuntos». Trabajos originales, publicados en 1790 en los «Anales de la Química» de Crell, I, St.3, páginas 256-257.
6. «Manera exacta de preparar Mercurio Soluble». Trabajo original, publicado en 1790 en los «Anales de la Química» de Crell, II, St. I, páginas 22-28.
7. «Remedio para prevenir la salivación y los efectos destructores del mercurio». Trabajo original, publicado en 1790, en la «Biblioteca Médica», de J. Fr. Blumenback, volumen II, páginas 543-548
¿Podría ser ignorante en Química, quien ofreció a sus contemporáneos semejantes frutos de sus vigilias y lucubraciones a través de una ciencia todavía en formación? La envidia es vil, niega la virtud ajena, menoscaba de saber y no se rinde a la verdad por más diáfana que sea. A la inferioridad de sus sentimientos sacrifica su misma dignidad, fue lo que pasó con los médicos de Dresde, que sacrificando su misma dignidad, negaron conocimientos de Química a Hahnemann.
El nombre de Hahnemann fue rodeado de consideraciones, despertando la consideración de las sociedades científicas que lo recibieron como a uno de sus miembros, entre las cuales se contaban: la Academia Principesca de Mayense, y la Sociedad Económica de Leipzig, según el mismo refirió en su autobiografía.
Los especiales trabajos de Hahnemann, reveladores de la erudición del joven sabio, le conquistaron gran notoriedad. El poseer conocimientos los mas variados en el mundo científico y el renombre que se conquistó le proporcionaron una enorme clientela.
Hahnemann abandona la profesión médica; presentimiento de una Ley Terapéutica [Regresar]
En 1787, en Dresde, había Hahnemann alcanzado una relativa prosperidad. Las obras publicadas y su numerosa clientela le aseguraban recursos suficientes para una vida feliz. Pero por haber llevado tan lejos su mirada investigadora, constató la imprecisión de los medios de la medicina de su tiempo, y desde entonces ya no quiso ejercer un arte donde todo era empírico.
Hahnemann solo entendía la grandeza humana por la inteligencia y por las virtudes morales, hombre lleno de abnegación, grande y puro de carácter, prefirió despreciar todos los honores y todas las ganancias materiales a ejercer un arte falso. Tal como lo pensó, así lo hizo. Cierto día, a la hora habitual de sus consultas, participó a su clientela que había decidido abandonar la práctica profesional de la medicina.
Ruegos y súplicas innumerables no lo pudieron hacer variar la decisión tomada. ¿Porqué Hahnemann tomaría semejante resolución? En la práctica clínica de la escuela tradicional venía Hahnemann observando la ausencia de base científica en el tratamiento, prescrito sin una ley orientadora, sin previsión, sin un carácter, en fin, que le evitara constantes vacilaciones. Una medicina que hacía sufrir a los enfermos, verdadero martiriologo, donde los violentos cáusticos, las puntas de fuego y otras muchas atrocidades eran comunes en la práctica de la escuela clásica.
Todo esto, acumulado en el cerebro genial, tenía como tuvo, que desbordarse. La gota que hizo desbordar fue la enfermedad de un amigo suyo.
«Hahnemann era el médico de cabecera de uno de sus mejores amigos, cuyo estado le inspiraba sombrío pronóstico. En una de sus últimas visitas al enfermo, en un último esfuerzo, le prescribió uno o más medicamentos de su confianza, de los llamados heroicos por la escuela clásica. A pesar de toso esto, la mañana siguiente su amigo fallecía»
Hahnemann no resistió el golpe y con el cadáver de su amigo fue sepultada la duda que aún tenía sobre el valor de la terapéutica alopática.
Enfermedades graves atacaron a sus hijos queridos y Hahnemann implora, en la agonía de su alma fervorosamente deísta, al «Dios todo bondad y sabiduría» que debe haber creado «un medio seguro para curar las enfermedades». Dice entonces el gran Samuel Hahnemann: «¿Dónde pues encontrar recursos seguros?» A mi derredor sólo encuentro tinieblas, desierto. Ningún consuelo para mi corazón oprimido».
«Ocho años de práctica ejercida con escrupuloso cuidado, me hicieron conocer la ausencia del valor de los métodos curativos ordinarios. No sé, en virtud de mi triste experiencia, lo que se debe esperar de los preceptos de los grandes maestros». «Tal vez, sea propio de la medicina , como diversos autores ya lo han dicho, no conseguir alcanzar un cierto grado de seguridad».
«¡Blasfemia! ¡Idea vergonzosa! ¿La infinita sabiduría del Espíritu que anima el Universo no habría podido producir medios de combatir los sufrimientos causados por las enfermedades que El mismo consintió que afligiesen a los hombres?»
«La soberana paternal bondad de Aquel cuyo nombre jamás hombre alguno pudo designar dignamente, que proveyó con largueza a las necesidades de los animales invisibles, esparciendo en profusión la vida y el bienestar de toda creación, ¿sería capaz de un acto tiránico, no permitiendo que el hombre, su semejante, con el soplo divino, pudiese encontrar, en la inmensidad de las cosas creadas, medios propios para librar a sus hermanos de sufrimientos muchas veces peores que la misma muerte? El, el Padre de todo lo que existe, ¿asistiría impasible al martirio a que las enfermedades condenan a las más queridas de sus criaturas, sin permitir al genio del hombre, a quién facilitó el poder de percibir y crear, encontrar una manera fácil y segura de curar las enfermedades interrogando a los medicamentos para saber en qué caso cada uno de ellos puede ser útil, con el fin de proporcionar un recurso real y preciso?»
«Renunciaré a todos los sistemas del mundo antes de permitir tal blasfemia. ¡No!, Hay un Dios Bueno, que es bondad y la sabiduría misma. Debe haber, pues, un medio creado por Él de atacar las enfermedades bajo su verdadero pinto de vista y de curarlas con seguridad. Un medio que no esté oculto en las abstracciones sin fin, en las hipótesis, cuyas bases estén construidas por la imaginación.»
«¿Por qué ese medio no ha sido encontrado en los veinte o veinticinco siglos pasados cuando ya existían hombres que se decían médicos?»
«Es porque está muy próximo y es muy fácil. Para llegar allá no se necesitan brillantes sofismas ni seductoras hipótesis.»
«Por tanto, como debe haber un medio seguro y cierto de curar, tal como hay un Dios, el mas sabio y el mejor de los seres. Abandonaré el campo ingrato de las explicaciones ontológicas. No oiré más las opiniones arbitrarias aunque hayan sido reducidas a sistemas. ¡No me inclinaré delante de la autoridad de nombres célebres! Buscaré dónde se puede encontrar ese medio que nadie soñó, porque es muy sencillo; porque no aparece envuelto en coronas para los maestros en el arte de construir hipótesis y abstracciones escolásticas.» (Trozos sacados de la carta que en 1808 Hahnemann dirigió al Dr. Hufeland, su antiguo condiscípulo y gran amigo.)
Desde 1789, por lo tanto, Hahnemann, como hizo newton en la investigación de sus leyes astronómicas, siempre pensaba en la ley o leyes de curación que era preciso descubrir.
Abandona la profesión médica de donde sacaba lo suficiente para proporcionar confort a la esposa y a los cuatro hijos que en esa época poseía: Enriqueta, Federico, Guillermina y Amelia.
Prefirió al ejercicio de una profesión que mucho le prometía, otra que le rendía muy poco, insuficiente para mantener a su familia, pero le ofrecía el consuelo moral de no mentir a sus propia conciencia.
Fue un héroe y tuvo a su lado, al contrario de lo que hasta hace poco se admitía, la resignación de la esposa, la enérgica cuanto infatigable Juana Leopoldina Enriqueta Hahnemann.
Por mucho tiempo se mantuvo y se propaló el concepto de que Hahnemann no encontrara en la esposa la compañera que su carácter exigía.
Se ha dicho que Enriqueta Kuchler no ocultaba al sabio las quejas y las censuras por la situación de franca miseria en que se encontraba, después de una confortable y holgada vida. Es posible que así fuera , en los momentos en que los hijos le pedían pan y ella no podía satisfacerlos, pero Enriqueta presintió la celebridad del esposo y soportó resignada la miseria en que por muchos años viviera, aunque a veces censurara al sabio. Faltóle algo de intuición, pero no dejó de contribuir a la gran victoria del esposo, padre de sus once hijos.
Los historiadores han sido un poco injustos con Enriqueta Kuchler; no fue la esposa ideal para semejante lucha, pero no dejó de contribuir para la gloria inmortal de su genial marido.
Samuel, sustantivo que significa: enviado de Dios, no desmintió su designio con Samuel Hahnemann [Regresar]
El gran Samuel Hahnemann, ya profundamente desorientado en sus convicciones sobre la medicina que estudiara, aprovechó una oportunidad que se le presentara y que aumentó su deseo de investigar en busca de una verdad que estaba seguro que existía. Enfermó uno de sus hijos. Una lucha íntima se estableció entre el padre que imploraba el restablecimiento del hijo querido, y el médico que rehusaba la práctica de un arte por él reputado de falso. Pero el medico se vio subyugado por el sentimiento paterno. Una inspiración sugirió el medicamento y el hijo se restableció.
Mirando lo sucedido, Hahnemann formuló la siguiente interrogación:¿Por qué y cómo se habrá realizado esta cura? He aquí lo que necesito saber, dijo Hahnemann.
Abandonando la profesión médica, dedicóse principalmente al estudio de la química, a la traducción de libros y a las ocupaciones literarias, sin entre tanto abandonar el estudio de la medicina. No hacía clínica, pero seguía estudiando medicina, buscando algo que él no sabía lo que fuera, pero que preveía existiese: UNA LEY RACIONAL DE CURACIÓN.
Hahnemann ya entendía que la primera condición para usar con éxito las sustancias medicinales, era conocer sus efectos sobre el organismo humano. Y que ese organismo fuera el de un individuo sano, porque toda experiencia llevada a efecto en un organismo enfermo sería modificada por mil y una influencias perturbadoras inapreciables. Versado en las ciencias naturales, inició sus nuevos estudios con celo, constancia y perseverancia.
Comenzó desechando el principio terapéutico «Ab usu in morbis», contrario a su raciocinio, repelido por su razón. Así para él desaparecieron las denominaciones vagas y falsas, clasificadas en una materia médica d entonces, como medicamentos purgativos, diuréticos, antiespasmódicos, astringentes, sedativos, diaforéticos, emenagogos, estimulantes, afrodisíacos, expectorantes o incisivos, emolientes, analépticos, tónicos, contraestimulantes, temperantes, alternantes, revuslsivos, sialagogos, antitérmicos, etc., que no expresan otra cosa mas que una errónea idea de una perturbación orgánica, síntoma de una causa mórbida. Si el enfermo no orinaba, se le administraba un diurético; si no hacía sus exoneraciones intestinales, un purgativo, como todavía en la actualidad se usa; si se presentaba elevación térmica, un antitérmico le era aplicado.
Aún hoy, infelizmente, así procede la alopatía, suprimiendo un síntoma que nada más es una reacción orgánica, mientras el enfermo queda abandonado a sus enflaquecidas resistencias; era esta la medicina de entonces, que, con pequeña modificación actualmente, todavía es la misma en la Escuela Clásica.
Antes de Hahnemann, nadie procuró conocer de dónde provenían esas agitaciones violentas del organismo, bajo la acción del agente terapéutico; de donde provenían esas crisis artificiales que muchas veces colocaban al enfermo en peligro de vida. Se asistía como simple espectador, a la terrible lucha que se establecía entre el medicamento y el organismo. Como toda absorción de sustancias medicinales originaba fenómenos extremadamente variados y distintos, SE TOMABA EL EFECTO POR LA CAUSA y los síntomas que más se marcaban servían para designar cada sustancia.
Hahnemann comprendiendo que el medicamento gozaba de una función más dinámica que estática, procuró aprender la razón de este hecho.
Nada logró ser un obstáculo a sus meditaciones. Ni aún mismo la miseria, con su horrible cortejo, lo detuvo en la marcha en busca de la VERDAD EN LA MEDICINA.
Abandonando las posiciones que ocupaba en la sociedad, como clínico, fue despreciado por los amigos, pero prefirió la miseria y el desprecio de todos, ejercer un arte que su conciencia repelía por ser errada y nociva a la Humanidad.
Sordo a todas las recriminaciones, a las necesidades materiales, prosiguió Hahnemann invariablemente en el camino que recorría en busca de la verdad, aunque en ocasiones su corazón de padre amoroso fuera horriblemente tocado por las lamentaciones de un hijo que pedía alimento y a quien, muchas veces, ni un pedazo de pan podía darle. Prefería la miseria y la mediocridad presentes a la brillante y lucrativa situación de entonces; pero no traicionaba su conciencia que le dictaba seguir otro camino. Ninguna cosa lo hizo desistir.
Abandonando el ejercicio de la clínica pasó Hahnemann a buscar los medios de subsistencia en la traducción de obras cuya recompensa, mal retribuida por los editores, apenas alcanzaba para no morirse de hambre. Cuando estudiante en la Universidad, ya se sostenía por medio de traducciones. Allí, de cada dos noches dormía apenas una. Pero en la época de sus nuevos sufrimientos, las responsabilidades del hogar lo hacían trabajar día y noche. Procuró para esto, vencer el sueño con el uso del tabaco, con el fin de trabajar noches enteras. Fumaba pipa por ser más económica.
Pobrísimo, viviendo con su mujer y sus hijos en un cuarto, usaba un rincón separado del resto del aposento por una cortina. Este era su gabinete de estudio y de trabajo, en donde se sentía feliz con su conciencia y su carácter. He aquí el estado de miseria en que se encontró un hombre que, por una conciente convicción, todo despreciara por el bien de la tranquilidad de su espíritu.
Fue allí en esa reducida y pobrísima pieza de Stotteritz, suburbio al sudeste de Leipzig, que el primer rayo de luz de una ley racional de curación hirió la retina del genio de Leipzig.
Cómo surgió la Homeopatía [Regresar]
Entre las varis obras traducidas por Hahnemann del inglés al alemán, encuéntrase, en 1790, como ya referimos, la MATERIA MEDICA de William Cullen, gran médico escocés. Hahnemann no se limitaba a la traducción, sino que adicionaba siempre la obra traducida con críticas y anotaciones. Una cierta exposición del libro le despertó el deseo de experimentar en sí mismo los efectos de la CHINA, haciendo surgir por tanto, un nuevo método de experimentación, que no había sido probado por nadie más con ese mismo fin: LA EXPERIMENTACIÓN EN EL HOMBRE SANO. Hahnemann fue llevado a esto porque no podía aceptar las ideas de Cullen sobre la acción de la China o quinquina, por sus explicaciones variadas y contradictorias. Admitía Cullen que la quinquina, siendo amarga, criaba en el estómago del enfermo una sustancia contraria a la calentura.
En el segundo volumen de esta traducción escribió Hahnemann una nota con el resultado de su experimento: «Tomé, para experimentar, dos veces por día, cuatro dracmas (un dracma es equivalente a 3 gramos y 24 centigramos) de pura China (Quinquina).Mis pies, extremidades de los dedos etc., tornáronse primeramente fríos; me sentí somnoliento y lánguido, mientras mi corazón palpitaba; temblaba sin que estuviésemos en la época de frío; postración en todo el cuerpo, en todos mis miembros; pulsaciones en la cabeza, enrojecimiento de mis mejillas; sed; y finalmente todos esos síntomas característicos de la fiebre intermitente, aparecieron unos después de otros, aunque sin el peculiar y riguroso frío. Estos paroxismos presentaban la duración de 3 a 4 horas en cada vez, y REAPARECÍAN SI YO TOMABA LA DOSIS DE LA MISMA MANERA. Dejé de tomar la China y la salud volvió.» (1)
1.- NOTA DEL DR. GALHARDO: He oído en referencias y aún leído en libros, que Hahnemann hiciera este experimento con la Quinina, esto es, con el alcaloide de la Quinquina. Esto no es verdad. El experimento de Hahnemann fue hecho en 1790. La Quinina fue descubierta y aislada por Pelletier y Carenton en 1820, treinta años después del experimento de Hahnemann. Ante la cronología no hay confusión posible.
En esta nota, en el segundo volumen de «Materia Médica» de Cullen, se encuentra pues, la primera orientación a seguir en el experimento de los medicamentos y es presentada una ley terapéutica.
El descubrimiento de esta orientación condujo al genial Hahnemann del experimento al análisis y de éste a la síntesis. «He aquí, dijo Hahnemann, de que manera me introduje por esta nueva vía: tú debes, pensé, observar la manera de actuar de los medicamentos en el organismo del hombre cuando el se encuentra en la placidez de la salud. Los cambios que los medicamentos determinan no serán vanos, y deben seguramente, significar alguna cosa. Si no fuere así, ¿porqué razón se producían? Tal vez sea este el único lenguaje por medio del cual puedan expresar al observador, el fin de su existencia». Procuró en vanos los sistemas hasta entonces inventados para descubrir la virtud febrífuga de la China. Ningún rayo de luz vino a esclarecerle. Pero con el experimento de la China, se hizo una luz sobre las tinieblas de aquella virtud. Formuló entonces para sí, la pregunta: «LA CHINA NO DEBRÁ LA ACCIÓN ANTIFEBRÍFUGA QUE MANIFIESTA A QUE PRODUCE UNA AFECCIÓN SEMEJANTE? Con el firme deseo de esclarecer este concepto, llevó ante el conocimiento de sus amigos lo que había observado con la China.
La Quinquina que destruye la fiebre, provoca en el individuo sano las apariencias de la fiebre. Sometióse Hahnemann a penosos experimentos de violentos venenos. Varios amigos le ayudaron en esos experimentos, llegó así a reconocer que cada medicamento presentaba síntomas con variadas y diferentes gradaciones, caracterizando las sustancias experimentadas. Después de la China, estudió sucesivamente el azufre. El mercurio, la belladona, la digital, la ipecacuana, etc., y cada nuevo experimento era una confirmación del razonamiento en el primero. Experimentó todavía la plata, el oro, el licopodio, el cloruro de sodio, etc. estudió varios productos minerales, naturales, vegetales, animales y de todos concluyó siempre la infalibilidad de la ley terapéutica que presintiera y que en breve formularía, como formuló.
Comparó Hahnemann los resultados de los experimentos que hizo en cada sustancia con las curas que la misma realizaba. De esta comparación, formularía las siguientes conclusiones:
1.-Que el azufre produce una erupción cutánea semejante a la que él tiene propiedad para curar;
2.-Que el mercurio en su poderosa acción sobre el organismo, desarrolla síntomas análogos a los que él ordinariamente hace desaparecer;
3.-Que la belladona produce erupción en placas de un rojo oscuro, acompañadas de los síntomas que le son característicos;
4.-Que los mismos efectos eran producidos en todos los experimentos del mismo medicamento.
Verificándose siempre esta última conclusión, Hahnemann no vaciló en proclamarla, en toda su generalidad. Como LEY DE MEDICINA QUE ACABA DE DESCUBRIR.
Prosiguió el sabio sus experimentos. Dentro de poco, un nuevo raciocinio hace surgir un grande factor de progreso en la medicina, con el tratamiento preservativo de las enfermedades epidémicas o, con mayor propiedad, la profilaxis.
Acreditaba Hahnemann que la vacuna preservaba de la viruela porque provocaba en el organismo una acción análoga y, por eso, excluía toda influencia de la misma naturaleza, pero de esto no se debe concluir que fuera Hahnemann partidario de la vacuna. No es eso lo que pretendemos decir. Aquí afirmamos la ANALOGÍA que él encontró en el hecho y la profilaxis que ésta analogía produce.
Razonando de la misma manera, recurrió a los medicamentos cuya ANALOGÍA DE ACCIÓN, con relación a otras enfermedades fuera patente. Encontró en PULSATILLA un ANÁLOGO del SARAMPIÓN; en el COBRE y en el HELLEBORO, dos ANÁLOGOS del CÓLERA MORBUS; en la BELLADONA, un ANÁLOGO de la ESCARLATINA. Comprobó además que la revista de Hufeland estaba repleta de testimonios de médicos confirmando ser la BELLADONA, preservativo y curativo de la ESCARLATINA.
Todo esto le sirvió para corroborar su razonamiento: el cólera cundía en Alemania, respetando sin embargo, a los OBREROS QUE TRABAJABAN CON EL COBRE. La pulsatilla, la belladona, el cobre y el helleboro serían, según su inducción, respectivamente, PRESERVATIVOS DEL SARAMPIÓN, DE LA ESCARLATINA Y DEL CÓLERA.
Estos hechos observados por el sabio de Meissen, tenían una gran significación: era el punto de partida de otra ley derivada de su principio SIMILIA SIMILIBUS, principio que solamente mas tarde él enunció. Estas inducciones surgieron en 1791 ocasión en que la Academia de Ciencias de Mayence y la Sociedad Económica de Leipzig, habían incluido a Hahnemann como uno de sus miembros.
Influyeron ciertamente para esta distinción, las traducciones y trabajos originales publicados en las proximidades de este homenaje:
1. «Consejo al sexo femenino en general» de Grigg. Leipzig, 1791. Leipzig, Weygand, 287 páginas. Traducción del inglés al alemán en 1798.
2. «Tratado de Química Médica y Farmacéutica», de Monro. Traducción del Inglés al alemán en 1798. Leipzig. Beer, dos volúmenes respectivamente con 480 y 472 páginas, con anotaciones. Reeditada en 1794.
3. «Ensayo Analítico sobre el aire puro» de De la Metherie. Traducción del francés al alemán, publicada en 1791. Leipzig, Crusius, dos volúmenes, respectivamente con 450 y 598 páginas.
4. «Observaciones Químicas sobre el azúcar», de Rigby. Traducción del inglés al alemán, publicada en 1791. Dresde. C.C. Richter, 82 páginas, con anotaciones.
5. «Insolubilidad de algunos metales y sus óxidos en amonia caustica». Trabajo original publicado en 1791 en los «Anales de la Química» de Crell. II, St., 8, páginas 117-123.
Su capacidad de trabajo era extraordinaria e insuperable si inteligencia. Un grupo de médicos se presentó en oposición a Hahnemann, poniendo en duda que la Quinquina provocara fiebre en el hombre y en los animales, a pesar de no haber sido esto exactamente lo que afirmara el sabio.
El Dr. Lewin, profesor de farmacia en Berlín admitió, entre tanto, lo efectos secundarios de la Quinquina en su tratado sobre el «EFECTO ACCESORIO DE LOS REMEDIOS» secundando así la opinión de Hahnemann en relación a la Quinquina. Pero el profesor Bakodys, de Budapest, pretendió ver en Hahnemann solamente el despertar, bajo la acción de la Quinquina, de una fiebre intermitente adquirida cuando nuestro maestro se encontraba en Transilvania. Y en 1898, el Prof. Behring, de Marburg, externó una opinión impropia de un hombre inteligente y culto. Dijo el Prof. Behring que no existiendo el termómetro en el tiempo de Hahnemann, éste tomo algunos síntomas objetivos por los síntomas de la fiebre intermitente.
Las opiniones contradictorias, en oposición a su raciocinio, llevaron a Hahnemann a tener la mayor prudencia y circunspección, estudiando cada vez más las sustancias medicamentosas para la verificación de las conclusiones ya referidas. Sin el menor temor de alterar su salud sometióse a nuevos y rigurosos experimentos con varios medicamentos, observando con el mayor cuidado sus variables efectos y, después de haber reunido indiscutibles y documentadas pruebas, publicó con su autoridad, el principio de la LEY DE LA SEMEJANZA: «LAS SUSTANCIAS QUE PRODUCEN CIERTO GÉNERO DE FIEBRE, HACEN DESAPARECER EL TIPO DE FIEBRE INTERMITENTE».
Fue este el punto de partida de la ley de la semejanza.
Habiéndose retirado Hahnemann en 1789 a su pobrísimo gabinete de trabajo en Stotteritz, si así podemos llamar a una de las esquinas de su reducida pieza, de allí salió, tres años después, ya bien orientado para presentar a sus contemporáneos, las bases de una nueva MEDICINA, la que tiene una fisiología, una patología, una materia médica, una terapéutica, una profilaxis y una filosofía propias.
Cuatro años de trabajo intenso, cuatro años que le proporcionaron una gloria eterna trayendo un perpetuo beneficio a la Humanidad.
A partir de 1790, con la traducción de la «Materia Médica» de Cullen, Hahnemann comienza a percibir que sus descubrimientos, sobre los medios de investigar y conocer las propiedades de las sustancias medicamentosas, lo conducirían a la VERDAD EN MEDICINA, por medio de una ley terapéutica, apenas sospechada, en una remota antigüedad, por Hipócrates, Parecelso y Stahl.
Su infatigable actividad siguió produciendo:
1. «Contribución al arte de analizar el vino», trabajo original, publicado en 1792, en los «Archivos de la Policía Médica». Leipzig, volumen III.
2. «Preparación de la sal de Gauber» Trabajo original, publicado en 1792, en los «Anales de la Química» de Crell, I, St.I, páginas 22-23.
3. «El amigo de la Salud» trabajo original constituido en dos partes. La primera parte, que contiene 100 páginas fue publicada en 1792, y la segunda, con 6 páginas fue publicada en 1795. La primera editada en Frankfurt por Fleisher y la segunda en Leipzig por Crusius.
En esta obra «El Amigo de la Salud», Hahnemann se revela notable higienista dietético. En las dos últimas páginas de la obra se encuentra una gran multiplicidad de recomendaciones que actualmente todavía son muy útiles a la Humanidad, constituyendo una «obra prima» y oportuna.
Se ocupa de la higiene de las ciudades, de las calles, de las habitaciones individuales. Solicita que las murallas de la ciudad sean arrasadas, los fosos desecados, los viejos cuarteles destruidos. Exige calles anchas, bien ventiladas, casas claras; que las prisiones sean conservadas limpias y desinfectadas. Los prisioneros debiendo estar aislados; impedir la aglomeración de individuos en apartamentos muy reducidos.
Todo esto con el fin de evitar las epidemias y contribuir para la felicidad de sus semejantes, de lo que mucho se preocupaba Hahnemann. Condena el celibato de personas sanas, aconseja los ejercicios al aire libre, el aseo del cuerpo, etc. la salud, según Hahnemann, no puede ser obtenida sin sobriedad y exige que cada uno se estudie a sí mismo, respetando su salud etc. es, después de todo, una obra grandiosa la «Higiene de Hahnemann». Sus consejos higiénicos son, actualmente, enseñados como principios modernos.
Hahnemann y el fallecimiento de Leopoldo II de Austria [Regresar]
El fallecimiento del emperador Leopoldo II de Austria ofreció una oportunidad para que Hahnemann atacara abiertamente a la medicina de la época, cosa que hasta entonces no había hecho.
El monarca desaparecido gozaba de una universal simpatía, muy querido por su pueblo. Su muerte fue considerada una verdadera catástrofe. Para darnos cuenta de su valor, es suficiente recordar que en medio de una Europa convulsionada Leopoldo II mantuvo a Austria en paz.
El médico del emperador, el Dr. Lagusius, así como sus asistentes los Drs. Stoerk y Scheibers quedaron en dar publicidad a un detallado informe sobre la enfermedad del monarca, por haber sido acusados de negligencia.
Hahnemann por medio del periódico «Anzeiger der Deutschen» de 31 de marzo de 1792, hoja publicada en Gotha, por Becker, uno de sus amigos, atacó violentamente al Dr. Lagusius censurándolo por haber practicado en 24 horas, cuatro sangrías en un organismo ya muy debilitado. Después de estas intervenciones sobrevinieron los terribles vómitos. Los médicos desorientados dejan morir al enfermo, aunque uno de ellos había declarado que el emperador se encontraba fuera de peligro. El «Anzeiger der Deutschen» se tornó un campo de batalla. El Dr. Lagusius violentamente atacado por Hahnemann y sin medios de defensa, declaró que daría publicidad a un minucioso informe sobre los hechos ocurridos con motivo de la muerte del Emperador. Hahnemann creyó en su palabra. Pero tal informe jamás fue publicado. Hahnemann ataca la sangría, los purgativos, los vomitivos, los emplastos y sedantes. Condena la mezcla de medicamentos y los medios antiflogísticos.
Levanta, por fin, un violento ataque contra los métodos usados y sus partidarios, comprobando sus concepciones con los constantes experimentos a que se sometía.
Experimentos de Hahnemann y la cura de Klockenbring [Regresar]
Hahnemann experimentó en si mismo 61 sustancias y verificó que los experimentos, al contrario d elo que creía, tornaban al organismo más APTO PARA REPELER TODAS LAS CAUSAS MÓRBIDAS NATURALES O ARTIFICIALES. La salud se manifestaba más sólida en él y su cuerpo estaba más robusto.
Concebida su medicina, sobre la base de la semejanza de los síntomas entre el enfermo y el medicamento, esperaba Hahnemann la oportunidad de comprobarla en casos públicos.
Mucho antes de que lo esperaba tuvo la oportunidad de verificar en el enfermo el resultado de los medicamentos experimentados en el individuo sano, como vamos a relatar.
Fue todavía 1792 que Hahnemann, influenciado por el Duque Ernesto de Saxe-Gotha, que mucho se interesaba por sus trabajos, cambió su residencia de Stotteritz para Gotha.
El Duque de Saxe-Gotha se preocupaba mucho por los trabajos científicos de Hahnemann, pero no le ofreció ningún recurso económico, a pesar de ser muy humanitario. Tuvo así Hahnemann que enfrentarse en Gotha con una verdadera miseria en compañía de sus esposa y sus hijos. LA miseria alcanzó un grado tan elevado que el sabio tuvo que usar suecos por no poder adquirir otra clase de calzado.
El Duque Ernesto de Saxe-Gotha conocía la situación material de Hahnemann y, aunque fuera muy liberar, temía herir el amor propio del Maestro. Puso el Duque a la disposición de Hahnemann y de su familia, una parte de su castillo de caza en Georgenthal, para servir de hospital destinado al tratamiento de enfermos mentales.
El castillo estaba situado al pie de las montañas de Turingia a 9 millas de la capital de Gotha. Allí con la ayuda ofrecida por el Duque, estableció Hahnemann una casa de salud para enfermos mentales.
El escritor Klockenbring, hombre muy erudito gozaba de gran influencia y enorme reputación. Hacía ya algunos años que estaba enfermo pero seguía abusando de las bebidas alcohólicas y de la copiosa alimentación. Sintió agravarse su mal en 1792, a causa de los ataques de un panfleto satírico, escrito por su adversario Kotzebue. Se apasionó en tan elevado grado que cayó en profunda y violenta manía.
La esposa de este notable hombre, oyendo referencias de la capacidad de Hahnemann, decidió confiar al sabio el tratamiento de su esposo, después del fracaso de otros tratamientos. Fue tratado durante seis meses sin resultado alguno, por el Dr. Wichmann, uno de los más notables alienistas de esa época. Klockenbring fue, por tanto, el primer cliente que recibió en Georgenthal.
Se trataba de un caso de aguda y violenta manía, exigiendo vigorosos y severos guardias para dominarlo.
Era costumbre en esta época, tratar a los locos con gran severidad, encarcelados, azotados y colocados en sucias mazmorras, sufrían la enfermedad y las consecuencias del tratamiento. Hahnemann sin embargo, reprobaba la orientación seguida y aconsejada por el célebre alienista Pinel, así como igualmente repelía su terapéutica.
Fue en el mismo año de 1792 que el Dr. Pinel estuvo tratando a este loco en el HOSPITAL DE BICETRE, en París, sin obtener resultado alguno. Hahnemann acogió a su distinguido enfermo con cuidado y gentileza. Durante dos semanas Hahnemann estuvo observando continuamente a su paciente, sin prescribirle medicamento alguno, procurando captar su confianza. Después de estudiarlo largamente, hizo entonces la prescripción que lo restableció.
En 1793 Klockenbring regresaba a Hanover, completamente restablecido.
Inútilmente Hahnemann procuró atraer a otros locos a Georgenthal. Los gastos del viaje y el tratamiento desalentaban a los familiares de los enfermos porque no creían que los locos se pudieran restablecer. Otros dementes, no obstante, fueron entregados a Hahnemann y curados por él, exceptuando al escritor Wezel, considerado incurable por nuestro Maestro.
A pesar de ser sus investigaciones en un dominio todavía poco explorado, Hahnemann no despreció su clientela inmediata ni las consultas que le hacían por carta. Las cartas que recibía de sus enfermos, en gran parte conservadas, convenientemente anotadas con escrupulosa minuciosidad, forman una preciosa colección. En las anotaciones se encuentran, además de la orientación relativa a la prescripción, consejos higiénicos y dietéticos y, algunas veces, recomendaciones morales.
No habiendo Hahnemann conseguido atraer nuevos enfermos al castillo de Georgenthal decidió renunciar a la hospitalidad del Duque de Saxe-Gotha en mayo de 1793, poco después del restablecimiento de Klockenbring.
Hahnemann en Molschleben y la costra láctea [Regresar]
Por medio de cartas que escribió a un enfermo, podemos determinar correctamente los sucesivos cambios de residencia de Hahnemann. Saliendo de Georgenthal fue Hahnemann, con su familia, a instalarse en Molschleben, pueblo situado a algunos kilómetros de Gotha. Instalóse con los suyos en la «Villa Karstadt», grupo de casas modernas construidas por la Sra. Karstadt de Gotha. Aparece en Molschleben una epidemia de costra láctea.
Hahnemann tomó las medidas profilácticas para evitar el contagio de sus hijos. Pero un niño de la Villa Karstadt desobedeció las medidas profilácticas de Hahnemann y trajo el contagio a sus hijos. Hahnemann tuvo entonces la idea de preparar un medicamento con flor de azufre y polvo de concha de ostra. Este medicamento, al cual posteriormente Hahnemann nombro Hepar Sulphuris Calcareum, determinó una rápida cura.
Sus estudios y sus preocupaciones literarias no encontraban tropiezo. Producía siempre, como hemos demostrado y todavía demostraremos:
1. «Léxico farmacéutico» trabajo original publicado en cuatro volúmenes en Leipzig, Crusius. El primer volumen comprendía de las letras A a E y contenía 280 páginas, fue publicado en 1793; el segundo, letras de F a K, contenía 244 páginas, fue publicado en 1795; el tercero, letras L a P, contenía 259 páginas, fue publicado en 1798; el cuarto, finalmente letras Q a Z, contenía 498 páginas, fue publicado en 1799.
2. «Algo acerca de las reacciones del vino» Trabajo original publicado en 1793, en el «Anunciador del Diario de Literatura General», número 79, página 630.
3. «Preparación del amarillo de Cassel». Trabajo original, publicado en 1793, Erfrut.
Era asombrosa la capacidad de trabajo de Hahnemann. Siendo la única manera de lograrlo, trabajaba de día y de noche.
Fue en Molschleben donde nació su hijo Ernesto, el 27 de Febrero de 1794, muriendo accidentalmente en ese mismo año.
En el registro parroquial se hace constar que el mismo padre fue padrino del hijo.
Un párroco, amigo de la familia, relató que Hahnemann, en el momento del nacimiento de sus hijos, muchas veces se presentaba en la pila bautismal vistiendo bata y calzando pantuflas. Esto se puede interpretar de dos maneras: falta de recursos que le permitieran adquirir otra clase de calzado o ardor religioso. Opinamos por la segunda circunstancia, porque Hahnemann, en toda su obra, ofrece siempre pruebas de un espíritu eminentemente religioso.
En 1794 publicó Hahnemann en los «Anales de la Química» de Crell, I, St. 12, páginas 104-112: «Una nueva reacción del vino y el nuevo líquido comprobador»
Hahnemann en Pyrmont y Braunschweig [Regresar]
Todavía en 1794, Hahnemann abandonó Molschleben, instalándose en Pyrmont, en horribles condiciones de privaciones y necesidades. Fue en este viaje que un grave accidente del vehículo pone en peligro a toda la familia de Hahnemann. En este accidente murió su hijo Ernesto, como anteriormente referimos. La Sra. Hahnemann y sus hijos sufrieron tanto que tuvieron que permanecer algunos días en Goettingen, imposibilitados de proseguir el viaje. Finalmente se instala en Pyrmont en donde existe una carta de Hahnemann con fecha 10 de enero de 1795.
Pyrmont era la capital de Waldeck-Pyrmont, ciudad de baños termales muy frecuentada, residencia habitual del príncipe, escondida en medio de la floresta. Era encantadora. Esperaba Hahnemann adquirir en Pyrmont una situación de confort que no había podido conquistar en otros lugares. Pero el costo de la vida era muy elevado en esa ciudad por tratarse de una ciudad de recreo y de lujo. No pudo, por esta razón, permanecer en Pyrmont, y en el mismo año de 1795 se transladó a Braunschweig, donde adquirió una casa con huerto, pareciendo así pretender fijar residencia definitiva en ese lugar.
En 1795 publicó Hahnemann un trabajo original: «COSTRA LÁCTEA» en la «Biblioteca médica» volumen III, páginas 701-705. Este trabajo fue traducido al inglés y publicado en el «British Journal of Homeopathy»
Publicó todavía en 1795 «Mixtura filosófica» artículo en el que se ocupó de la satisfacción de los sentidos.
La visita hecha por Hahnemann a la residencia de una de sus primas, originó el escrito «Dormitorio de Niño», publicado en 1795. Son páginas de excelente higiene propias para corregir los defectos y el desprecio de esta ciencia encontrados en la residencia de su parienta.
Otro importante escrito de 1795 es, «La elección de un médico», contestando a la carta de cierto príncipe. En él, Hahnemann expone las características que un buen médico debe satisfacer: «Escoged de preferencia un médico que jamás se muestre grosero, que nunca se irrite, a no ser frente a una injusticia; que no desprecie a nadie excepto a los aduladores; que tenga pocos amigos, pero que tenga por amigos a hombres de corazón; que deje a los que sufren la libertad de quejarse; que jamás emita una opinión sin reflexión previa; que prescriba pocos medicamentos, la mayoría de las veces un remedio único y en sustancias simples: que viva modestamente retirado, alejado del ruido, de la multitud; que no disimule el mérito de sus colegas y no haga autoelogios; por fin, un amigo del orden, de la tranquilidad, un hombre de amor y de caridad.» «Antes de que escogais un médico, observad cómo se porta con los enfermos pobres y si, en su gabinete, cuando está solo se ocupa de trabajos serios.
Las condiciones establecidas por Hahnemann para la elección de un médico, sirven igualmente par los médicos que quieran hacerse dignos del Maestro. Ellas encierran una profunda psicología y definen al carácter del buen médico.
En ese mismo año de 1795, la esposa de Hahnemann dio a luz a dos niñas gemelas. Una de ellas no sobrevivió . La otra fue bautizada con el nombre de Federica, como anteriormente ya referimos.
El nacimiento de un hijo constituía para Hahnemann un motivo de gloria, como el mismo expresó en una carta dirigida al Dr. Johan Ernest Stapf, su primer discípulo y gran amigo, escrita en Leipzig, con fecha de 17 de diciembre 1816, contestando a una carta de participación de nacimiento de una hija de este su querido discípulo y amigo: «Por mi parte siempre he considerado como uno de los hechos más importantes de mi vida los partos de mi esposa y el aumento de mi familia. Un ser que yo contribuí para formar en un esfuerzo común con aquella que está tan estrechamente ligada a mí, un nuevo hombre nacido de nuestra sangre viene al mundo a aumentar las alegrías y los sufrimientos de su padre y de su madre debiendo dirigirle en la vida y prepararle para una existencia superior en la eternidad………..
«Repito, el nacimiento de mis hijos siempre ha influido profundamente sobre mi vida interior y yo considero cada miembro de mi familia como una prueba de que el gran príncipe del bien, padre de los espíritus, me impuso para purificar mi conciencia», etc.
El estudio y la convivencia en el seno de la familia le ofrecieron siempre el mayor placer.
Infatigable en el trabajo, nuevas obras son publicadas:
1. «Descripción de Klockenbring durante su locura» Trabajo original, publicado por Hahnemann, en febrero de 1796, en la «Revista Mensual Alemana».
2. «Manuel de las madres sobre la educación de los hijos» de J.J. Rosseau, traducción del francés al alemán, publicada en 1796, Leipzig. Fleischer.
3. «Ensayo sobre el nuevo principio para descubrir las virtudes curativas de las sustancias medicinales, seguido de algunos comentarios sobre los principios admitidos hasta nuestros días» Trabajo original, publicado en 1796, en la «Revista Médica de Hufeland». Este estudio representa su primera publicación sobre la nueva doctrina médica.
Puericultura de Hahnemann [Regresar]
El «Manuel de las Madres sobre la educación de los hijos», tuvo su origen en un decreto de la Convención Nacional de 24 de noviembre de 1793. En la fecha de Pluviose,* año II, ( * NOTA DEL AUTOR.- Pluviose representaba el quinto mes del calendario republicano, esto es, de 20 de enero a 18 de febrero, MES DE LAS LLUVIAS ) Un decreto de esta asamblea ordenó la publicación, por cuenta del Estado, de una pequeña obra de vulgarización destinada a las madres y a los campesinos que no pudieran leer las obras de Rosseau sobre la educación.
Hahnemann tradujo esta obra del francés al alemán, acrecentándole observaciones de su experiencia y de su práctica, dándole cuño y carácter de una obra original. Discurrió minuciosamente sobre la educación de la primera infancia, condenando el hábito de mecer al niño, fajarlo y cogerlo al primer grito. Declara Hahnemann que el niño debe obedecer y no ordenar, como es común habituarlo. No es necesario forzarle a hablar y a caminar, esto lo fatigará sin apresurar sus progresos . No se debe repetir las palabras mal pronunciadas y pueriles que él dice. Debe tenerse al niño con los pies ya la cabeza desnudos.
La educación moral recibió de Hahnemann gran desarrollo, dedicando especial atención a la educación de los hijos.
La traducción, como hemos dicho por los aumentos y anotaciones que recibió, se tornó en una obra original.
Tesis original sobre la Doctrina Hahnemanniana [Regresar]
Después de 6 años de continuo estudio sobre los medicamentos según la orientación que ideo cuando en 1790 tradujo la «Materia Médica» de Cullen, como ya referimos, Hahnemann publicó el «Ensayo sobre un nuevo principio, etc.», fundamental trabajo de la medicina de la cual es creador.
Este trabajo encierra el origen de la Doctrina Hahnemanniana. En él, el sabio hace resaltar la necesidad de conocer las propiedades y virtudes de las sustancias medicinales por medio del experimento en el hombre. Demuestra, con abundancia de consideraciones y pruebas, el valioso servicio que la Química presta a la medicina. Revela que, aunque no existan específicos para enfermedades particulares, según la mayor o menor extensión que les señala la patología, está convencido de haber tantos específicos para cuantas enfermedades existen, esto es, específicos contra enfermedades simples y específicos contra las variedades de enfermedades de otros estados anormales del organismo. Esta idea de especificidad, originaria de los primeros escritos de Hahnemann sobre su doctrina, ya traía la noción de individualidad tal como aquí la consideramos. Desapareció, en trabajos posteriores de Hahnemann, la especificidad de la enfermedad, surgiendo la especificidad del enfermo o la individualidad del medicamento y del enfermo, donde la especificidad del medicamento encuadra varios individuos con enfermedades distintas, representando, no obstante, un mismo tipo de enfermo.
Hahnemann solo admitía los paliativos en los casos agudos, reconociéndolos como muy peligrosos en los casos crónicos. Percibió el doble efecto del medicamento: primeramente directo y, en seguida, un efecto opuesto al primero, esto es, indirecto. Primario y secundario como los denominó. Refirióse a las 3 maneras diferentes que la medicina ha utilizado para adaptar medios curativos a los males del cuerpo humano. El primer medio o método, es el más elevado, dice el fundador de la Doctrina Hahnemanniana, consiste en destruir o retirar las causas fundamentales de las enfermedades. El segundo consiste en procurar suprimir los síntomas existentes por medio de medicamentos que producen el efecto contrario. Y el tercero, finalmente empleado en las molestias crónicas y en aquellas que toman este carácter, medio de ninguna manera destinado a ocultar los síntomas, al contrario, curar radicalmente, consiste en el empleo de los ESPECÍFICOS. Los esfuerzos en este sentido son, ciertamente, los más dignos de elogio. Conviene, sin embargo, no olvidar que ESPECÍFICO es aquí empleado en el sentido de INDIVIDUALIZAR el remedio con el enfermo, y no con la enfermedad, como es habitual en la alopatía. Hahnemann, después de estudiar estos tres métodos, demuestra que el único medio seguro: «Es experimentar con el organismo humano los medicamentos cuyo poder medicinal desea conocer.»
«Para descubrir las verdaderas propiedades medicinales de una sustancia en las afecciones crónicas, se debe fijar la atención sobre la enfermedad artificial particular que ella ordinariamente provoca en el organismo, con el fin de adaptarla a un estado patológico muy análogo, aquel que se intenta combatir.»
«Para curar radicalmente ciertas afecciones crónicas, se deben procurar medicamentos que ordinariamente provoquen, en el organismo humano, una enfermedad análoga y lo más análogo posible.»
Hahnemann, en estas consideraciones, ya deja prever la ley de los semejantes. Este trabajo de Hahnemann, publicado después de seis años de estudios, fundamentado en los experimentos medicamentosos que hizo en el hombre sano, es el origen de esta medicina Hahnemanniana. Publicado en 1796, ESTA DEBE SER LA FECHA CONSIDERADA, COMO BIEN LO DICE EL DR. RICHARD HAEHL, DE LA CREACIÓN DE LA NUEVA MEDICINA.
En la iniciación de la práctica de su medicina, Hahnemann aplicaba el método antiguo y el moderno, con el fin de estudiarlos comparativamente.
«Un enfermo que ningún médico consiguió curar, y que creía ser portador de una tenia, busca a Hahnemann exigiendo que le fueran aplicadas exclusivamente antiguas medicinas. Se emplearon 16 meses sin resultado y el estado del enfermo se tornaba cada vez más grave. Hahnemann le recomendó entonces un medicamento que provocaba los mismos síntomas que aquellos de la enfermedad que sufría: el HELEBORO blanco (VERATRUM ALBUM) y le dio cuatro pequeñas dosis para tomar durante 4 días. El enfermo, escéptico, tomó las cuatro dosis en 2 días, resultando de esto una terrible agravación, enfermedad artificial que rápidamente se extinguió y la cura fue radical. Conviene no olvidar que el enfermo SE CREIA portador de una tenia. Hahnemann, en ocasiones había verificado, en casos análogos, el peligro de las dosis fuertes frecuentes. Por esto fue obligado a prescribir pequeñas dosis, n largos intervalos, gracias a los cuales obtuvo resultados cada vez más satisfactorios.»
Hahnemann en Konigslutter y la simplicidad del remedio [Regresar]
Hahnemann permaneció poco tiempo en Braunschweig, cambiándose, todavía en 1796, para Konigslutter, frontera de Madenburgo.
Sus trabajos en 1797 son:
1. «Caballeriza o medicina veterinaria moderna», de Taplin. Traducción del inglés al alemán, en dos partes. Leipzig. La primera parte, con 387 páginas, fue publicada en 1797, y la segunda, con 304, fue publicada en 1798.
2. «Nueva Farmacopea», de EDIMBURGO. Traducción del inglés al alemán, en dos partes. Leipzig. G. Fleischer. La primera parte, con 583 páginas, fue publicada en 1797, y la segunda con 628 páginas, fue publicada en 1798.
3. «Algo acerca de la pulverización del haba de San Ignacio». Trabajo original, publicado en 1797 en la «Revista de Farmacia de Tromnsdorft», volumen V, St.I, páginas 38-40.
4. «Un caso de colicodinia rápidamente curado». Trabajo original, publicado en 1797 en la «Revista de Medicina de Hufeland» volumen III, St.I, páginas 138-147.
5. «¿Serán invencibles los obstáculos a la certidumbre y a la simplicidad de la medicina práctica?» Trabajo original, publicado en 1797 en la «Revista de Medicina de Hufeland», volumen IV, páginas 627-762.
Entre muchos períodos de esta última publicación, dice Hahnemann: «Creo que no sea la limitada extensión de nuestros conocimientos, sino solamente el mal empleo que de ellos hacemos, la causa que impide al médico alcanzar la certidumbre y la simplicidad.»
¡Cuanta psicología encierra esta expresión del sabio de Meissen!
En el artículo mencionado, Hahnemann estudia con simplicidad y exuberancia, importantes cuestiones: la docilidad de los enfermos, el régimen, el género de vida, la estación, el clima y los medicamentos.
El Dr. Richard Haehl, muy acertadamente, considera esta NOCIÓN DE SIMPLICIDAD DEL REMEDIO COMO LA TERCERA ETAPA DEL CAMINO DE HAHNEMANN EN LA NUEVA MEDICINA.
Nuevos trabajos de Hahnemann, cuyos estudios, día a día, revelaban la seguridad y la precisión de la directriz que trazara, comprobando la previsión de esta orientación:
1. «Antídotos de algunas sustancias vegetales heroicas». Trabajo original, publicado en 1798 en la «Revista Médica de Hufeland» , volumen V St. I, páginas 19-52.
2. «Algunos tipos de fiebres continuas remitentes». Trabajo original, publicado en 1798 en la «Revista Médica de Hufeland», volumen V, St.I, páginas 19-52.
3. «Algunas enfermedades periódicas de tipo hebdomadario». Trabajo original, publicado en 1798 en la «Revista de Medicina de Hufeland», volumen V, St. I, páginas 45-59.
Todas estas publicaciones son de profunda y meditada inteligencia. En ellas mucho se aprende y no menos se observa, admirándose, al mismo tiempo, el talento y la simplicidad de Hahnemann.
Epidemia de escarlatina y la Homeopatía [Regresar]
En el último año de la residencia de Hahnemann en Konigslutter, en 1799, cundió epidémicamente la escarlatina. Encontró Hahnemann en esa epidemia, una oportunidad más para comprobar el valor de sus nuevos conocimientos en el arte de curar. Declaró que la BELLADONA era el medicamento que producía en el individuo sano manifestaciones semejantes a la escarlatina y que, por lo tanto, era igualmente propia para curar a las personas afectadas por la epidemia, declaración ésta hecha después de los sucesivos casos de sura que había obtenido.
Escribió Hahnemann un opúsculo ocupándose de la escarlatina y de otros asuntos:
«PEQUEÑO OPÚSCULO DE SECRETOS ÚTILES», tratando de los medios de preservarse de la escarlatina. En el mismo opúsculo, habló de la cuestión de los honorarios debidos a los médicos y de la asistencia médica por medio de una contribución mensual, idea que hasta la época presente no ha sido convenientemente propagada, aunque no sea su utilidad pequeña.
Hahnemann y su familia físicamente agredidos [Regresar]
Los adversarios de Hahnemann encontraron en ese opúsculo el pretexto, hacía mucho buscado, para atacarlo.
Sus enemigos se encontraban principalmente, entre los farmacéuticos y los médicos mediocres.
Los farmacéuticos lo odiaban porque Hahnemann reclamaba para los médicos el derecho de preparar sus medicamentos. Los médicos lo censuraban porque, según el pensamiento de ellos, por el sistema de contribución mensual, Hahnemann enriquecería antes de prestar cualquier asistencia a los contribuyentes, además de que se preconizaba un método misterioso, y finalmente por hacer aparecer la Belladona como su remedio secreto contra la escarlatina. Los ataques de los médicos y farmacéuticos fueron tan violentos y tan hábilmente dirigidos que llegaron a alejarlo de su amigo, el Consejero Becker, de Gotha.
En el otoño de este mismo año de 1799, Hahnemann acomodó su equipaje y su familia en un carro grande con el corazón oprimido por los ataques de sus enemigos, abandonando la ciudad de Konigslutter donde la vida clínica, de acuerdo con el nuevo método, se iniciaba con algún brillo. Seguía la carretera de Hamburgo, ciudad que escogiera para su nueva residencia.
El carro se puso en camino, cuando, a cierta altura del viaje, fue inopinada y violentamente asaltado. El cochero arrojado fuera de su asiento; Hahnemann maltratado; una de sus hijas resultó con una pierna fracturada. Su equipaje fue inutilizado, mientras se le escarnecía. Este asalto, obra de sus enemigos, tuvo lugar muy cerca de la aldea de Muhlhau, donde fue obligado a permanecer Hahnemann con su familia durante seis semanas, en considerable estado de miseria , por la fractura sufrida por su hija.
Retirándose de la aldea de Muhlhau se dirigió Hahnemann para Altona, donde fijó residencia en la casa número 65 de la calle Libertad. Fue hasta 1800 que se cambió para Hamburgo, instalándose en San Jorge, en la calle Albertsweid número 126.
Nuevos trabajos de Hahnemann:
1. «Thesaurus medicaminum». Una nueva colección de prescripciones médicas. Traducción del inglés al alemán, publicado en 1800. Leipzig.G. Fleisher (Jr)., 412 páginas con prefacio del traductor y notas firmadas con la letra «Y».
2. «Observaciones prácticas sobre la cura de los estrechamientos de la uretra por medio de los cáusticos», de Homo. Traducción del inglés al alemán. Leipzig G. Fleisher (Jr). 147 páginas, con anotaciones.
El «Thesaurus medicaminum» fue traducido por solicitud del editor Fleisher. Hahnemann tradujo el libro en buen alemán. Pero adicionó el prefacio original en el cual ridiculizó, satirizo y desmintió las más notables prescripciones de la medicina inglesa, poniendo así fin a nuevos encargos que aquel editor le pudiera dar.
Los farmacéuticos le promovieron proceso como infractor de la ley que vedaba a los médicos surtir medicamentos a sus enfermos, aunque fueran gratuitos. Propusieron prepararle sus medicamentos y surtirle sus recetas. Hahnemann rehusó, no iba a entregar a sus enemigos la preparación de sus medicamentos. No podía confiar en ellos. No podía y no debía confiar en sus instrumentos de cura a tales adversarios, interesados, como estaban, en su fracaso.
Juraron venganza y varias veces tuvo Hahnemann que mudarse de una para otra ciudad en 24 horas. Todos los medios satisfacían los miserables fines de sus enemigos. Pero el sabio no se desalentaba por los ataques que sufría. Al contrario, nuevas energías nacían con mayor virilidad.
Inflexible, decidido, prosiguió en el estudio y en la práctica de la nueva doctrina, aunque muy frecuentemente se viera obligado a cambiarse de una a otra ciudad bajo la exigencia de la tenaz persecución de sus innobles enemigos.
Hahnemann contestaba a las acusaciones con su habitual probidad. Pero tuvo la mala suerte de cometer una equivocación, un error de laboratorio. Anunció Hahnemann en 1800, haber descubierto una nueva sal alcalina. Esta sal fue reconocida como el mismo bórax. Pero era evidente su buena fe y los que lo atacaban eran los menos competentes en química, que lejos estaban de tener los conocimientos que él poseía en esta ciencia y, por esa misma razón, lo atacaron con violencia.
Hahnemann se acerca nuevamente a su amigo el Consejero Becker, de quien se alejara para no envolverlo en los ataques que venía sufriendo.
Estos ataques no impidieron que Hahnemann prosiguiera en sus continuos estudios y trabajos.
1. «Cura y profilaxis de la escarlatina». Trabajo, original publicado en 1801, Becker, 40 páginas.
2. «Observaciones fragmentarias sobre los elementos de la medicina de Brown». Trabajo original, publicado en 1801, en la «Revista de Medicina de Hufeland», volumen XII, St.2, páginas 52-76.
3. «Sobre el valor de las pequeñas dosis de los medicamentos en general, y de la Belladona en particular». Trabajo original, publicado en 1801 en la «Revista de Medicina de Hufeland», volumen XIII, St. 2, páginas 153-159.
4. «Observaciones sobre los tres métodos corrientes de tratamiento»: Trabajo original, publicado en 1801, en la «Revista de Medicina de Hufeland», volumen II, St. 4, páginas 3-64.
5. «Consideraciones sobre la libertad profesional en el principio del siglo XIX». Trabajo original, publicado en 1801 en el «Boletín del Imperio» no. 32.
Dice Hahnemann en la «Cura y profilaxis de la escarlatina»:
Una señora, madre de numerosa familia, adquirió una cobija de lana en casa de una vecina, durante una epidemia de escarlatina, cuya enfermedad atacara a uno de los hijos de esa vecina; cubrióse con el cobertor adquirido sin haberlo sometido a desinfección. Ocho días después contraía esta fiebre eruptiva y en seguida uno de sus hijos enfermaba del mismo mal, cuyos síntomas eran semejantes a los síntomas de la Belladona. Hahnemann les prescribió este medicamento en la dosis de 4/432000 de gramo de extracto de Belladona, dosis que nuestro gran Maestro reconoció todavía como muy fuerte, a pesar de ser nada más cerca de 925 diezmiligramos. Al fin de 36 horas loe enfermos estaban restablecidos.
Los otros niños de la misma familia, tomaron Belladona y se libraron del contagio, concluyó entonces Hahnemann: «La sustancia capaz de rápidamente detener la enfermedad que comienza, debe ser el mejor preservativo de esta enfermedad.»
Presenta Hahnemann, en su «TRATADO PROFILÁCTICO SOBRE LA FIEBRE ESCARLATINA», muchas observaciones comprobadoras de aquel principio.
Este tratado y las pequeñas dosis aconsejadas, provocaron nuevos y violentos ataques.
Disminución de las dosis [Regresar]
Hahnemann, en los primeros tiempos de la aplicación de su medicina, empleaba siempre dosis ponderables, según la posología de la medicina clásica. Entonces los característicos de su doctrina se resumían en los principios que anteriormente citamos, todos se referían a la ANALOGÍA DE LAS MANIFESTACIONES DEL EXPERIMENTO MEDICAMENTOSO CON LAS DEL ENFERMO, pero poco después observó que las DOSIS ENORMES PROVOCABAN AGRAVACIÓN DE LOS SÍNTOMAS MORBOSOS, momentáneamente, es verdad, pero que exigían mayor reserva en la posología. Observando esta circunstancia, inició el, una DISMINUCIÓN SUCESIVA y cada vez mayor en las dosis empleadas por la antigua medicina. Así pues, la propia observación, comprobaba por una infinidad de casos análogos, lo llevó a disminuir paulatinamente las dosis, hasta llegar a lo infinitamente pequeño. Para llegar a ese punto, necesitó Hahnemann mezclar el JUGO ACTIVO DE LAS PLANTAS CON AZUCAR DE LECHE O CON ALCOHOL, según proporciones determinadas, y técnica original.
Las dosis infinitesimales constituyeron motivo para ridiculizarlo, a pesar del positivo resultado que presentaban en su clientela.
Sus éxitos aumentaban diariamente, hecho que más contribuyó para que los envidiosos, médicos y farmacéuticos, procuraran arrastrarlo al descrédito.
Verificó Hahnemann que esas pequeñas cantidades de sustancia, por menor que fueran, adquirirían poder todavía bastante suficiente para producir acción patogenética. Atribuyó este hecho a la manera de prepararlas, en la sucución que introducía, cuyas vibraciones, admitió, desarrollaban en las sustancias poder virtual al cual debían su energía. La explicación era hipotética, pero el poder de las dosis infinitesimales era y es un hecho real.
Si el hecho de haber descubierto Hahnemann la nueva medicina le había creado un ambiente de sarcasmo, injurias dirigidas a su persona y depredaciones en sus objetos materiales, la disminución de las dosis lo condujo a una situación que solamente el carácter firme y una inconmovible convicción científica podrían mantenerlo fiel a sus ideas, como el mismo Cristo estuviera clavado en la cruz.
Éxitos clínicos con la nueva medicina [Regresar]
En el verano de 1801, Hahnemann y su familia salieron de Hamburgo y se instalaron en Machern, pueblo situado a cinco millas de Leipzig., en una casa adquirida por el mismo Hahnemann, donde atendía a la grande clientela que le buscaba. Poco tiempo se quedó allí. Se cambió a Erlenburgo, a 24 horas al noroeste de Leipzig, al margen del Mulda. Construyó una casa para u residencia n Erlenburgo donde permaneció unos pocos meses. Luego cambió su residencia para Wittenberg, regresando enseguida a Dessau, tierra natal de su esposa.
Nuevas publicaciones de Hahnemann:
1. «Sobre los efectos del café». Trabajo original, publicado en 1803, Leipzig. Steinacker, 56 páginas.
2. «Sobre un remedio propuesto para la Hidrofobia». Trabajo original, publicado en 1803, en el número 71 del «Reichsanzeiger».
En 1804 Hahnemann cambió su residencia para Torgau, publicando al siguiente año:
1. «Esculapio en la balanza». Trabajo original, publicado en 1805, Leipzig, Steinacker, 70 páginas.
2. «Fragmenta de viribus medicamentorum positivis sive in sano corpore humano observatis». Trabajo original, publicado en Latín en 1805, Leipzig, J. A. Barthii, dos partes con 269 y 470 páginas respectivamente.
Primera Materia Médica Homeopática [Regresar]
«Fragmenta de viribus» etc. constituye el primer ensayo de Materia Médica Homeopática. Contiene las patogenesias de los 27 medicamentos siguientes: Acónitum napellus, Acris tinctura (Causticum), Árnica montana, Belladona, Camphora, Cantharis, Capsicum annum, Chamomilla, Cinchona, Cocculus, Copaifera balsamum, Cuprum vitriollatum, Digitalis, Drosera, Hyosiamus, Ignatia, Ipecacuanha, Ledum, Melampodium (Helleborus), Mezereum, Nux vómica, Papaver somníferum (Opium), Pulsatilla, Rheum, Stramonium, Valeriana y Veratrum album. Representa esta obra la primera Materia Médica publicada por Hahnemann, exponiendo la sintomatología de estos medicamentos, obtenida en el hombre sano. Promovía así este trabajo una completa revolución en la medicina y en la fisiología, presentando de manera exacta la apreciación de los medicamentos, definiéndolos en forma rigurosamente precisa, haciéndolos conocer por las manifestaciones fisiológicas que producen en el hombre sano y no por hipotéticas conjeturas de este o de aquel maestro, de mayor o menor fama.
Esta primera Materia Médica fue reeditada en una lujosa edición en 1834, por el Dr. Quin, uno de los más notables homeópatas de Londres.
Hahnemann, siempre en actividad, publica nuevos trabajos:
1. «Materia Médica y estudios de plantas indígenas, según su aplicación económica y técnica», de Albrecht V. Hallen. Representa la última obra traducida por Hahnemann y fue editada en Leipzig en 1806.
2. «Sobre algunos sucedáneos de la China». Trabajo original, publicado en 1806 en la «revista de Medicina de Hufeland», volumen XXIII, St. 4, páginas 27-47.
3. «La escarlatina y la púrpura miliar son dos enfermedades muy distintas». Trabajo original, publicado en la «Revista de Medicina de Hufeland» volumen XXIV, St.I, páginas 139-146.
4. «¿Qué es veneno? ¿Que es medicamento?» Trabajo original publicado en 1806 en la «Revista de Medicina de Hufeland» volumen XXIV, St. 3, páginas 40-57.
5. «Objeciones a un sucedáneo para la China y sobre los sucedáneos en general». Trabajo original, publicado en 1806, en el «Reichsanzeiger», No. 57.
6. «La Medicina de la Experiencia». Trabajo original, publicado en 1805 en la «Revista de Medicina de Hufeland», volumen XXII, St.3, páginas 5-99.
Síntesis de la Doctrina Hahnemanniana [Regresar]
«LA MEDICINA DE LA EXPERIENCIA» y «ESCULAPIO SOBRE LA BALANZA» son dos trabajos primorosos. En ambos, su autor reveló, además de una profunda erudición, una enorme capacidad crítica. La «Medicina de la Experiencia» es una verdadera joya de la medicina homeopática.
En ella Hahnemann, hace una síntesis excelente de su doctrina. Es en ella que encontramos el génesis de la microbiología. Dice Hahnemann: «Observamos algunas enfermedades, en pequeño número, que provienen siempre de una única y misma causa. Tales son aquellas que dependen de un miasma como la rabia, las enfermedades venéreas, la peste, l fiebre amarilla, la viruela, las vaccinosis, el sarampión, y algunas otras. Ellas tienen la particularidad de permanecer siempre semejantes a sí mismas y depender de un principio contagioso siempre idéntico, la misma marcha con algunas ligeras alteraciones provenientes de circunstancias accesorias, pero que en ninguna cosa alteran su modo». Llevemos este trozo a la época en la que fue publicado, 1805, comparándolo con el actual conocimiento que tenemos de la teoría microbiana. LA comparación nos demostrará que Hahnemann ya había verificado que entre las enfermedades algunas eran contagiosas, POR MEDIO DE UN PRINCIPIO SIEMPRE IDÉNTICO PARA CADA ENFERMEDAD, principio que llamó MIASMA y que la microbiología llama microbio. El principio es el mismo. La diferencia está apenas en el nombre, el hecho, sin embargo, es idéntico. Pero el miasma es mucho más sutil y profundo que el microbio. En esto difieren. En «Esculapio en la Balanza», igualmente publicado en 1805, dice Hahnemann: «Después de haber reconocido la fragilidad y los errores de los maestros y de sus libros, caí en un estado de melancólica indignación que casi me hizo despreciar el estudio de la medicina. Estuve a punto de creer que todo el arte se reducía a nada y no había manera de perfeccionarlo. Entregándome a mis solitarias reflexiones ya me sentía decidido a ponerles término cuando, por fin, tomé un partido decisivo.» En «Esculapio en la Balanza» Hahnemann señala el empirismo y los errores de la antigua medicina, la Medicina Clásica.
Más trabajos de Hahnemann:
1. «Indicaciones para el empleo Homeopático de los medicamentos y la práctica ordinaria». Trabajo original, publicado en 1807 en la «revista de Medicina de Hufeland», volumen XXVI, St.2, páginas 5 a 43. Éste artículo fue reproducido en las primeras tres ediciones del Organón.
2. «La deficiencia actual de los medicamentos extranjeros». Trabajo original, publicado en 1808, en el «Indicador General Alemán», No. 297.
3. «Algunos sucedáneos de medicamentos extranjeros». Trabajo original, publicado en 1808 en el «Allg. Anzeig. D. Deutshen», No. 263.
4. «Valor de los sistemas especulativos en medicina». Trabajo original, publicado en 1808 en el «Allg. Anzeig. D. Deutshen», No. 263.
5. «Carta dirigida a un médico notable sobre la necesidad de una reforma en medicina». Publicado en 1808 en el «Allg. Anzeig. d. Deutshen», No. 343.
6. «Observaciones sobre la escarlatina». Trabajo original, publicado en 1808 en el «Allg. Anzeig. d. Deutshen», No. 160
7. «Respuesta a una pregunta sobre la profilaxis de la escarlatina». Trabajo original, pulicado en 1808 en la «Revista de Medicina de Hufeland», volumen XXVII, St. 4, páginas 153-156.
La «Carta dirigida a un médico notable sobre la necesidad de una reforma en medicina», fue dirigida al Dr. Hufeland su condiscípulo y amigo, el «Nestor de la Medicina Alemana», como era conocido pues así de grande era su capacidad científica.
Dice Hahnemann en esa carta: «No puedo resistir, querido amigo, el deseo de exponeros mi entera manera de pensar y mis convicciones de que hace ya mucho pretendía hacer pública declaración.»
«Hace ya 18 años que me encuentro alejado de la orientación seguida por la medicina. Era un suplicio para mí marchar siempre en la oscuridad, como nuestros libros, cuando tenía que tratar a enfermos, y de prescribir según tal o cual hipótesis sobre las enfermedades, cosas arbitrarias en la materia médica. Mi conciencia repelía tratar casos morbosos ignorados, de mis hermanos dolientes, con esos medicamentos desconocidos, que, en su calidad de sustancias muy activas, pueden, cuando no hayan sido escogidos por medio de una rigurosa selección, lo que el médico difícilmente podrá hacer, mientras no conoce todavía sus efectos propios, fácilmente, hacer pasar de la vida a la muerte, o producir afecciones nuevas y males crónicos, muchas veces mas difíciles de combatir que la misma enfermedad primitiva. Tornarme así en el asesino o verdugo de mis hermanos era para mí una idea tan horrible, y tan deprimente que, en los primeros tiempos de mi casamiento, renuncié a la practica para no exponerme mas a perjudicar a otros y pasé a ocuparme, exclusivamente, de química y trabajos literarios.»
Federico Hahnemann inicia los estudios de Medicina [Regresar]
En 1808, Federico, entonces de 22 años, sale de Torgau dirigiéndose a Leipzig, en cuya Universidad se matriculó para hacer su curso médico. Federico, a pesar de su frágil salud y de sufrir escoliosis, acababa de concluir con gran brillo en el Colegio De Torgau, sus estudios preparatorios. Este joven, además de ser excelente orador, era, como su padre, poseedor de extraordinaria vocación para el estudio de los idiomas, tornándose el orgullo y esperanza de sus padres. Gloria inicial de Hahnemann [Regresar]
Entró Hahnemann en un período de gloria. Sus méritos eran propalados por los resultados de las brillantes curaciones que venía haciendo mediante la aplicación de su doctrina. La clientela aumentaba extraordinariamente. Su residencia estaba continuamente repleta de enfermos que buscaban la curación de sus males con los recursos científicos del Maestro. En 1808 se casa su hija mayor, Enriqueta, con el pastor protestante Cristiano Federico Forester, fijando su residencia en Grosslemungen, cerca de Sangerhausen. De este matrimonio nacieron cuatro hijos, nietos de Hahnemann: Luis, Roberto, Adelaida y Angelina. El primero se empleó en el comercio, el segundo dedicóse a la agricultura, la tercera no se casó, y la cuarta se casó con el Sr. Stolberg. Enriqueta, habiendo enviudado, pasó el resto de su vida en Hars, Dresdorf, cerca de Sangerhausen. Guillermina, la segunda hija de Hahnemann, se casó también en 1808 con el maestro Richter, de Gera, habiendo tenido solamente un hijo que fue bautizado con el nombre de Segismundo. Ella falleció a los 30 años de edad en 1818. su hijo Segismundo falleció en 1866. sus restos mortales fueron recogidos en el sepulcro de la familia, en Kötten. Publica todavía Hahnemann: 1. “Consejos de un aspirante al doctorado”. Publicado en 1809 en el “Allgemeine Anzeiger der Deutshen”, No. 227. 2. “La fiebre reinante”. Publicado en 1809 en el “Allgemeine Anzeiger der Deutshen”, No. 261. 3. “Señales de las épocas en el sistema ordinario de medicina”. Publicado en 1809 en el “Allgemeine Anzeiger der Deutshen”, No. 336. En aquellos consejos, Hahnemann prueba la nulidad de la enseñanza de entonces. Organón, exposición de la Doctrina Homeopática [Regresar]
Siempre preocupado con el estudio y la práctica de la medicina que descubriera, publica, por fin, la obra principal de su doctrina: “ORGANÓN DE LA MEDICINA RACIONAL”. Publicado en 1810. Dresde. Arnold, 222 páginas. La segunda edición fue publicada en 1819, con el título “Organón de la Medicina”, título que conservó en las demás ediciones. Contenía 371 páginas. La tercera edición fue publicada en 1824, XXIV-281 páginas. La cuarta edición fue editada en 1829, XVI-307 páginas. La quinta edición vino a la luz de la publicidad en 1833, XXII-304 páginas. Por razón del fallecimiento de Hahnemann, el 2 de julio de 1843, los originales de la sexta edición, apenas quedaron listos para ser enviados al editor. Dos veces estuvieron a punto de perderse. La primera vez que casi se perdió este trabajo fue en ocasión al sitio de París, en la guerra franco-prusiana de 1870 a 1871; y la segunda vez en la invasión de Westphalia, durante la guerra mundial de 1914 a 1918. El Dr. Richard Hael, con ayuda económica del Dr. William Boericke, compró a los herederos de Hahnemann todo el legado literario dejado por el sabio, constituido por 54 cajas, archivos de las historias clínicas de los enfermos que atendió de 1799 a 1843; cuatro grandes volúmenes de cerca de 1,500 páginas, con repertorio alfabético, todavía inédito; 1,300 cartas de médicos de todas partes del mundo dirigidas a Hahnemann; una infinidad de cartas de enfermos con fechas de 1830 a 1835, con anotaciones marginales hechas por el mismo Hahnemann; cartas el Duque y la Duquesa de Kötten, de la hija de la reina Luisa de Prusia; relato de las primeras patogenesias y, finalmente, la sexta edición del Organón, representada por la quinta edición, en la cual el sabio maestro hizo anotaciones y correcciones al margen, con fecha de febrero de 1842, en París. El Dr. William Boericke tradujo el original alemán, “Organon der Heilkunst”, publicado por el Dr. Richard Haehl en 1921, sexta edición al inglés, siendo editada en 1923 por los Sres. Boericke & Tafel, de Filadelfia. Esta sexta edición fue traducida del inglés al castellano por el Dr. Rafael Romero, de Mérida Yucatán, México, para conmemorar el centenario de la celebración del Primer Congreso Internacional Homeopático, por medio de otro Congreso Internacional, reunido en México, del 10 al 16 de Agosto de 1929, y para rendir homenaje a la memoria de los médicos homeópatas que asistieron al Primer Congreso Homeopático que, bajo la presidencia de Hahnemann se reunieron en Kötten, Alemania, el 10 de Agosto de 1829. La excelencia de la traducción del Dr. R.E. Dudgeon, de Inglaterra, de la quinta edición alemana del Organón, fue conservada íntegramente por el Dr. Boericke en la sexta edición. El trabajo del Dr. R.E. Dudgeon es considerado como la más perfecta traducción del Organón, habiéndose agotado rápidamente. Posteriormente C. Wosselhoeft, de Boston, Massachussets, Estado Unidos, hizo otra traducción al inglés de la quinta edición alemana, muy mejorada, editada en 1876 por los Sres. Boericke & Tafel. En 1901 apareció otra reedición americana de la quinta edición alemana, hecha por el Dr. R.E. Dudgeon. Existe en francés la traducción hecha por el Dr. A. J. L. Jourdan, cuyas ediciones impresas por la casa J. B. Bailliere, de París, aparecieron respectivamente en 1832, la primera y en 1834 la segunda, traducida de la quinta alemana, que consta de 295 páginas completadas con algunos opúsculos de Hahnemann hasta llegar a 554 páginas, terminando el libro con la Pharmacopea de Hartmann, traducción de la quinta edición alemana que aumenta la obra a un total de 666 páginas. Hay todavía otra traducción francesa del Dr. Jourdan con comentarios del Dr. Leon Simon (Padre) editada por la casa J. B. Bailliere, en 1856, cuarta edición con 568 páginas. Hay una quinta edición publicada por la misma casa en 1873, con 640 páginas. En portugués hay una traducción hecha por Joao Vicente Martins, el gran propagandista, discípulo amigo dedicado y mayor auxiliar del Dr. Bento Mure, editada en Río de Janeiro en 1846. Fue el Organón también traducido al ruso por el Consejero Wraski, alumno de Hahnemann. En español hay una traducción de la quinta edición alemana, por el Dr. José Sebastián Coll, acompañado de diversos opúsculos del Maestro, con 427 páginas; editada en 1844, por la Tipografía de Ignacio Boix, Madrid. En 1848 apareció todavía la traducción española hecha por el Dr. Juan Sanllehy, bajo el título de “Augusto Guyard, la medicina alopática por sus propios practicantes, con anotaciones críticas y seguida de la Exposición de la Doctrina Homeopática Fundada en la Observación y en la experiencia”. Tipografía Roberto Torres, 201 páginas, Barcelona. A esta se siguió una tercera edición que corresponde a la sexta edición francesa, conteniendo 192 páginas, y poco después la cuarta edición española, correspondiente igualmente a la sexta edición francesa y ésta a la quinta alemana, por el mismo Dr. Juan Sanllehy, conteniendo 191 páginas. Hay todavía otra edición más traducida por el Dr. D. M. Valero, editada en 1853, por la Tipografía de Julián Peña. En 1855 el Dr. Benito García Fernández, de Chile, dio publicidad a una traducción del Organón, en castellano, conjuntamente con la “Medicina Doméstica”, de Hering, formando un volumen de 489 páginas, editado en Santiago de Chile, en la Tipografía Chilena. En 1887 la extinta Compañía de Publicaciones Homeopáticas publicó una traducción castellana del Organón. En 1910, para conmemorar el “Primer Centenario del Organón”, fue publicada la segunda edición mexicana, corregida y revisada por el sabio Homeópata Dr. Higinio G. Pérez, de grata memoria, conteniendo 317 páginas, editada por Tipografía Muñoz y Sierra, en la capital de México. Esta edición corresponde a la traducción española del Sr. Valero con algunas alteraciones hechas por el Dr. H. G. Pérez. El Organón es la obra genial de Hahnemann, en la cual el sabio hace una completa e inteligente exposición de la medicina que descubriera y organizara. Exposición hecha por medio de aforismos involucrando todos los principios y particularidades de su doctrina, desde la patología hasta la profilaxis. En ella el sabio hace un completo estudio de la medicina. es una obra útil para todos los médicos, hasta para aquellos que son contrarios al Maestro. La primera edición del Organón se acompaña de dos partes. La primera parte, destinada a destruir el viejo edificio médico, fue antes publicada en el periódico de su condiscípulo y amigo Hufeland, y también en la “Allgemeine Anzeiger der Deutschen “ de sus amigos Becker y Hennicke. Reservó Hahnemann esta primera parte, la introducción, para un “Golpe de vista sobre los métodos alopáticos y paliativos de las escuelas que han dominado hasta el presente en medicina” y “Ejemplos de curas homeopáticas involuntarias, realizadas por médicos de la escuela antigua, desde Hipócrates hasta Sydenham”. Esta introducción o primera parte ocupó cerca de 100 páginas de la obra, de las cuales unas 60 eran referentes a los casos de curaciones homeopáticas involuntariamente practicadas por notables médicos de la antigua escuela. Cada curación era perfectamente determinada con la referencia del médico responsable por la exposición del caso clínico. La segunda parte de la obra estaba constituida por el Organón propiamente dicho. Fue en esta obra que Hahnemann por primera vez empleó el vocablo HOMEOPATÍA, vocablo creado por él mismo, oriundo de dos palabras griegas: HOMOIS, que quiere decir semejante y PATHOS, que quiere decir enfermedad. Hahnemann no se consideraba descubridor de la “Ley de los Semejantes”, que existía desde Hipócrates; pero reclamaba par sí, con justa e innegable razón, el derecho de haber sido la primera persona que de ella había hecho una demostración práctica. Publicada la primera edición del Organón surgieron los ataques en los periódicos. Panfletos y libros fueron escritos y publicados contra Hahnemann y su obra. Las revistas fueron virulentas en sus ataques, siendo el Maestro injuriado por sus enemigos. Charlatán, fanático e ignorante eran los atributos más corteses empleados contra el gran sabio. Hahnemann, en la primera parte del Organón, se refirió al Prof. Hecker, de la Universidad de Leipzig, en los siguientes términos: “Hecker ha empleado con éxito diversas mezclas de medicamentos en una carie sobrevenida después de la viruela. Por felicidad entra en esta mezcla el mercurio, por lo cual se concibe que la enfermedad pueda ceder, pues es uno de los que entre el pequeño número de agentes medicinales, tiene la facultad de provocar por sí mismo la carie, como muchas veces ha probado el tratamiento mercurial exagerado, sea contra la sífilis o contra otras enfermedades, pudiendo citar entre otros autores a G. P. Michaels. Este metal de tan espantoso cuan formidable empleo, ha sido el provocador de la carie, de la cual se vuelve causa excitadora, ejerce sin embargo, una influencia homeopática extremadamente saludable en la carie que sucede a las lesiones mecánicas de los huesos y de esto nos dan notables ejemplos J. Schlegel, Joerdens, y J. M. Müller. Curaciones de caries no venéreas, que han sido sanadas igualmente por el empleo del mercurio, por J. F. G. Neu y J. D. Metzeger, nos dan una nueva prueba de la virtud curativa homeopática de que esta sustancia está dotada.” Esta afirmación exasperó al Dr. Hecker que contestó a Hahnemann con un folleto de 109 páginas acusándolo de mentiroso; haciendo resaltar lo que él creyó errores, insuficiencia y exageraciones del autor del Organón. Condenó conjuntamente con hábil estilo, la Homeopatía y su enseñanza. Hahnemann no contestó a los ataques de Hecker, ni de otros tampoco, pero permitió que su hijo Federico en 1811, esto es, el año siguiente, publicase una obra de 228 páginas bajo el título “Refutación de los ataques de Hecker”. Publicada la obra, toda la responsabilidad cayó sobre Hahnemann y fue censurado por haber permitido que su hijo Federico, alumno de la Universidad de Leipzig, todavía no graduado, publicara esta obra, atacando a uno de los viejos profesores de esa Universidad. La obra fue juzgada insuficiente, pues se había limitado nada más a refutar uno por uno los puntos de ataque de Hecker, en una verdadera crítica personal. Esta obra fue vertida al inglés por el Dr. R. E. Dudgeon, en 1896, editada en Filadelfia por los Sres. Boericke & Tafel. La aparición del Organón, y las discusiones entabladas alrededor de él, interesaron la opinión publica por conocer la obra y los debates efectuados, llamando la atención para la Homeopatía y su creador. Hahnemann en Leipzig [Regresar]
Después de permanecer 7 años en Torgau, decidió Hahnemann en 1811, ver su querida Sajonia, provincia de su nacimiento. Abandonó Torgau dirigiéndose a Leipzig donde fijó residencia. Su retirada de Torgau fue provocada, principalmente, por haber ordenado Napoleón que se transformara la cuidad en plaza fuerte, cercada de parapetos y fosos. El Maestro no quería quedar encerrado en murallas. Por tercera vez Hahnemann se instala en Leipzig. Pero en esta ocasión venía cubierto de gloria. Sus condiciones económicas eran ahora muy distintas. Adquirió un importante edificio con caballeriza y amplio jardín, situado en Burgstrass, casa denominada “Bandera de Oro”, donde pasó días felices en compañía de su esposa y de los hijos queridos. De una carta suya escrita en 1811, cuando todavía encontraba en Torgau, tomamos lo siguiente: “Vivo en el círculo de mi querida familia, de una mujer de rara bondad y siete hijas educadas, alegres, inteligentes, que constituyen cuidados para mí y suavizan mi vida, aún con música… no podré sentir envidia.” Los “Anales de Medicina General” en noviembre de 1810, prestaron justo homenaje al poder de raciocinio y observación del sabio, sin todavía admitir como evidentes los elementos de su obra. En 1811. otra revista, el “Periódico de Medicina y Cirugía”, en el cual colaboraban los más notables médicos de Alemania, manifestó el sentimiento que poseía del elevado valor de Hahnemann, la confianza que era necesario tener en él mismo para creer en sus descubrimientos. Muchos fueron los ataques sufridos por Hahnemann en la crítica hecha al Organón, ataques a los cuales Hahnemann dio una respuesta colectiva en 1811, en la “Anticrítica”, donde recuerda que Galileo, Harvey (1) y muchos otros hombres de genio no fueron comprendidos por sus contemporáneos y que el destino común reservado a loa innovadores es el de tornarse desconocidos. (1) NOTA DEL AUTOR: William Harvey, notable médico inglés, que en 1628 demostró la circulación en su inmortal obra: “De motu cordis et sanguinis in animalibus”
Los médicos de buena fe admiraban sinceramente “La ley de la semejanza”, ley precisa y perfectamente justificada en la práctica. Algunos pretendieron tratar por los dos métodos y Hahnemann protestó contra esta práctica de semihomeopatía. Materia Médica Pura [Regresar]
Inició Hahnemann en 1811 con la publicación de su Materia Médica Pura: primer volumen, conteniendo 248 páginas, exponía 12 medicamentos en 1811; segundo conteniendo 11 medicamentos, 396 páginas en 1816, tercero conteniendo 8 medicamentos, 288 páginas en 1816; cuarto conteniendo 12 medicamentos, 284 páginas de 1818; quinto conteniendo 11 medicamentos,306 páginas, en 1819; y sexto conteniendo 10 medicamentos, 255 páginas, en 1821. los 6 volúmenes contenían por tanto las patogenesias de 64 medicamentos experimentados en el hombre sano, experimentos en los cuales fue ayudado principalmente por Ahner, Antón, Backer, Becher, Caluss, Cubitz, Franz, Gross, Gunther, Gutmann, Federico Hahnemann, Harnish, Hartmann, Hartung, Haynel, Hempel, Herrman, Hornburg, Kummer, Langhammer, los dos Lehmann, Meyer, Michler, Mockel, Mossdorf, Rosazewsky, los dos Rückert, Stapf, Tenthorn, Yrban, Wagner, Whale, Walther, Wenzel, y Wislicenus. Hahnemann publicó una segunda y una tercera ediciones aumentadas, de la primera parte, respectivamente en 1823 y 1830; de la segunda parte publicó una segunda y una tercera ediciones, respectivamente en 1824 y 1833; de la tercera parte reeditó una segunda y una tercera ediciones aumentadas, respectivamente en 1825 y 1933; de la cuarta parte, reeditó una segunda edición, aumentada, en 1825; de la quinta parte igualmente una segunda edición aumentada, en 1826; de la sexta parte reeditó una segunda edición, aumentada, en 1826. cada parte contenía los mismos medicamentos anteriores, exceptuando la sexta parte que traía Ambra grisea, Carbo animalis, y Carbo vegetabilis que ahí fueron introducidos por primera vez. El Dr. Dudgeon, de Inglaterra, publicó en 1833 una traducción de la Materia Médica de Hahnemann. Hoy todavía una traducción de la Materia Médica de Hahnemann para el francés hecha por el Dr. A.J.L. Jourdan, editada en 1834 por la casa J.B. Balliere, reeditada en 1856 por los Dres. Léon Simon y V. Léon Simon. En esta edición, comprendiendo 4 volúmenes fueron incluidos 114 medicamentos. En español existe una traducción hecha por el Dr. López Pinciano, en dos volúmenes respectivamente con 322 y 331 páginas, editada en 1835 en Madrid, por la Tipografía Ortega. De los 27 medicamentos presentados en “fragmenta de viribus medicamentorum positivis sive in sano corpore observatis” Cuprum, Mezereum, Cantharis, Copaifera, y Valeriana no fueron reproducidos en la Materia Médica Pura. Los dos primeros fueron reproducidos en las “Enfermedades Crónicas” de Hahnemann; Cantharis fue reproducido en la Materia Médica de Hartlaub y Trinks; Copaifera en “The Enciclopedia of Pura Materia Medica”, por el Dr. Timothy F. Allen; y la Valeriana en las adiciones a la Materia Médica, de Stapf. Conferencias en la Universidad de Leipzig [Regresar]
Hahnemann, poco después de instalarse en Leipzig, dirigió una invitación a los médicos que desearan conocer la nueva medicina, interesándose especialmente por la presencia de los miembros del Instituto de la Medicina. Pretendió Hahnemann en esa época, crear un Instituto Médico, de conformidad con los preceptos de la nueva medicina. No lo pudo organizar porque los médicos invitados, indistintamente, no respondieron a su llamado. Decidió Hahnemann solicitar autorización para desarrollar conferencias en la Universidad de Leipzig. Exigiéronle que presentara previamente una disertación para adquirir ciertos derechos. Hahnemann se sometió a las exigencias, presentando una tesis escrita en latín: “Disertatio Histórico-medica de Helleborismo Veterum, Quan defendet auctor Samuel Hahnemann, med. Et Chirurg. Doctor, academ. Magunt. scient. ut societ. physic. med. Erlang. Et societ reg. econom. quoe Lipsioe florest, Sodal honor”, defendida el 26 de junio de 1812. (Disertación histórica y médica sobre el Helleborismo). Hahnemann pronunció la defensa de esta tesis frente a numerosa asistencia, donde se encontraban unos cincuenta sabios, profesores de la Universidad, y a donde la curiosidad había atraído gran número de asistentes. Con su gran erudición, elocuencia y cultura, Hahnemann brilla con sus innumeras citas en alemán, francés, inglés, latín, italiano, griego, hebraico, y árabe, provocando prolongados aplausos de la asistencia. Demostró que el Helleboro blanco es el Veratrum album de los antiguos, pero no hizo ninguna alusión a las leyes del Organón. Ninguna fundada oposición le fue presentada. Se le concedió la autorización para desarrollar sus conferencias según lo había solicitado. El 28 de Septiembre de 1812 se inauguraron las conferencias con asistencia de un numeroso auditorio. Se presentaba dos veces a la semana, los miércoles y los sábados de las 2 a las 3 de la tarde. Uno de sus alumnos, Franz, que vivía en la intimidad del maestro, pintó un divertido cuadro representativo de estas conferencias. Hahnemann, que en esa ocasión contaba con 57 años de edad, muy tranquilo en su gabinete de trabajo, muy correcto en sus maneras y en su vestir, modificábase en estas conferencias, diciéndose que se mostraba enteramente original, pareciendo otro individuo. Por eso, muchos de los estudiantes que asistían a las conferencias, comparecían a ellas como si asistieran a un espectáculo, mientras otros procuraban oirlo con religiosa atención. La sala quedaba repleta y vibraba de animación. A la hora marcada aparecía Hahnemann. Hahnemann era, como en general son todos los genios, de baja estatura, con una frente amplia, y espaldas amplias también, arcadas superciliares salientes. Su cabeza estaba rodeada por una corona de pelo cano y gris. Correctamente vestido, según la moda de la época, traje negro de fino paño, corbata ancha enrollada en el cuello, destacándose su camisa con su pechera alba y reluciente, zapatos siempre muy bien brillantes, finas medias blancas que modelaban la parte superior de sus piernas, siguiéndoles el pantalón de fino paño negro. Aproximábase con su porte correcto, saludaba a la asistencia, sacaba su reloj y lo colocaba frente a él sobre la mesa; abría el Organón y con calma comenzaba a leer y comentar cada párrafo; pero esta tranquilidad no duraba mucho. Hahnemann se emocionaba e iniciaba un formidable ataque a la antigua escuela y sus representantes, a pesar de estar hablando en una cátedra de la Universidad. En ese momento surgían ruidos de disgusto y las manifestaciones más diversas. Hahnemann, en esas conferencias, hacía un tremendo ataque a la Alopatía, lo que ciertamente no era buen método de propaganda. Pero a pesar de los defectos de propaganda, el Maestro fue seguido por algunos estudiantes que constituyeron sus primeros discípulos. Muchos de estos lo abandonaron luego, pero otros como Franz, Gross, Hartmann, Hornburg, Langhammer, los dos hermanos Ruckert, Stapf, y Wislicenus, fueron sus discípulos desde sus primeros momentos y así se conservaron. Estos alumnos dieron una gran prueba de valor e interés por la ciencia, porque el profesor Clarus, jefe de la clínica de la Universidad, era uno de los más terribles enemigos de Hahnemann y de su enseñanza. Él se aprovechaba de su autoridad de profesor de la Universidad y médico de gran reputación en Leipzig, para mover campaña contra Hahnemann y sus discípulos. Terminado el curso de conferencias en la Universidad, ya había obtenido el maestro lo que deseaba: llamar la atención del mundo intelectual y del pueblo en general para la medicina que acababa de descubrir. Prosiguió el curso, en sus misma residencia para donde había atraído a los discípulos que había hecho y a otros más que posteriormente se reunieron a los primeros. Entre sus discípulos se encontraban según dijimos Stapf, Gross, Hartmann, Hornburg, Franz, los dos hermanos Ruckert y otros más. Gross, Hartmann, y Hornburg amigos inseparables, estudiantes de Teología, abandonaron este estudio, ingresando en la Universidad para hacer curso médico. De todos los discípulos de Hahnemann ninguno reveló tanto genio como Hornburg, cuyo infeliz destino lo arrastró a una muerte prematura. Con su genio extraordinario, mucho hubiera hecho por la Homeopatía a no ser por su inesperada desaparición. Franz, estuvo como Stapf, íntimamente ligado a Hahnemann, por quien sentía verdadero cariño filial. De los dos hermanos Ruckert el mayor, Ernesto Fernando Ruckert, nació cerca de Herrnhut, en 1795, ingresó en la Bandera de Oro, como era conocida la residencia de Hahnemann, a los 17 años de edad. Sentía gran afecto por los animales y se tornó en creador de la Medicina Veterinaria Homeopática, porque fue el primero que aplicó la Homeopatía a los animales irracionales. El otro Ruckert, Teodoro, nació en 1800. fue adepto del rigor doctrinario homeopático. Hahnemann exaltaba su gran valor. Instituto Homeopático [Regresar]
Iniciadas las conferencias en la Universidad de Leipzig, Hahnemann inauguró en su misma residencia, en la “Bandera de Oro”, el Instituto Homeopático, donde recibía a sus discípulos, ministrándoles la teoría de la doctrina y la práctica clínica de la nueva medicina, en cursos de seis meses al año. Acostumbraba recibir a sus alumnos en la noche, en la intimidad de su hogar, con los cuales discutía sobre la nueva y la vieja medicina, esclareciéndoles los puntos que les parecían oscuros. En 1813 publicó Hahnemann”Espíritu de la Nueva Doctrina Médica”, en el “Allg. Anzeig. der Deutschen”, marzo, páginas 625. este trabajo que representa una especie de extracto del Organón, fue posteriormente reproducido bajo una forma más completa, en la segunda parte de la Materia Médica Pura y se encuentra consignado en la traducción de esta Materia Médica hecha por el Dr. Dudgeon. Fue también en 1813 que Hahnemann tuvo la feliz oportunidad de someter su medicina una vez más a una prueba precisa y concreta. Una epidemia de tifo, traída de las estepas orientales por los ejércitos de Napoleón, cundía en Leipzig. Hahnemann es llamado para proporcionar los recursos de la nueva doctrina médica. Su victoria fue admirable, obteniendo curaciones que alcanzaron el límite de lo increíble. Publicó Hahnemann en 1814, en la “Allg. Anzeig. der Deutschen”,, No. 6, el “Tratamiento del tifo o fiebre de los hospitales, actualmente reinante”. En 1816, el gran reformador de la medicina, publicó en la “Allg. Anzeig. der Deutschen”, en el No. 211, un artículo “Sobre la enfermedad venérea, y lo inadecuado del tratamiento usual…” Habiendo el Prof. Dzondi, de Halle, preconizado un remedio contra las quemaduras, Hahnemann, combatiendo las ideas de este profesor, publicó en 1816 en la “Allg. Anzeig. der Deutschen”, en los No´s. 156 y 204, artículos “Sobre el tratamiento de las quemaduras”. La discusión entre Hahnemann y el Prof. Dzondi siguió hasta 1818, cuando Hahnemann ya no le quiso seguir contestando. Doctor Federico Hahnemann [Regresar]
Federico Hahnemann, doctor a los 26 años, inteligente como era, constituía una grande esperanza. Después de su casamiento fijó residencia en Wolkenstein, en el Erzgebirge, donde hacía clínica según los recursos de la nueva medicina. Como también se había recibido en farmacia, le permitía distribuir medicinas a sus enfermos, lo que no les era permitid a otros homeópatas. A pesar de lo legal de este derecho, los farmacéuticos comenzaron violenta persecución. Le levantaron acusaciones calumniosas que aunque sin fundamento, obligaron al Dr. Federico Hahnemann a huir para Holanda, cambiándose después para Hamburgo, y finalmente para Inglaterra de donde una que otra vez escribía a sus padres y a sus hermanos cartas incoherentes, una de las cuales en 1819, provocó esta frase del viejo Hahnemann: “Mi pobre hijo está loco”. El fin del Dr. Federico Hahnemann, todavía se encuentra envuelto en un misterio. Una de sus cartas, escrita en Inglaterra, anunciaba a su viejo padre su pronto regreso a Alemania, a donde nunca más regresó. En 1828 cesaron sus noticias, siendo sus últimas cartas escritas en Tenerife. Se supone que se haya dirigido a América, por los indicios de su presencia en algunas ciudades de los Estados Unidos. En Ludlowville, New York, vivió un médico alemán que se decía hijo del fundador de la Homeopatía practicando ahí en 1828 la nueva medicina. sus señas coincidían con las del Dr. Federico Hahnemann. Declaraba haber huido de las persecuciones y era considerado como semiloco por sus maneras y sus hábitos. Practicó ahí, curaciones milagrosas desapareciendo después. En 1832 o 1833 durante una epidemia de cólera morbus, aparece un médico en San Luis en los Estados Unidos, que mucho se parecía al Dr. Federico Hahnemann. El trataba gratuitamente con remedios sin dolores y sin sabor. Un día desapareció de San Luis y nunca más se supo de él. La viuda del Dr. Federico Hahnemann vivió pobremente, falleciendo en Leipzig el 22 de marzo de 1858. dejó una hija que se casó con el rector Hohlfeld, en Dresde, del cual tuvo seis hijos, tres parejas. Ataques a la Homeopatía [Regresar]
En 1815, el Maestro publicó: “Examen de las fuentes de la materia médica ordinaria”. En 1819, Hahnemann publicó en la “Allg. Anzeig. der Deutschen”, un artículo “Sobre la falta de caridad para con los suicidas”. Cesados los ataques del Prof. Dzondi, ya referidos, surgió en 1819 el Dr. Bishof, de Praga, haciendo una crítica muy severa a la Doctrina Hahnemanniana en sus “Consideraciones en honor a la terapéutica actual y sobre las primeras leyes fundamentales del método Homeopático”. Este médico admitía y defendía la sangría tan acremente rechazada por Hahnemann. El Prof. Puchelt, a pesar de ser alópata, publicó en el periódico de Hufeland, un artículo defendiendo a Hahnemann de los ataques del Dr. Bishof, exaltando su personalidad, pero dirigiéndole al mismo tiempo severa censura; deplorando el menosprecio con que trataba a sus adversarios, el desdén por sus argumentos, perjudicando a sus ideas y a sus alumnos por el xclusivism0o mantenido. “Deseamos de todo corazón, dice el Prof. Puchelt, que la Homeopatía, cuando se aproxime un día a la medicina científica, pueda tener una simplicidad todavía mayor en la utilización de los medicamentos”. Hahnemann no contestó al Dr. Bishof ni al Prof. Puchelt. A los 65 años, se había vuelto insensible a los ataques de sus contrincantes. Dejó a sus discípulos la incumbencia de contestarles. Unificación de las Doctrinas Médicas [Regresar]
No hay medicina más científica que la Homeopática. Sus adversarios no la podrán privar de ese derecho natural. La alopatía es la que deberá de convertirse a la Homeopatía, utilizando la ley de la semejanza, logrando la unificación de todos los métodos y sistemas de curación para construir propiamente la medicina con sus requisitos de racionalidad. No está lejos la unificación que habrá de construir la medicina única, en la cual ya no veremos la separación de médicos en alópatas y homeópatas. Éxitos y ataques [Regresar]
Los escritos de Hahnemann, libros, opúsculos, artículos en periódicos y revistas etc., le sirvieron de propaganda a tal punto que médicos y laicos de todas partes del mundo, enfermos juzgados incurables, iban a Alemania a someterse al tratamiento de la nueva medicina, enfermos para los cuales la antigua medicina se revelara impotente. Entre estos enfermos se encontraban notables médicos de varios países como eran los doctores Aegidi, Peterson, Necker y muchos otros. Los éxitos de Hahnemann, lejos deliberarlo de los ataques de los envidiosos e innobles enemigos, sirvieron, al contrario, para despertar nuevas investidas, con la virulencia de los últimos estertores de sus mezquinos enemigos. Sus éxitos crecían y con ellos la persecución de los adversarios, entre los cuales destacaban los farmacéuticos, porque Hahnemann, desobedeciendo la ley, preparaba sus medicamentos y los distribuía a sus enfermos. Los farmacéuticos instigados por los profesores de la Universidad de Leipzig, entre los cuales se encontraba el Prof. Clarus, decidieron denunciarlo. Hahnemann dirigió un memorial al gobernador de Sajonia en 1820, “Sobre la preparación y distribución de los medicamentos por los médicos homeópatas”. Demostró el gran Maestro que sólo administraba medicamentos simples. El gobernador de Sajonia resolvió favorablemente, con algunas restricciones, el memorial de Hahnemann. Autorizó a Hahnemann, como a cualquier otro médico, a distribuir medicina a los enfermos que se encontraran muy alejados de los centros populosos, a los pobres y en casos de urgencia. Pero los farmacéuticos no se desanimaron y persiguieron a Hahnemann mientras este vivió en Leipzig. Con aquella autorización surgieron los pequeños botiquines portátiles. Los alumnos del sabio, fueron igualmente perseguidos, lo que los obligó a formar una Asociación de Homeópatas para su defensa. El 5 de febrero de 1821, 13 médicos publicaron en el “Periódico de Leipzig” un largo artículo declarando que la Belladona había sido conocida y empleada mucho antes de Hahnemann. Éste contestóles afirmando que sus enemigos deseaban alejarlo de Leipzig, cosa que ya pensaba hacer desde 1820. la elección de la nueva residencia era la único que retardaba su retirada de Leipzig. Ignoraba dónde podría encontrar un lugar en el cual los farmacéuticos lo dejaran en paz. Luego que encontrara ese lugar, dejaría Leipzig. Tratamiento del príncipe Schwarzenberg [Regresar]
En 1820, Hahnemann fue llamado para tener bajo su asistencia médica al príncipe Schwarzenberg, el vencedor de Napoleón en 1813. el príncipe tenía una hemiplejia derecha, desde el 13 de julio de 1817, bajo los cuidados de los Dres. Von Sax y Marenzeller, sin lograr ninguna mejoría. La homeopatía era prohibida en Austria por decreto del emperador Francisco I, desde 1819, conquista del Dr. Von Stifft, médico particular del emperador. Pero a pesar de ese decreto, Hahnemann sería recibido y acogido con honores en Viena. El Maestro rehúsa abandonar Leipzig, y por eso el príncipe de transportó de Viena a Leipzig. Instalóse cerca de la Cuidad Universitaria, entregándose a los cuidados de Hahnemann. El sabio le impuso un riguroso régimen dietético y pronto se notó mejoría. El Dr. Von Sax y otros médicos que acompañaron al príncipe, deseaban iniciarse en el estudio de la Homeopatía; pero Hahnemann, pésimo diplomático, no se prestó a esto. Los alumnos del sabio, también se alejaron de los médicos austriacos, exceptuando Hornburg que se ligó íntimamente a ellos. El príncipe, luego que se sintió mejor, rehusó obediencia al régimen dietético, entregándose al uso y abuso de bebidas alcohólicas, y otros excesos muy habituales en su persona. La agravación del mal, no se hizo esperar. El Dr. Von Sax, apela a los socorros de la Alopatía, en lo que fue encontrado in fraganti por el mismo Hahnemann. Este lo encontró en el momento en que iba a sangrar al enfermo. Hahnemann ya no volvió. Cinco semanas después, el 15 de octubre de 1820, fallecía al príncipe a los 49 años de edad víctima de un ataque de apoplejía. Como era de prever, los profesores de la Universidad, atribuyeron a Hahnemann la muerte del príncipe. El profesor Clarus que autopsió el cadáver del príncipe, presentó argumentos capciosos para difamar a Hahnemann, calumniándolo horriblemente. Hahnemann en Anhalt [Regresar]
El Duque de Anhalt, Fernando, se presenta en ayuda de Hahnemann, alejándolo de la dificultad en que se encontraba. Ofrecióle asilo en su ducado, donde podría proseguir en sus estudios en la práctica de la medicina homeopática, preparar sus medicamentos y distribuirlos libremente a sus enfermos. Al mismo tiempo, lo nombró médico privado de la corte ducal, elevándolo a la dignidad de Consejero áulico, esto es, Consejero de la Corte. El Duque de Anhalt, cubriendo a Hahnemann con su soberana protección y su honrosa hospitalidad contribuyó a la propaganda y desarrollo de la Homeopatía de manera positiva, haciéndose acreedor a una posición destacada en la historia de la Homeopatía. Alcanzó por los servicios prestados a la causa homeopática una envidiable posición en los hechos de la medicina moderna. Kötten, capital del ducado de Anhalt, era una ciudad de seis mil habitantes, atravesada por el río Saala. Se encuentra entre Leipzig y Magdenburgo a 50 kilómetros de cada uno y a 20 de Dasau. Hahnemann recibe con satisfacción la invitación del duque, a quién no oculta su eterna gratitud por ofrecerle asilo, donde tranquilamente podría proseguir en los estudios de su doctrina médica. En Kötten, iba a encontrara a su amigo Sternegg, Gran Maestro de la Corte, a quién Hahnemann había curado de grave enfermedad. El príncipe Fernando, Duque de Anhalt, admiraba el valor de Hahnemann que a todo resistía aunque atacado por todos lados. En junio de 1821, Hahnemann, con su equipaje acomodado en 11 carros, acompañado de su familia y por varios discípulos, deja Leipzig y se dirige a Kötten, en el Ducado de Anhalt, su nueva residencia. Entre estos discípulos, dos, Mossdorf y Hayner, lo acompañaron hasta Kötten, donde Mossdorf fijó residencia, casándose el año siguiente con Luisa, la más joven de las hijas de su gran Maestro. El Duque y la Duquesa, recibieron a Hahnemann con especial cariño pero la población le recibió como a un réprobo. Esta actitud de la población despertó en Hahnemann la idea de regresarse a Leipzig, pero el Duque y la Duquesa con sus atenciones y amistad, lo disuadieron de semejante idea. Hahnemann al llegar a Kötten se hospedó en el Gran Hotel. Para ser burgués en Kötten, era necesario poseer un inmueble. Era necesario ser propietario de una casa para formar parte de la clase social del lugar. Hahnemann compró la casa número 270 en Wallstrasse, que posteriormente pasó a ser el número 4. a pesar de la protección y de las maneras atentas del príncipe Fernando, Duque de Anhalt, y de la Duquesa Julia, la población por mucho tiempo se mostró indignada contra el gran sabio. Durante los 15 años que vivió en Kötten, Hahnemann pocas veces salió de su residencia para ir al castillo del Duque. Su clientela, sus estudios y el cariño de su esposa y de sus hijas, lo absorbían. En el exterior, los ataques a la Homeopatía y a Hahnemann siguieron, pero el Maestro ya no les daba ninguna importancia y ya no los contestaba. Los favores del Duque se extendieron hasta Mossdorf que en 1824 fue nombrado médico de los domésticos del castillo. Protegido por el Duque, Hahnemann pudo entregarse a sus estudios libre de las persecuciones que en Leipzig llegaron a comprometer su existencia. Publica Hahnemann, todavía en 1821, el “Tratamiento de la púrpura miliar”, en la “Allg. Anzeig. der Deutschen”. Las pequeñas dosis [Regresar]
La lucha en contra de Hahnemann, sus teorías y sus discípulos llega a su clímax en 1825 con el empleo de las dosis infinitesimales. Las hostilidades crecieron con la dilución de los medicamentos, ataques violentos y progresivos. Hasta entonces Hahnemann empleaba los medicamentos y en fuertes dosis de tintura y bajas atenuaciones. Reconociendo que esta posología provocaba agravaciones nocivas al enfermo, retardando y perjudicando la curación, el gran maestro inició la atenuación sucesiva de los medicamentos, deteniéndose en la trigésima dinamización, aconsejando a sus discípulos no transponerla. Pero en los últimos años de su vida, ya empleaba la sexagésima y hablaba de la centésima, quineientosava, trecientosava y todavía más allá de dinamizaciones. Ningún valor dio el Maestro a los ataques, estregado a sus estudios, a los cuidados de su clientela, a la enseñanza de sus discípulos y al cariño de la familia; despreciaba las manifestaciones exteriores en pro o en contra de sus idas. Repelía la lisonja, no admitiendo en absoluto la adulación. Escribía él, a su querido discípulo y amigo Stapf, al terminar una carta con fecha 7 de diciembre de 1816: “No me dirijas elogios, no me gustan, soy hombre sencillo y recto, cumpliendo nada más con mi deber. Deseo que mutuamente nos estimemos con expresiva intimidad y por medio de hechos que puedan ser reconocidos.” Publicó también Hahnemann en 1825, “¿Cómo podrá extirparse de manera segura la Homeopatía?, en la “Allg. Anzeig. der Deutschen”, e “Información para el investigador de verdad”, también en la “Allg. Anzeig. der Deutschen”. Este trabajo fue amplificado e incluido en el volumen VI, segunda edición, de la Materia Médica Pura, en 1827, bajo el título: “¿Cómo pueden pequeñas dosis de medicamentos tan atenuados, tales como las dosis empleadas por la Homeopatía, tener un gran poder?”
Sinsabores de Hahnemann; Dres. Suss, padre e hijo [Regresar]
Además de los ataques y persecuciones de los enemigos de su medicina, sufría Hahnemann disgustos provocados por circunstancias de su misma familia. Mossdorf, su discípulo y yerno, casado con su hija Luisa, se retira de Kötten, abandonando la ciudad y la familia. A fines de 1826 murió el Dr. Suss, su yerno casado con Amelia, dejando un hijo recién nacido, el pequeño Leopoldo. La viuda Amelia busca la casa de sus padres en Kötten, donde el pequeño Leopoldo vivió en compañía de sus abuelos hasta los nueve años de edad. El niño de 1826 se tornó posteriormente en el Dr. Suss Hahnemann. A pesar e tales contratiempos, Hahnemann proseguía en sus estudios desarrollando la medicina que había descubierto, exponiendo concepciones y analizando doctrinas. |
Enfermedades crónicas [Regresar]
A partir de 1816, Hahnemann comenzó que los brillantes resultados por él obtenidos con los medicamentos homeopáticos de acuerdo a sus concepciones, en las enfermedades agudas, no se verificaban en las enfermedades crónicas, donde muchos eran los fracasos. Comenzó desde entonces a buscar la causa o causas de tales fracasos. Gracias a su genio, a su inteligencia poco vulgar, su amor al estudio, su dedicación a las investigaciones científicas, pudo el sabio de Meissen, 12 años después de estudios interrumpidos, en 1827, exponer a sus alumnos más queridos, como eran Stapf y Gross, la elaboración de una doctrina, con una original concepción sobre las enfermedades crónicas. A ellos confió el secreto de su nuevo descubrimiento, deseando oír la opinión de sus discípulos antes de publicarlo:”Para que no sea perdida la ciencia para todo el mundo, dice él, pues un poco antes de la conclusión de este libro, una suprema señal, me habrá llamado a la Eternidad, lo que no puede ser difícil a los 73 años de edad.” En 1823, había Hahnemann curado al Cónsul General Baumgaertner, de Berlín, que hacía mucho sufría de una enfermedad crónica juzgada incurable. Y muchas otras curas había hecho de acuerdo con la nueva concepción de enfermedades crónicas. Manifestó Hahnemann el deseo de obtener un hospital Homeopático, donde pudiera poner en práctica su nueva concepción, pero las condiciones financieras del Ducado, no le permitieron al príncipe Fernando, satisfacer los deseos de su médico privado. Hahnemann se entregó a la observación de la nueva doctrina sobre las enfermedades crónicas en la clientela y los resultados obtenidos fueron siempre alentadores, comprobando las verdades que había previsto. Las respuestas de sus discípulos Stapf y Gross fueron favorables al pensamiento y a la nueva concepción de Hahnemann. De acuerdo con la nueva concepción Hahnemanniana, las enfermedades crónicas comprenden: Psicosis, sífilis y psora, todas producidas por miasmas crónicos; psicosis y sífilis producidas por miasmas específicos y la psora abarcando una multitud de enfermedades crónicas originarias de miasmas diferentes y distintos, pero bajo una constitución que previamente hubiése sufrido la infestación del ácarus, productor de la sarna. De allí la denominación psora. En 1828 después e 12 años de continuos estudios y aplicaciones de su nueva concepción, Hahnemann dio publicidad a su tratado de las “Enfermedades crónicas, su naturaleza especial y su tratamiento Homeopático”. Editado en Dresde, por Arnold, en dos partes. La primera con 241 páginas y la segunda conteniendo 362. en 1830 publicó la tercera, cuarta y quinta partes, editadas en Dusseldorf, por Schaub. En 1835 fue editada una segunda edición, aumentada, de las dos primeras partes; en 1837, una segunda edición, también aumentada, de la tercera parte; en 1838 y una segunda edición de la cuarta parte y en 1839 una de la quinta parte. Fueron publicadas dos ediciones en francés, traducción del Dr. A.L.J. Jourdan, respectivamente en 1832 y 1846, en París. La primera edición de componía de dos volúmenes y la segunda de tres volúmenes, teniendo respectivamente 635, 589 y 644 páginas bajo la denominación de “Doctrine et traitment Homeopathique des Maladies Chroniques”. En español, hay traducción hecha por el Dr. Robustiano de Torres Villanueva, traducida de la edición francesa, con algunas anotaciones y editada en 1849 en Madrod por la Tipografía Viuda de Sánchez, con 238 páginas. De esta traducción fue reimpresa una segunda edición. En Inglés fue editada una traducción hecha por Hmpel. Jubileo de Hahnemann; Primer Congreso de Homeopatía; rechaza la mezcla de medicamentos [Regresar]
Los discípulos, amigos y clientes de Hahnemann, resolvieron festejar con la mayor pompa posible el día 10 de agosto de 1829, día en que Hahnemann completaba 50 años de su doctorado, esto es, su jubileo científico. A esta fiesta comparecieron más de 400 personas, venidas de todas partes de Europa, llenando los Hoteles de Kötten que fueron insuficientes para atender a las solicitudes de hospedaje. El programa de las fiestas, fue escrito en latín y firmado por más de 400 personas, entre las cuales se encontraban muchos médicos extranjeros, cuyas ideas estaban en armonía con las concepciones del Maestro. Los diferentes grupos y asociaciones homeopáticas se unieron y prepararon una magnífica y solemne conmemoración exaltando así el mérito incomparable de aquel a quien consideraban el más eminente médico, el único que diera una orientación positiva a la medicina. La Facultad de Medicina de la Universidad de Erlangen, donde Hahnemann se diplomara el 10 de agosto de 1779, envió un Diploma de Honor, recordando su tesis de 1799. Stapf, su amigo y discípulo predilecto, ofreció al Maestro querido, una edición de lujo de los pequeños escritos médicos de Hahnemann, cuyo ejemplar único se encontró posteriormente en poder del Dr. Sauss Hahnemann, nieto del sabio. El escultor Dietrich, de Leipzig, esculpió un busto del Maestro; el pintor Schopper de Berlín, pintó un retrato al óleo del genial sabio. Fue también grabada una medalla conmemorativa con el perfil de Hahnemann. a todas las manifestaciones se asociaron el Duque y la Duquesa D´Anhalt. En ese mismo día se realizó la reunión de los homeópatas, en Congreso, bajo la presidencia del Maestro en persona. Diferentes asuntos fueron presentados y discutidos en esa reunión, muchos de los cuales se referían a la misma vitalidad de la homeopatía, como fuera el de la mezcla de los medicamentos al principio aceptada por Hahnemann, rechazándola sin embargo inmediatamente, con el mayor rigor, después que los argumentos de algunos de sus discípulos lo hicieron comprender el grave error en el que se estaba precipitando. Felizmente todavía a tiempo, el glorioso Maestro vio el abismo en el que iba a caer su incomparable creación. En ese congreso se discutió la reunión de fondos para la instalación de un Hospital Homeopático, el máximo deseo del Maestro. Para poner en práctica esta idea se organizó, en la primera reunión, la Central – Verein, sociedad central de propaganda, acordándose que anualmente se reunirían el 10 de agosto. Se estableció una cuota destinada a la formación del capital necesario para la fundación del Hospital Homeopático. El Duque y la Duquesa, como dijimos, se unieron a las muestras de simpatía y a los homenajes prestados al Gran Reformador de la Medicina, el genial Samuel Hahnemann, según se puede comprobar en las cartas que siguen.
Cartas del Duque y de la Duquesa D´Anhalt a Hahnemann [Regresar]
“Mi caro Consejero áulico Hahnemann: Me felicito mucho de poder también felicitaros hoy por el jubileo de vuestro doctorado semisecular. Por el descubrimiento y fundación de la homeopatía, actualmente propagada por todas partes del mundo, vos presentásteis tan gran servicio a la humanidad que de buen grado vengo a unirme a vuestros admiradores para pagaros una deuda de gratitud. Como jefe de Estado, tócame, además de ese, el doble deber de expresaros mi más profundo reconocimiento por los inmensos bienes que yo y mi país hemos recibido de vuestra práctica médica. Recibid, pues mis votos y protestas de estimación, los más sinceros, rogándoos al mismo tiempo aceptéis esta caja con mi firma de brillantes, como recuerdo de este día y como insignificante prueba de mi soberana satisfacción y aprecio por vuestros servicios, etc. Kötten, 10 de agosto de 1829. (Firmado) Duque D´Anhalt.” “Mi muy respetable Consejero áulico: No quiero también por mi parte dejar de presentaros hoy mis respetos, los más sinceros por vuestro jubileo semisecular. Tocasteis la meta gloriosa para la cual convirgieron muchos años llenos de trabajos útiles, teniendo actualmente la satisfacción de ver maduros los frutos admirables de vuestros esfuerzos por la propagación de la Homeopatía, tan apreciable y benéfica para la humanidad: Que podáis vos ahora gozar por mucho tiempo y sin perturbación, de esta noble felicidad y quedar al mismo tiempo persuadido de que yo tomaré siempre por ella el más vivo interés. Aceptad este presente como prueba de mi reconocimiento y la repetida seguridad de mi particular estimación y amistad. Kötten, 10 de agosto de 1829. (Firmado) Julia, Duquesa D´Anhalt”. Estas dos cartas, preciosos documentos históricos, representan no solamente el cariño y las atenciones que los Duques D´Anhalt dispensaron a su médico, sino además el entusiasmo con que acogían y protegían la nueva medicina. El centenario de este Primer Congreso Homeopático fue conmemorado en la capital de México, el 10 de Agosto de 1929, según sugestión del mismo autor de este libro. (Véase Revista Homeopática Internacional. Tomo II No. 4 página 247, Enero de 1928). Fallecimiento de Juana Leopoldina Enriqueta Hahnemann [Regresar]
El 31 de marzo de 1830, a los 67 años de edad, falleció la esposa del gran sabio rodeada de cuidados y atenciones del Maestro y sus hijas. La enfermedad que la llevó a la tumba se manifestó en esa misma primavera, repetición de un mal que ya le había atacado en 1827, un “Catarro de la tráquea”, agravado todavía más por una “Ulcera purulenta”. Su muerte fue rápida, ignorando su grave estado de salud los mismos amigos más íntimos de la familia y aún la Duquesa D´Anhalt. Después del fallecimiento de su esposa, Hahnemann redactó escritos sobre esta notable mujer, dirigiéndole merecidos elogios y criticando algunas de sus actitudes. Fue una mujer de gran corazón y resignadamente dispuesta al sacrificio que condujo a su esposo a la gloria. Vida dedicada al sufrimiento, supo la venerable esposa de Hahnemann soportarlo con abnegación, enteramente entregada a sus deberes domésticos, velando por su hogar, en los cuidados de la educación de sus hijos, en el apoyo moral que impulsaba al Maestro en la esperanza de la victoriosa gloria. Anteriormente a las investigaciones históricas hechas por el Dr. Richard Haehl, pesadas y groseras críticas eran hechas a la Sra. Hahnemann, cuyos defectos estaban muy por arriba de sus pocas virtudes. Pero ahora que está reconocido el error de tales opiniones, es deber sagrado de los historiadores que se ocupan de la homeopatía, el levantarla del descrédito en que la habían colocado en el pasado. Fue compañera dedicada del Maestro, a cuya ayuda debemos la victoria del Gran Genio de Meissen, sirviendo sus virtudes y abnegación para el sacrificio como incentivo de mayor energía para el esposo querido. No fue una mujer vulgar, como afirmaron los historiadores. Fue por el contrario un ángel de virtudes, un ejemplo de resignación y sacrificio en pro de la concepción victoriosa del sabio Samuel Hahnemann, su amado esposo. Murió después de haber asistido a la consagración de su compañero, por ocasión del jubileo del sabio, en 1829, recompensada del sacrificio y de la abnegación que tuviera para la conquista de tal gloria. Fallecimiento del Duque D´Anhalt [Regresar]
El año de 1830 fue lleno de desgracias para Hahnemann. Además de la pérdida de su querida esposa, sufrió también la de su gran protector el Duque Fernando, cuyo Ducado pasó por herencia a su hermano el Duque Enrique. Los enemigos de Hahnemann procuraron interceder ante el sucesor del Duque Fernando para que el sabio fuera privado del derecho de dar medicinas a sus enfermos y para hacerlo modificar sus escritos obre el cólera, esto es, negar que el cólera era una “enfermedad contagiosa producida por un miasma agudo”. No obtuvieron lo que pretendían. Verdad prevista y afirmada en una época muy anterior al advenimiento de la microbiología. Mucho antes de Pasteur, por lo tanto, Hahnemann ya sospechaba de la existencia de un miasma contagioso, transmisor de enfermedades. Continuación de los trabajos de Hahnemann [Regresar]
En 1831, año inmediato a aquel en que fallecieron su esposa y su gran protector el Duque Fernando, publicó Hahnemann: 1. “La Aloptía. Una palabra de advertencia a los enfermos”. Leipzig, Baumgartner, 32 páginas. 2. “Una advertencia a los filántropos sobre la infección del cólera asiático”. Leipzig, Berger, 20 páginas. 3. “Sobre el tratamiento preventivo y curativo del cólera asiático”. Kötten. Aue. 4. “Carta sobre la curación del cólera”. Berlín. Aug. Hirschwand, 15 páginas.
En estos trabajos sobre el cólera asiático, el anciano Maestro, no solamente describió la sintomatología y la terapéutica a emplear, sino también la profilaxis individual. En la terapéutica, el aconsejó Camphora, Cuprum met., Veratrum album, Rhus tox., Bryonia alb., Phosphorus y Phosphoic acidum, según los preceptos de selección de la medicina homeopática. Como profilácticos Cuprum met., y Veratrum album. Con su doctrina la proporción de muertes era de 2 en 49 enfermos, al paso que en el método alopático era de 2 en cada 5. Sostenía Hahnemann la teoría del contagio, a pesar de todavía no ser utilizado el microscopio, como actualmente lo es en los conocimientos médicos, conocimientos que llevaron a Pasteur a llamar microbio a lo que él llamó miasma. Por sus estudios y observaciones, Hahnemann presintió el microbio llegando a afirmar la existencia del contagio por el producto. Pero la concepción de miasma de Hahnemann, va más allá del microbio, llega al virus filtrante, al ultravirus de las modernas concepciones. En el año siguiente, 1832, Hahnemann publicó:”Sobre la curación del cólera”, con un apéndice. Nurnberg, Stein. Y “Observaciones sobre la atenuación extremada de los medicamentos homeopáticos”. En 1833 publicó Hahnemann: “Repetición de un medicamento homeopático” y “Ejemplos de tratamientos homeopáticos”. Y en 1835: ¿Será posible una alianza entre la Homeopatía y la Alopatía?” Hahnemann niega tal posibilidad y así pensaron sus mejores discípulos, como igualmente piensan los actuales, quienes sustentan las doctrinas Hahnemannianas. Homeópatas liberales y homeópatas Hahnemannianos [Regresar]
Creciendo el número de partidarios de la nueva medicina, surgieron las interpretaciones de puntos de doctrina. Estas interpretaciones dieron origen a dos grupos de homeópatas: los liberales y los Hahnemannianos, o pseudo homeópatas y ortodoxos. El Maestro deploró la separación, no considerando como discípulos suyos s los pseudo homeópatas, a los cuales denominaba “criaturas híbridas, anfibias” y otros calificativos propios para definir la situación de los revelados en contra de los principios doctrinales. Algunos de los discípulos de Hahnemann, instalados en Leipzig, cuyo éxito aumentaba el concepto de la nueva doctrina médica, se dejaron dominar de recíproca envidia en perjuicio de la nueva medicina. Haubold, deseando aniquilar la inconveniencia de esa actitud de sus colegas, decidió crear en 1829, la “Sociedad de los Médicos de Leipzig partidarios de la Homeopatía” sociedad de la cual formaban parte los homeópatas puros y los liberales, esto es, los homeópatas Hahnemannianos los que se mantenían fieles a los principios del Maestro, y los que sólo aceptaban los principios del Maestro como base, orientándose con otras tendencias. La publicación del TRATADO DE LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS vino a aumentar la diferencia de opiniones, siendo las teorías de la psora y las de las altas dinamizaciones acogidas con entusiasmo por algunos y ácredamente repelidas por otros, estableciéndose así una mayor separación entre los discípulos del sabio Maestro, cuya cohesión jamás debería haber sido quebrantada. Ésta situación mejoró un poco en 1832 con la creación y la aparición, el 1º. De julio, de la Revista Universal de Homeopatía, la Allgemeini Homeopathische Zeitung, órgano de la Sociedad Universal de Homeopatía, bajo la presidencia del Dr. Mauricio Müller, siendo secretario el Dr. Haubold, y creada en la misma ocasión. Fundación del primer Hospital Homeopático; divergencias y ataques [Regresar]
Reunidos los homeópatas decidieron instalar un Hospital Homeopático, ejecutando así el acuerdo tomado en ocasión de la reunión del Primer Congreso Homeopático, el 10 de agosto de 1829, en Kötten, bajo la presidencia de Hahnemann, a quien se dio a conocer la organización del hospital. Hahnemann contestó a la sociedad agradeciendo la comunicación, llamando particularmente la atención del Dr. Mauricio Müller para velar por la “pureza de la doctrina” en el nuevo hospital, en cuyas clínicas jamás debían ser heridos los principios rigurosos de la nueva medicina. Presintiendo Hahnemann no ser el Dr. Mauricio Müller un Hahnemanniano puro, escribióle, en octubre de 1932, para que confiara la dirección del Hospital Homeopático al Dr. Schweickert, representante de la pureza homeopática, reservándose al Dr. Müller el cargo de subdirector. El Dr. Müller dio una respuesta ambigua rehusándose a satisfacer los deseos de Hahnemann, declarando que antes de recibir su cargo, ya había confiado la dirección del hospital a una junta constituida por los Dres. Hartmann, Haubold y Franz. Hahnemann, que conocía a los homeópatas, sus discípulos, distinguiendo los puros de los impuros, tuvo una perfecta visión de lo que iba a ser el nuevo hospital. Por eso publicó, el 3 de noviembre de 1832, en el “Leipzig Tageblatt”, un fulminante ataque bajo el título “Una palabra a los semihomeópatas de Leipzig”, en contra de los médicos que empleaban las dos terapéuticas, dirigida principalmente a los Dres. Muller, Hartmann y Haubold. Una protesta firmada por 11 médicos homeópatas de Leipzig, reclamando la libertad de convicciones científicas que deseaban poseer y mantener, fue redactada y publicada en un estilo conciliatorio. Establecióse la separación. Los Hahnemannianos se aproximaron a Hahnemann y de él se alejaron los liberales. El 10 de noviembre de 1832 fue el Dr. Mauricio Müller nombrado director del primer Hospital Homeopático, teniendo a los Dres. Hartmann como su asistente y Haubold como su inspector de clínica. El hospital, instalado en San Juan, suburbio de Leipzig, en una región desierta, cerca de Sandthor, en Glokemstrasse I, edificio compuesto de tres pisos dividios dividido en pequeños compartimentos. En el primer piso fue establecida, la farmacia, la biblioteca, casi toda ofrecida por Hahnemann, la sala de conferencias y la enfermería para hombres, con 12 camas. El segundo piso fue reservado a las instalaciones de enfermería par señoras, igualmente con 12 camas y habitaciones para las enfermeras. El tercer piso fue destinado a la cocina, administración, y servicios. Como vemos, el hospital tenía nada más 24 camas, 12 para cada sexo. Instalaciones modestas, pero confortables y aseadas, en un ambiente tranquilo, bien asoleado y ventilado. Alejado del centro de la ciudad, ofrecía condiciones excelentes para el tratamiento homeopático, bajo los cuidados de los médicos homeópatas. El hospital fue abierto al público el 23 de enero de 1833, con la presencia de gran número de médicos y de partidarios de la Homeopatía. En el discurso inaugural, el Dr. Hartlaub, que había ayudado al Dr. Mauricio Müller en la instalación, claramente lo acusó de inmoralidad y lo censuró principalmente por aplicar sin ningún escrúpulo los dos tratamientos, homeopático y alopático. Alternación de los medicamentos y las consecuentes polémicas [Regresar]
Líneas de separación se establecieron entre Hahnemann y sus discípulos, así como también entre varios grupos de homeópatas, surgiendo grandes discusiones sobre el uso de la alternación de medicamentos y el empleo de las altas dinamizaciones, causando a Hahnemann disgustos que lo afligieron hasta su muerte. Como era de esperar, esos desagradables incidentes fueron seguidos de violentas polémicas entre los homeópatas de los dos partidos, viéndose Hahnemann envuelto en ellas, especialmente dirigidos por el Dr. Hartmann, Gross y Rummel. El Dr. Kreschmann publicó un violento artículo contra Hahnemann y Trinks, que jamás gozara de la preferencia del anciano Maestro, tomó el partido del agresor. Los ataques sufridos por Hahnemann perjudicaron profundamente su salud, llegando a comprometerla seriamente de 1832 a 1833. Como recordarán los lectores, desde el 10 de agosto de 1829, anualmente se reunían en esta fecha, en Kötten, bajo la presidencia de Hahnemann, los homeópatas. Pero en 1833, el Dr. Müller, director del Hospital Homeopático, decidió que esa reunión se realizara en Leipzig, y no en Kötten. La comisión organizadora se reunió en Leipzig, mientras un numeroso número de homeópatas reunió una gran asamblea en Kötten bajo la presidencia del Maestro. En ella el 11 de Agosto fue adoptada una formula que viniera a decidir la situación, estableciendo la concordancia en la Familia Homeopática. Esta formula fue redactada por Hahnemann, fijando las bases primordiales de los principios de la Medicina Homeopática. Una comisión, venida desde Leipzig, constituida por los Dres. Haubold, Muhlenbein, y Schweickert, se entendió con el Maestro, interesándolo en hacer la paz, asociándose a los sentimientos de conciliación que animaron a todos aquellos que tomaron parte en esta cordial, imponente asamblea. El Dr. Mauricio Müller, no aprobando las condiciones establecidas por la asamblea de Kötten, renunció a su cargo como director del Hospital Homeopático. Existiendo divergencias entre los homeópatas de Leipzig, la reconciliación fue de algunos de ellos nada más con los Homeópatas de Kötten. Los ataques no cesaron y mantuvieron la separación en la Familia Homeopática. El Dr. Rummel, violentamente censuró a Hahnemann, acusándolo de repeler toda y cualquier opinión diferente a la suya, de mantener odio contra aquellos que lo contrariaban, sin tomar en consideración la dedicación y el sacrificio pasados. Hahnemann corta relaciones con Ernst von Brunnow, primer traductor del Organón al francés, a quien Hahnemann culpó de haber hecho reticencias respecto a la Homeopatía en el prefacio de la obra. Los dos grupos en que se dividieron los homeópatas, mantuvieron continuas discusiones sobre la doctrina, las investigaciones, las modificaciones y lo que ellos juzgaban errores del Maestro. La medicina homeopática, en esa época, todavía en su origen, debía presentar muchos casos que justificaran esas estériles discusiones. Si todavía ahora después de un siglo de práctica, entre los homeópatas no hay una uniformidad absoluta desde el punto de vista doctrinario, a pesar de la claridad de los principios Hahnemannianos, ¿qué no sería en 1832? Hospital Homeopático, consecuencias y clausura [Regresar]
A pesar de todo esto, Hahnemann no perdió el interés en el Hospital que él creía, que por modesto que fuese, podría eficazmente auxiliar la propaganda homeopática. No le agradaba la dirección del Dr. Mauricio Müller, por no ser un representante de la pureza homeopática. Poco tiempo permaneció en la dirección del hospital el Dr. Mauricio Müller, siendo substituido en septiembre, todavía en 1833, por el Dr. Schweickert, homeópata puro, al frente de esta institución. Hahnemann no ocultó su gozo felicitando al Dr. Schweickert. Fue la única visita hecha por Hahnemann al Hospital Homeopático de Leipzig, instalación que fuera su preocupación constante y que algunos críticos admiten, fuera retardada por el mismo Hahnemann alimentando la discordia entre los homeópatas. No sabemos hasta que punto tales críticos pretenden culpar a Hahnemann por la discordia establecida en la Familia Homeopática. Y por conocer íntimamente tales sentimientos del Maestro, creemos que esas discordias fueron creadas y alimentadas por los discípulos que se alejaron de los preceptos de la doctrina y pretendían crear otra doctrina diferente de la enseñada y propagada por el genial Maestro. Hahnemann ejerció el derecho de legítima defensa tratando de repeler a los que pretendieron deturpar su doctrina. El 10 de agosto de 1835 fue el Dr. Schweickert sustituido en la dirección del Hospital Homeopático por el Dr. Rummel, cuando Hahnemann ya no se encontraba en Kötten. Poco tiempo permaneció Rummel en este cargo. Seis meses lo tuvo bajo su dirección escogiendo para sustituirlo al Dr. Fickel, introducido poco antes en el círculo homeopático. Este médico era un impostor y verdaderamente un peligroso enemigo de la Homeopatía. Premeditó ser director del Hospital Homeopático para falsificar pruebas en contra de la eficacia de la doctrina Hahnemanniana. La comisión organizadora del hospital, sin el menor escrúpulo, sin el más ligero examen de los títulos y de la moralidad del Dr. Fickel lo aceptó. Fue un alarga serie de traiciones e infamias la administración del Dr. Fickel. No prescribía medicamentos a los enfermos, prescribía nada más azúcar con el fin premeditado de hacer naufragar la nueva doctrina, en vista de la estadística organizada, por este innoble acto, según constatara el Dr. Seidel, escrupuloso asistente del director. El Dr. Noack, reconociendo la indignidad de Fickel, lo obligó a dejar la dirección del hospital, el 10 de agosto de 1836, pasándola al Dr. Hartmann. Hartmann, sin embargo, no era un homeópata puro. Empleaba siempre bajas diluciones. Perdió Hartmann la confianza de sus colegas y el 10 de agosto de 1839 dejó la dirección del hospital. En esa misma ocasión, el Dr. Seidel abandonó igualmente el hospital, en el cual empleara su escrupulosa actividad desde su fundación. Asumió la dirección del hospital el Dr. Noack. El 4 de octubre de 1842 fue clausurado el Hospital Homeopático de Leipzg y la casa vendida a un comerciante. Hahnemann, que entonces se encontraba en París, al tener conocimiento de este infeliz epílogo, atribuyó la responsabilidad de él a los semihomeópatas de Leipzig.
Segundo matrimonio de Hahnemann [Regresar]
En la tarde del 8 de octubre de 1834, frente al Hotel de Kötten, baja de un carro un joven extranjero, un francés, según creyeron los que se encontraban presentes en los momentos de su llegada. Pero pronto se dieron cuanta de su equivocación. Se trataba de una señorita francesa que usaba ropas masculinas y viajaba sola, evitando así las probables aventuras que el traje de su sexo podría provocar. Una señorita cuyo apellido era D´Hervilly. La señorita D´Hervilly, bonita y robusta, venía a Kötten con el fin de consultar al célebre médico Samuel Hahnemann, aunque su robustez contrastaba con su afirmación de estar afectada de los pulmones. La opinión de los críticos es, que la señorita D´Hervilly fue a Kötten curiosa de conocer la nueva medicina, atraída por el renombre que el sabio Hahnemann venía conquistando por toda Europa. La señorita D´Hervilly pertenecía a una acomodada familia de la pequeña nobleza francesa. Se refería a su padre cuya cultura sobresalía, manifestando profundo sentimiento filial. Su madre, de una rara belleza, vanidosa de sus encantos, no consintió que su hija pudiera sobrepasar sus dones de belleza, considerándola, por esta razón, una rival que no podía vivir cerca de ella. Así, a los 20 años de edad, se sintió la señorita D´Hervilly, obligada a abandonar a sus padres, para viajar con la familia del célebre pintor Lethiere, que la recibió como a una hija y como a hija la trató siempre, rodeándola de cuidados y cariños. Lethiere, nacido en Guadalupe, conquistó el segundo gran premio de pintura en Roma. Además de ser el director de la Academia de Francia en Roma, era profesor en la Escuela de Bellas Artes y miembro del Instituto, cultivando numerosas y bien escogidas relaciones. La vocación de la señorita D´Hervilly por las artes y por las letras fue bien acogida y amparada por el pintor llegando a ser una eximia pintora. Entre las personas que frecuentaban la residencia del pintor, se encontraba un célebre poeta anciano de 70 años, que tomó la tarea de dirigirla en el arte poético. En las relaciones íntimas de Lethiere había otro hombre que cautivó a la señorita D´Hervilly. Era Luis Jerome Gohier, político caído pero poseedor de algún prestigio todavía. Gohier la trataba como hija, y al fallecer en 1830, le dejó en su testamento, además de su fortuna, su nombre. Por eso la señorita D´Hervilly para todos los efectos era Marie Melanie D´Hervilly Gohier. Fue en el mismo estudio de las Bellas Artes que ella adquirió el gusto por la Anatomía y de ahí procurara extenderla a toda la familia, cuya vocación era indiscutible como posteriormente demostró. Muchos fueron sus sufrimientos, debido a las calumnias, después de la muerte de sus padres adoptivos, los señores Lethiere. No contribuyó para tales sufrimientos. Había sido víctima de sus mismos padres. Su madre cuya inferioridad de sentimientos no encuentra palabras para expresarse, y su padre, de una pusilanimidad como jamás hubo quien le igualara, fueron los causantes de los sufrimientos de la hija. Ella, aunque dejada a los azares de la suerte, supo mantenerse con dignidad, muy por encima de los pésimos sentimientos de su progenitora. Aislada, sin parientes, poseedora de una gran fortuna, llevaba una vida dedicada a las artes, a la medicina y a los viajes. Fue así que llegó a leer “El Organón del arte de curar” de Samuel Hahnemann. La lectura le impresionó surgiendo inmediatamente la idea de visitar a Hahnemann, en Kötten. Idea que luego puso en práctica, deseosa de iniciarse en la nueva medicina. Así se presentó a la consulta de Hahnemann, como si fuera una enferma necesitada de los recursos profesionales del Maestro, cuando su propósito era conocer la nueva doctrina, dicen unos; sin embargo afirman por el contrario, que ella era una enferma desahuciada. Hahnemann acogió con particular cariño a la joven seductora francesa. De sus prolongadas y frecuentes pláticas, dice ella, pronto nació un afectuoso interés de Hahnemann por su cliente. Por su parte, ella se sintió subyugada por la perfección moral, elevadas concepciones del sabio de Meissen y la extraña ascendencia que sobre ella ejerció el Maestro. Instalada en la residencia de uno de los amigos de Hahnemann diariamente frecuentaba el consultorio, ya no más preocupada por sus supuesta enfermedad, pretexto para aproximarse al Maestro, según decía. Un sentimiento de viva simpatía rápidamente nace y crece entre la cliente y el médico. Se preguntaba a sí misma: “¿Aceptará él mi mano? Y sus amigos que lo habían instigado a apreciar mi carácter, hicieron todo lo posible para que a esto me decidiera yo… No era, añade ella, la perspectiva de cuidar a un noble anciano lo que me atemorizaba y sí el temor de perderlo muy pronto y de verlo morir me causara gran dolor.” No será fácil penetrar en la intimidad de sentimientos de la señorita D´Hervilly, a los 35 años, llena de encantos naturales y dotada de virtudes, predicados intelectuales y artísticos. Considerando, sin embargo, el estado de Hahnemann, con su espíritu perfectamente íntegro y lúcido, a pesar de sus 80 años de edad, somos llevados a admitir un persistente y activísimo trabajo de sugestión, conducido por la señorita D´Hervilly, con el fin de arrastrarlo a un casamiento tan desigual que sólo el ridículo podría despertar. Ella no amaba al hombre material, al hombre en la inferioridad de sus sentimientos bestiales. Adoraba a Hahnemann, el sabio, reformador de la medicina, creador de una positiva doctrina de tratamiento de los enfermos, a la robusta inteligencia de in hombre genio, a su cultura, en fin, a un ser pleno de cualidades morales e incomparables virtudes. Era éste al que ella amaba. Quería usar su nombre con el derecho de acariciarlo, guardarlo todo para sí con el placer de un egoísmo que ella jamás abandonó. Inteligente y culta, como era la señorita D´Hervilly, interesándose por los estudios de Hahnemann, no le fue difícil captar la estimación del Maestro, amistad que pronto se transformó en pasión. Pero una pasión inmaterial; pasión por sentir en ella un auxiliar dedicado a la victoria de su descubrimiento, una compañera que trabajaría tejiendo la corona de laureles que adornaría la amplia frente de su genial inteligencia. Fue lo que Hahnemann vio en la señorita D´Hervilly, una dedicada e interesada cooperadora en la victoria de su ídolo, cuyos sentimientos morales se unían a los de él para la conquista d la gloria, en un perenne trabajo en pro de la humanidad. Ella pretendía aureolar la frente del sabio anciano. Tener el derecho de participar de su gloria, y a costa de cuidados y cariños, prolongar una vida que había sido tan llena de disgustos materiales y sufrimientos morales. Era lo que ambicionaba la ilustre francesa. Decidida a casarse con el sabio, tres meses después de su llegada a Kötten estaban disipados todos los obstáculos, como diferencia de edad, de religión y de nacionalidad. Todo disipado. Todas las barreras traspuestas. El 18 de enero de 1835 tuvo lugar la celebración del segundo matrimonio de Hahnemann a los 80 años de edad, con la señorita Marie Melanie D´Hervilly Gohier de 35 años. Las ceremonias civil y religiosa fueron celebradas discretamente en Kötten, no estando presentes ni si quiera las mismas hijas de Hahnemann que no habían sido avisadas. La señorita D´Hervilly preparó todo en secreto. La misma familia en cuya casa se encontraba hospedada, ignoraba los preparativos para el enlace del anciano con la gentil francesa, que supo actuar con reserva y rápidamente para evitar oposiciones. Ella hizo hincapié en asegurar el derecho de herencia a los herederos del esposo que había escogido. El día anterior al de la ceremonia, Hahnemann, por medio de un dispositivo legal hecho ante un notario público, distribuyó lo que poseía entre sus hijos y nietos, deduciendo, sin embargo, cantidades anteriormente proporcionadas. Cada uno recibió 6,000 taleros, unos 18,000 marcos. Dinero que había sido depositado en el Banco del Estado, en el Ducado D´Anhalt. Como las hijas no quisieron permanecer en su residencia, porque no aceptaban a la madrastra, Hahnemann compró una casa cerca de la suya, para que sus hijas pudieran estar bajo su vista y cuidado. Esto permitió una relación afectuosa, por lo menos aparentemente, entre las entenadas y la madrastra. Trágico fin de los hijos de Hahnemann [Regresar]
Además de los muchos sinsabores ya sufridos por el Maestro, tales como la desaparición de su hijo el Dr. Federico Hahnemann, y el abandono de su hija Luisa por su esposo, el Dr. Mossdorf, ya referidos, otros golpes más rudos estaban reservados para el sabio anciano. El fin trágico de Federica y Eleonora mucho hicieron sufrir al anciano padre. Federica, viuda del Sr. André, secretario del correo, se casó en segundas nupcias con Delbruck, de Stotteritz, inspector del correo general, que poco vivió. Después de la muerte de su segundo esposo, Federica se instaló en Dresde, en una pequeña casa. Una tarde mientras cuidaba sus plantas en el jardín, sin que ella se diera cuanta a causa de su sordera, penetra en su casa un hombre quien le dio muerte inmediatamente. Era un ladrón que entrando en la residencia de su infeliz víctima, huyó llevándose todo el dinero y los títulos que encontró. Poco después fue arrestado el ladrón homicida. Eleonora, viuda del Sr. Klemmen, se casó en segundas nupcias con el Dr. Wolf, hombre sin escrúpulos. El Dr. Wolf escribió un folleto bajo el título “El consejero Homeopático”, publicándolo usando la firma de su esposa Eleonora, hija de Hahnemann, libro de descrédito para la homeopatía. Hahnemann lo desenmascaró públicamente. Este casamiento fue anulado en 1835 por las pésimas cualidades morales del Dr. Wolf. Eleonora regresó a Kötten donde fijó residencia. Un día fue vista con un abogado de Leipzig, a quien ella había legado toda su fortuna por testamento. En la tarde de ese mismo día ella desapareció y al día siguiente su cuerpo fue encontrado en la Presa de los Faisanes, cerca de Kötten. Las sospechas cayeron sobre el abogado, pero este se defendió, presentando un boleto de ferrocarril y así justificando su ausencia de Kötten en la ocasión del asesinato. Hahnemann deja Kötten, dirigiéndose a París [Regresar]
Después del casamiento, la señora Hahnemann procuró convencer a su esposo que el medio de Kötten era muy reducido para el genio de un sabio. Era necesario vivir en París o cuando menos visitar la Ciudad Luz. A pesar del poco entusiasmo por esta idea, acabó Hahnemann cediendo a los deseos de su esposa, con la esperanza de realizar un acorta permanencia en la capital de Francia, según se deduce de una carta que escribió a su amigo y estimado discípulo el Barón de Böenninghausen, con fecha de mayo de 1835. Afirmó Hahnemann en esta carta que acompañaría a su esposa a París a donde iba a arreglar asuntos de interés personal y aprovecharía para descansar un poco. Cuando se anunció la partida de Hahnemann, la población de Kötten, se opuso a ella tenazmente. No se conformaba al verse privada de su médico, cuya presencia era la confianza de la salvación de los enfermos, aún en los casos que creían sin remedio. Esta oposición llegó a emplear fuerza material para evitar que se fuera el gran Hahnemann de Kötten. Antes de la partida, escribió el Maestro un nuevo testamento, con fecha 2 de junio de 1835, en el cual confirmaba el anterior, registrado en la víspera de su casamiento, en enero del mismo año, además de designar a la Sra. Hahnemann como su heredera universal. Agregó a este testamento ocho listas, repartiendo entre sus herederos todos sus objetos, muebles, libros, y otros como el “Diario de los enfermos”, su archivo médico, etc. La esperanza del descanso que pretendía gozar en París y los honores que esperaba recibir de los homeópatas franceses aumentaron su deseo de partir, cansado como estaba de las persecuciones y odios que siempre recibiera en su patria, Alemania. Pero la población que antaño lo ofendiera, lo apedreara y agrediera, obligándolo a huir de cuidad en ciudad, no permitía verse privada de él. No consentía que se alejara de Kötten. Era necesario emplear un ardid. A altas horas de la noche del 7 de junio de 1835, una berlina sale con destino a París, transportando a Hahnemann y a su esposa. Algunos amigos muy íntimos lo acompañaron hasta Halle, donde en el Hotel “Kronprinz” celebraron la comida de despedida, bajo la silenciosa emoción de los fieles amigos del sabio Maestro, que muy bien sabían que jamás regresaría a Kötten el reformador de la medicina. La ausencia de Hahnemann no sensibilizó a los homeópatas alemanes, según se deduce de la ligera noticia que sobre su partida publicó la “Allgemeine Homeopatische Zeitung” del 13 de julio de 1835: “El señor Consejero Samuel Hahnemann partió para París el 14 de junio”. Noticia muy seca, donde no hay una sola palabra de consuelo. Relata nada más el hecho. Hay entre tanto una divergencia en la fecha de la partida: ¿siete o catorce? No nos fue posible precisar. Admitimos que la partida se haya efectuado el 7 de junio, porque el viaje fue realizado con prudencia, salvando pequeñas distancias cada día, para no fatigar al anciano, como determinó su esposa. Hahnemann y su esposa llegaron a París después de tres semanas de viaje, el 25 de junio de 1835, gastando 21 días en el trayecto hecho en berlina. La distancia entre Kötten y París es de 800 kilómetros. Hecho el viaje en las condiciones determinadas por la Sra. Hahnemann, para no cansar al sabio, la berlina no podía haber recorrido más de 45 a 50 kilómetros por día. Esto nos leva a admitir que la partida se haya realizado el 7 y no el 14, llegando a la capital de Francia el 25 según se comprueba en la medalla ofrecida por los homeópatas franceses, todo en 1835. El anciano sabio era esperado ansiosamente en París por los partidarios de su medicina, miembros de la Societé Parisiense d´Homeopatie, que le prestaron sus debidos homenajes. Cuando todavía se encontraba en Kötten, Hahnemann recibió el Diploma de Presidente Honorario de la Societé Gallicane de Homeopatie, en carta con fecha 12 de mayo de 1834. esta sociedad había sido fundada en 1832 por los doctores Peschier y Dufresne, de Ginebra; Desaix, Des Guidi y Rapou (Señor) de Lyon; asociación que congregaba a todos los médicos homeópatas de los países donde se hablaba el idioma frencés. Esta sociedad nada más funcionó hasta 1836. La Societé Gallicane de Homeopatie, bajo la presidencia del Dr. León Simon, promovió del 15 al 17 de septiembre de 1835, un Congreso Homeopático para festejar la presencia de Hahnemann en París. Comparecieron homeópatas de todas las ciudades francesas. Hahnemann, recibido con extraordinaria pompa, ocupó un lugar de honor en la presidencia. En esta ocasión fue grabada una medalla de oro, ofrecida al Maestro por los homeópatas franceses. La medalla tiene en el anverso la efigie de Hahnemann, en alto relieve, rodeada por su nombre: Samuel Hahnemann: en el reverso, se pueden ver tres áreas circulares, concéntricas con inscripciones; en la central se lee: Similia Similibus Curentur; en la periférica: Né a Meissen le 10 avril, 1775 Venu en France le 25 juin, 1835. en el área circular intrermedia se encuentra la inscripción: A leur Maitre, les Homeopathistes Francais. Esta medalla, con una carta dictada por Hahnemann y escrita por su esposa, se encuentra en una botella en la tumba de Hahnemann en el panteón del Pere Lachaise. Sirvieron como documentos de identificación cuando exhumaron y transportaron los restos mortales del sabio, del cementerio Montmartre para el de Pere Lachaise, en 1898. Hahnemann obtiene autorización para ejercer en Francia [Regresar]
Con la llegada de Hahnemann a París, los intereses de los alópatas se sintieron perjudicados por la presencia del sabio en la capital de Francia. Era una personalidad de mayor relieve que venía, con una nueva doctrina, a disputarles la curación de los enfermos y capaz de quitarles su clientela. La Academia de Medicina SE dirigió a Guizot, entonces Ministro de Instrucción Pública, solicitando que se prohibiera a Hahnemann el ejercicio de la medicina en Francia. La respuesta no se hizo esperar: “Hahnemann, dijo Guizot, es un sabio de gran mérito. La ciencia debe ser para todos. Si la homeopatía es una quimera o un sistema sin valor propio, caerá por si misma. Si ella es, por el contrario, un progreso, se desarrollará a pesar de nuestras medidas prohibitivas, y la Academia ha de recordar antes que todo, que tiene la misión de hacer progresar la ciencia y de estimular los descubrimientos.” Hahnemann por decreto ministerial de 12 de octubre de 1835, obtuvo la autorización para ejercer la medicina en Francia, pero le fue negada la facultad de instalar un hospital. La Academia de Medicina de París, que anteriormente ya había obtenido solución favorable a la opinión contraria que diera, juzgando inconveniente el establecimiento de dispensarios homeopáticos solicitados por la Societé Gallicane de Homeopatie, tenía como segura la prohibición para que el fundador de la Homeopatía ejerciera su profesión de médico en París. No le agradó por tanto, la solución ministerial. Opinión contraria a la instalación de dispensarios homeopáticos en París [Regresar]
En 1835, cuando Hahnemann todavía se encontraba en Kötten, dirigió al Ministro de Instrucción Pública de Francia un memorial solicitando su favorable apoyo al plan de la Societé Gallicane de Homeopatie que deseaba instalar dispensarios homeopáticos en París. El ministro quiso oír la opinión de ala Academia de Medicina y ésta presentó la siguiente opinión: “Señor Ministro: La homeopatía que se presenta en este momento como una novedad y que pretende revestirse de prestigio, no es cosa nueva ni para la ciencia ni para el arte.” “Hace más de 25 años que vaga sin destino, primeramente en Alemania, enseguida en Prusia, posteriormente en Italia, actualmente en Francia, procurando por todas partes, siempre en vano introducirse en la medicina.” “La Academia se ha ocupado de ella, muchas y prolongadas veces. Es lamentable que algunos de sus partidarios no hayan tenido el cuidado y deber, mas o menos serio de profundizarse en sus bases, su marcha, sus procesos, y sus efectos.” “Entre nosotros, además de eso, la homeopatía fue sometida a los rigurosos métodos de la lógica y toda lógica señala en el sistema una pluralidad de estas oposiciones formales con las verdades mejor establecidas. Un gran número de esas contradicciones sorprendentes, muchos de estos absurdos palpables que desmoronan inevitablemente todos los falsos sistemas a los ojos de los hombres esclarecidos, no constituye, entre tanto, suficiente obstáculo a la credulidad de la gente.” “Sufre también entre nosotros, la homeopatía la experiencia de los hechos; ella pasó por el crisol de la experiencia y aquí, como en otros lugares, la observación fielmente interrogada, proporcionó las oposiciones más categóricas, las más severas, porque si se preconizan algunos efectos de curas homeopáticas, sen sabe entre tanto, que las preocupaciones de una imaginación fácil, de un lado y de otra parte las fuerzas curativas el organismo recuperan el justo título que les pertenece en el éxito. Por el contrario, la observación constató los peligros mortales de semejantes procedimientos, y los casos frecuentes y graves de nuestro arte, donde el médico puede hacer tanto mal y no menor daño no actuando, nada más, en contra del buen sentido.” “La razón y la experiencia están, por tanto, reunidas para repeler con todas las fuerzas de la inteligencia semejante sistema y para dar en consejo de abandonarlo a sí mismo, dejándolo a sus propios recursos.” “Es en el interés de la verdad, y también para ventaja suya, que los sistemas, sobre todo en medicina, no quieren ser atacados y defendidos, y perseguidos y protegidos por el poder. Una sana lógica de esto, es la más segura pericia. Sus jueces naturales son los hechos, su infalible piedra de toque es la experiencia. Forzoso es, por lo tanto, abandonarlo a la libre acción del tiempo. Arbitrio soberano de estas materias, único justiciero de las teorías sanas, único que asegura estabilidad en la ciencia a las verdades que deben constituir el dominio.” “Agregamos que la preevidencia que es también la agudeza de espíritu de toda administración pública dirija imperiosamente una semejante determinación.” “Cada uno de nosotros, conoce suficientemente, en nuestros días, el poder de los precedentes; podemos por eso prever y calcular un peligro de tal especie.” “Después de los dispensarios homeopáticos, serán solicitados para el magnetismo animal, para el brownismo, y así en delante para todas las concepciones del espíritu humano. La administración apreciará, como nosotros, las consecuencias de semejante conducta.” Por estas consideraciones y por estos motivos, la Academia juzga que el gobierno debe rehusar la concesión de la solicitud que le fue hecha a favor de la homeopatía.” Este parecer representa la opinión de la mayoría de la Academia. No fue unánime, en contra de él votaron dos académicos, cuyos nombres desgraciadamente no nos fue posible obtener. Entre 100 miembros, 2 votaron en contra … dos voces que defendían la libertad científica. |
Práctica de Hahnemann en París [Regresar]
Encontró Hahnemann en París a varios discípulos que ansiosamente lo esperaban dedicados a la práctica y al estudio de la Homeopatía. Se veían entre otros a los Dres. Curie, Leon Simon (señor) y Jourdan, en París; además de los Dres. Des Guide, Desaix y Rapou (padre), en Lyon; Dr. Gastier, en Thoissey; Dr. Pierre Dufresne, en Ginebra, etc. Instalóse la pareja en la calle de Saints-Peres No. 26, en 25 de junio de 1835, en el antiguo y reducido apartamento de la que fuera señorita D´Hervilly, Madame Hahnemann en esa época. Fue allí que bajaron de la berlina, cerca del puente del Carrusel. Lo reducido de la casa, los obligó pronto a cambiar su residencia para la calle Madame No. 7, en el barrio de Luxemburgo. Recibió Hahnemann cariñosos homenajes prestados por los miembros de la Sociedad Parisiense de Homeopatía, en ocasión de su llegada a París. Pensóse entonces en la instalación de un hospital homeopático o un dispensario donde fuera practicada la clínica homeopática. Hahnemann encontró en París la revista “archives de la Medicine Homeopathique”, publicada por una sociedad de médicos, cuyo primer número salió en junio de 1934 bajo la dirección del Dr. A.J.L. Jourdan. Esta revista tuvo bastante éxito, siendo publicada en 1834 y 1835, fecha en que se unió al “Journal de la Medicine Homeopathique”, fundado por los Dres. Leon Simon y Curie. Hahnemann, a pesar de su ya avanzada edad, siguió trabajando, infatigablemente, explicando sus doctrinas a sus discípulos y a todos los que deseaban conocerlas. Las amplias relaciones sociales, artísticas y literarias de la Sra. Hahnemann atrajeron para el sabio, numerosa y escogida clientela. Muchos fueron los casos juzgados como perdidos que fueron salvados por Hahnemann. Cura de la hija del señor Legouvé [Regresar]
Sus biógrafos refieren el importante caso de la hija de Ernest Legouvé, de cuatro años de edad, desahuciada por la medicina clásica. Schoelcher, amigo de los inconsolables padres, conociendo a un hábil alumno del célebre pintor Ingres, Amaury Duval, fue a sacarlo de un baile y lo llevó a la residencia de Legouvé, con el fin de ejecutar el retrato de la pequeña enferma, para que sus padres pudieran guardar la imagen de la hija querida, cuya muerte era inminente según la opinión del Rr. R…, su médico de cabecera. Duval ejecutó el trabajo, y, lleno de emoción declara a los padres de la inocente niña: “Si toda la esperanza está perdida, ¿por qué no hacer un experimento con la nueva medicina que tanto ruido viene haciendo? ¿Por qué no consultáis a Hahnemann?” Goubaux, amigo de Legouvé, vecino de Hahnemann, se apresura a llamarlo, dirigiéndose a la residencia del sabio, donde 20 personas aguardan la hora de sus consultas. Goubeaux abriéndose paso entre todos a pesar de las protestas de los criados y diciendo que los otros le cederían su turno porque su caso era urgente, llegó hasta Hahnemann, solicitando la inmediata presencia del sabio en la residencia de Legouvé, porque un ahora más podía ser demasiado tarde. No pudo Hahnemann retardar la visita. Se excusó con los clientes, pidiendo que aguardaran su regreso, salió, como siempre, en compañía de su esposa, dirigiéndose a la residencia donde se necesitaba su presencia. He aquí como el mismo Legouvé, miembro de la Academia Francesa, describió la impresión que Hahnemann le causara: “En medio de todas las perturbaciones de mi pobre cabeza, enloquecida por el dolor y por el insomnio, me pareció ver entrar un personaje de los cuentos fantásticos de Hoffman.” Bajo de estatura pero robusto y firme al caminar, él se aproxima, envuelto en una capa de piel y apoyado en un fuerte bastón, con puño de oro. Aparentaba unos 80 años, una cabeza admirable, de cabellos blancos y sedosos, echados atrás u cuidadosamente rizados alrededor del cuello; ojos de un azul profundo en el centro, con un circulo casi blanco alrededor de las pupilas, con una boca imperiosa, labio inferior abultado; una nariz aguileña.” Levantando su mirada y fijándola en la niña, se informa minuciosamente de los pormenores de la enfermedad. Después sus mejillas se enrojecen, las venas se hinchan y violentamente ordena que sean tirados las drogas y los frascos, cambiar a la enferma a otra pieza amplia, abriendo puertas y ventanas para que entrara la luz abundantemente; cambiar de ropas, de almohadas; darle a tomar agua tanta como deseara.” “Es como su hubiésen prendido lumbre a su cuerpo, dijo Hahnemann; es necesario, primeramente extinguir el fuego.” “Regresó Hahnemann en la tarde y al día siguiente por la mañana inició su tratamiento, siguiéndolo cada día cuidadosamente. Al décimo día se produjo una crisis. Hahnemann consulta a su esposa que siempre lo acompañaba, y prescribe una nueva medicina cuyo efecto aguarda con cruel impaciencia. Terribles momentos de incertidumbre y, para los padres, de agonía y de tortura. Por fin la medicina actúa, se logra la curación y un milagro más para la Homeopatía y su fundador.” “Esta resurrección hizo mucho ruido en París, causando irritación a la clase médica oficial, que repetía: “No fue el charlatán que la curó, fue la naturaleza.” Legouvé, locamente reconocido al médico, no entendía la gran idea nueva. “Mi infidelidad a su doctrina, no me hace infiel a su memoria, escribió, y él seguirá siendo para mí, una de las mentalidades más poderosas que he encontrado… Fue de su boca, dice mas adelante, en el folleto que a este respecto publicó en 1887, que oí esta proposición extraña, si se le tomara sentido en absoluto, pero muy profunda para quien la comprende: “No hay enfermedades, hay enfermos.” Diferimos de la interpretación. Creemos que esta proposición debe de ser substituida por otra: Hay enfermedades y enfermos, se curan los enfermos y éstos curan las enfermedades.” Esta es la real y fiel traducción del pensamiento de Hahnemann. Después del restablecimiento de la hija del Sr. Legouvé, éste enseñó a Hahnemann el retrato que Amaury Duval había pintado. Una verdadera obra de arte. Hahnemann, después de contemplarlo atentamente, reconociéndola tal cual la había visto en el lecho de muerte, toma la pluma y escribe bajo el retrato: “Dieu l´a benie et l´a sauvée.- Samuel Hahnemann.” Esto revela la religiosidad de Hahnemann, atribuyendo a Dios la victoria de la curación. El médico era nada más un enviado de la voluntad divina. Madame Hahnemann recibe diploma de Doctora Honoris Causa [Regresar]
La Sra. Hahnemann, de cultura e inteligencia indiscutibles, era un médico práctico, profunda conocedora de la Homeopatía, auxiliar inmediato e incomparable del Maestro bajo cuyos cuidados e inimitable celo gozaba su ancianidad. Hahnemann, deseando obtener para su esposa un título honorífico, lo solicitó al Dr. Constantino Hering, que en 1835 había fundado el Instituto d´Allentown, en los Estados Unidos de Norteamérica. Pero el Instituto censuró al gran Maestro Samuel Hahnemann por haberse mantenido insensible a los pedidos del Dr. Henri Detwiller, uno de los fundadores del Instituto, que fuera a Europa con el fin de conseguir algún capital para el Instituto, aunque Hahnemann y su esposa lo recibieron muy cariñosamente. Por algún tiempo el Instituto se resistió al pedido del Maestro. Por fin cedió, concediendo a la Sra. Hahnemann el diploma de Doctor Honoris Causa.
Sexagésimo aniversario del doctorado de Hahnemann [Regresar]
El 10 de agosto de 1839, en la calle Milán No. 1, a donde se había cambiado Hahnemann y donde había pasado sus últimos años, fue festejado el sexagésimo aniversario del doctorado de Hahnemann, fiesta a la que asistió su hija Amelia, viuda del Dr. Suss y separada de Liebe su segundo esposo. Hahnemann fue objeto de homenajes tributados por sus discípulos, entre los cuales contamos al Dr. Mure, introductor de la homeopatía en el Brasil, que declamó un poema original, dedicado a Hahnemann, poema que bajo el título “Homeopatie”, está inserto en el libro “Doctrine de L´Ecole de Rio Janeiro et Pathogenésie Brésilienne”. La fiesta resultó excelente y en ella se hicieron oír el célebre chelista Max Bohrer, que creemos haya sido el padre de Sofía Bohrer, y la cantante Clara Wiek. El mundo homeopático de París y de otras ciudades estuvo presente, notándose la presencia de Jahr, que venido de Leipzig se instalara en la capital de Francia. Su hija Amelia, se sintió satisfecha con los cariñosos homenajes ofrecidos a su padre, según se puede ver en la carta que dirigió a sus hermanas. Últimos años de la vida de Hahnemann [Regresar] Siempre trabajando, ya sea en el servicio clínico o en la enseñanza o en la preparación de la sexta edición del Organón y en el estudio del Arsénicum, que agregó a su Tratado de Enfermedades Crónicas, el Maestro proseguía, recibiendo a sus discípulos, principalmente a los Dres. Mure, Malan, Croserio, Chatran, y Jahr, su discípulo desde Kötten, los cuales se conservaron fieles a los preceptos de sus doctrinas, convirtiéndose en sus grandes amigos. Fallecimiento de Hahnemann [Regresar]
En abril de 1843, reapareció el tradicional bronquitis que atacaba al Maestro en la primavera. Al principio él mismo se atendió. Posteriormente llamó para asistirlo al Dr. Chatran. A pesar de los cuidados y cariños del discípulo y de la esposa, la enfermedad se resistía a la medicina y día tras día se agravaba el estado del genio de Meissen. La Sra. Hahnemann comunicó a las hijas del Maestro el grave estado de salud de su esposo. Amelia, en compañía de su hijo Leopoldo, dirigióse a París a fines de junio de 1843, pero ya no pudo hablar con su padre, porque se temía que la emoción provocada por la presencia de Amelia, a quien mucho quería, pudiera abreviar su muerte. Todos los socorros homeopáticos fueron impotentes. El organismo ya no reaccionaba a la bien escogida medicina. Inútiles fueron la capacidad profesional del Dr. Chatran y el cariñoso celo de la Sra. Hahnemann. A las 5 horas de la mañana del día 2 de julio de 1843, en la calle Milán No. 1, extinguióse la vida de Cristiano Federico Samuel Hahnemann, el Dr. Samuel Hahnemann, el mayor genio reformador de la Medicina, creador de la Escuela Homeopática, rodeado de su dedicada esposa, de su querida hija Amelia, su nieto Leopoldo Suss, sus queridos discípulos y amigos, bajo consternación general. Fue Jahr, médico que lo asistió en los últimos momentos, el primero que compareció, en la mañana del fallecimiento, al llamado de Madame Hahnemann. fue él quien, en compañía del Dr. Croserio, levantó el acta de defunción. El día siguiente, 3 de julio, el cuerpo fue embalsamado por el Dr. Gannel, que utilizó sulfato de aluminio. A solicitud de la viuda, la policía dio autorización para que el cuerpo embalsamado permaneciera algunos días en la casa de la calle Milán No. 1, a donde diariamente afluían, en vista al cuerpo del Maestro, los discípulos, los amigos y una infinidad de personas que gozaban de los beneficios de la homeopatía prescrita por el sabio. Fue hasta la mañana del 11 de julio que tuvo lugar la inhumación del cuerpo de Hahnemann, en el cementerio Montmartre, en la tumba donde ya reposaban los restos mortales de Lethiere, padre adoptivo de la viuda de Hahnemann, y Gohier, que le había dado su nombre, como anteriormente referimos. Sus funerales fueron sencillos y modestos, como modesta y sencilla había sido su vida. Murió el gran sabio a los 88 años de edad, todavía fuerte, en la integridad de sus funciones intelectuales. El 24 de mayo de 1898 fueron exhumados los restos mortales de Hahnemann en el cementerio de Montmartre y transferidos para el panteón du Pere Lachaise, donde fueron encerrados en el bello mausoleo erigido por medio de una subscripción universal de la cual quedó encargado el Dr. Leon de Brasol, homeópata ruso, y donde, desde entonces, se encuentran las cenizas del sabio Maestro. La inauguración del mausoleo tuvo lugar a las 10 horas de la mañana del 21 de julio de 1900, en ocasión de la clausura del Gran Congreso Internacional Homeopático reunido en París. Amelia y Leopoldo Suss [Regresar] Después del fallecimiento de Hahnemann, su viuda manifestó el deseo de costear los gastos de la educación de Leopoldo Suss, nieto de su fallecido esposo, que pretendía estudiar medicina. Pero pronto quedó olvidado este compromiso, apresurando su regreso a Alemania de Amelia y de su hijo Leopoldo, dirigiéndoles una despedida que debía ser para siempre. La viuda de Hahnemann, que había sido tan dedicada y buena para su esposo, no extendió a las hijas y al nieto de su fallecido esposo la prodigalidad de cuidados y amistad con que, por lo menos en homenaje a la memoria del sabio, debía ampararlos. Sabía que era la heredera universal del testamento del esposo. No quería que Amelia y su hijo, asistieran a la apertura del referido documento, forzando, por eso, el regreso de la entenada y de su hijo al lugar de donde había venido. Testamento de Hahnemann [Regresar]
Mostramos anteriormente que Hahnemann, el día 17 de enero de 1835, víspera de su segundo casamiento, por medio de un dispositivo legal, hecho delante de un notario, distribuyó lo que poseía a sus hijos y nietos, según el deseo de la señorita D´Hervilly que al día siguiente sería su esposa. Tocó a cada uno 18,000 marcos. Mostramos también que el 2 de julio de 1835, antes de partir para París, el Maestro hizo un nuevo testamento, no solamente confirmando el anterior del 17 de enero, sino también instituyendo a su esposa su heredera universal y agregando al testamento ocho listas en las cuales repartía entre sus herederos todos sus objetos, muebles, libros, “Diario de los Enfermos”, su archivo médico, etc. Libre de la presencia de la entenada y su hijo, tuvo lugar el 16 de septiembre de 1843, la apertura del testamento del gran Samuel Hahnemann. Como era de esperar, Hahnemann dejaba a su esposa todo lo que había adquirido después de su segundo casamiento, fortuna cuyo valor permaneció ignorado porque en esta época la administración pública no intervenía en la herencias. En el periódico “Lepz. Pop. Zeitschrift fur Homeopathie”, del 1o. de julio de 1898, el Sr. H. Seckt, de Berlín, publicó una carta, sin documento comprobador, declarando que la fortuna de Hahnemann se elevaba a un millón de francos. El Prof. Alberto, director del colegio de Kötten, que escribiera una apología dedicada a la Sra. Enriqueta, primera esposa de Hahnemann, bajo el título: Fieles cuadros de la vida ardiente de la Sra. Consejera Juana Leopoldina Enriqueta Hahnemann”, aludió, sin comprobación, calculando en 4;000,000 de francos la fortuna de Hahnemann. Todos esos cálculos no pasaron de meras suposiciones. Para juzgarlos basta saber que la señorita D´Hervilly, al casarse con Hahnemann, ya era poseedora de regular fortuna. Después del fallecimiento del esposo, ella siguió trabajando de la misma manera que anteriormente trabajaba, utilizando su capacidad artística y su competencia en la clínica homeopática. Cambió su residencia para la calle Clichy No. 48 donde recibía a los clientes que la buscaban, pues seguía relacionada con los homeópatas Dres. Croserio y Delot y con el farmacéutico Lethiere. Los homeópatas parisienses pronto ya no le permitieron esta infracción a la ley, siendo ella condenada a pagar una multa de 100 francos por el ejercicio ilegal de la medicina. Las hijas de Hahnemann no recibieron herencia, cosa que está de acuerdo con el documento que el sabio registrara con el notario en la víspera de su partida de Kötten, por el cual distribuyera a sus hijos todo lo que poseía. Su viuda se limitaba a enviar, una que otra vez, un regalo de 100 francos a Amelia, su entenada. Dr. Leopoldo Suss, nieto de Hahnemann [Regresar]
Leopoldo, hijo de Amelia y del Dr. Suss, fue educado y estudió medicina en Londres por cuanta de los homeópatas ingleses, más dedicados a la memoria del Maestro, en la persona de su nieto, que la viuda poseedora de su fortuna, adquirida, lo tenemos que confesar, después de su casamiento. El Dr. Leopoldo Suss falleció en Inglaterra, en su residencia de Ventnor, Isle of Wight, en septiembre de 1914, a los 88 años de edad, la misma edad ñeque muriera su abuelo. Las hijas de Hahnemann después del fallecimiento del sabio [Regresar]
Como anteriormente dijimos, la desgracia perseguía a los hijos de Hahnemann, y tan inexorable fue para ellos que llegó a alejarlos del anciano padre, por medio de casamiento contrario a su raza, a su religión y a sus costumbres. Amelia quedó casi reducida a la miseria. Carlota y Luisa no se encontraban en mejor situación, aunque poseían recursos en el Banco del Estado, donde Hahnemann había depositado el dinero que pertenecía a los hijos, en ocasión de dejar Alemania, y ellas todavía no lo habían retirado. Pero la situación financiera del Ducado D´Anhalt Kötten arrastro a su gobierno a decretar una moratoria, posponiendo el pago de sus deudas, creando así una situación delicada a las hijas del sabio. Ellas no ocultaban el odio que sentían por su madrastra. Llegando a propalarlo por Alemania, especialmente entre los homeópatas. Primer centenario del nacimiento de Hahnemann; erección de una estatua [Regresar]
El 11 de abril de 1855, en Kötten, en el jardín del Instituto Médico y residencia del Dr. Lutze, fue erigida una estatua al creador de la Homeopatía, conmemorando el primer centenario del nacimiento de Hahnemann. En esta ceremonia, Luisa Mossdorf, última de las hijas del Maestro, leyó una poesía de la cual era autora, particularmente dirigida a la memoria de su madre y en la cual no ocultó su odio a la viuda de su padre. La viuda de Hahnemann y su hija adoptiva [Regresar]
Todavía en vida de Hahnemann, su esposa había adoptado como hija a la niña Sofía Bohrer, nacida el 10 de octubre de 1838 en Munich, Alemania. La viuda de Hahnemann, deseando que su hija adoptiva se desposara con el Dr. Carlos Bonninghausen, hijo del Consejero y gran homeópata, discípulo, y uno de los más íntimos de Hahnemann, Clemente María Franz de Bonninghausen, manifestó al amigo de su fallecido esposo la esperanza que alimentaba de ver a Sofía unida a su hijo el Dr. Bonninghausen. El acuerdo fue realizado, efectuándose el casamiento en junio de 1857. Después de casados quedaron viviendo con la viuda. Ésta ejercía la medicina al lado de su yerno aunque sin autorización legal. En 1868 abandonó ella definitivamente la práctica de la médica, entregándose e los recuerdos de su fallecido esposo del cual siempre hablaba con los ojos llenos de lágrimas. La guerra de 1870 viene a separar a la viuda de Hahnemann de su hija y de su yerno, a quienes ella había entregado todo el archivo literario y médico del sabio Maestro, que llevaron consigo para Darup, Westphalia. La viuda de Hahnemann queda en París, aislada de los suyos. Su fortuna, sin el aumento que conseguía con el ejercicio ilegal de la medicina, sufría mucho, obligándola a vender sus cuadros y sus recuerdos. El 27 de mayo de 1878, a los 78 años de edad, falleció a consecuencia de un catarro pulmonar. La viuda del gran sabio, Samuel Hahnemann, sendo inhumada, según sus deseos junto a la tumba del Maestro, pero no en la misma tumba de él. Lo que Hahnemann legó a la humanidad [Regresar] El genio nacido el 11 de abril de 1755, en Meissen, es el más eminente genio del siglo XIX, creador de una reforma de la medicina que trajo los mayores y más saludables beneficios a la Humanidad. Sus facultades intelectuales y morales eran perfectamente definidas en la fisonomía austera y bien característica de su retrato, confirmadas por sus innumerables trabajos y su incansable actividad. Jamás le sirvió la miseria como obstáculo a la realización de su sueño de genio predestinado al bien de la humanidad. Nunca las persecuciones, en las variadas y múltiples formas, astutamente creadas y combinadas por sus perseguidores, incapaces moral e intelectualmente, lo desviaron de la dirección que se había trazado a través de la observación y del raciocinio. Por el contrario, esas persecuciones le sirvieron de estímulo. Constituía la cabal prueba de lo acertado de su concepción, y la seguridad de su valor. Sufrió, y sufrió mucho, pero murió legando a la Humanidad, una verdadera doctrina médica, un positivo Arte de Curar. No murió, por tanto, vive y vivirá en la grandiosidad de la obra genial que nos legó. ¡Hahnemann no murió!, inmortalizóse en su obra, perpetuando la gloria de su nombre en la Medicina Positiva que creó. Todavía habrá de llegar la época en que el mundo entero glorifique a Hahnemann como hacemos, nosotros los homeópatas, anualmente el 10 de abril, conmemorando su nacimiento. Y en esta ocasión, rendímosle justo homenaje en el primer centenario de su muerte. (NOTA DEL TADUCTOR ) Museo de Hahnemann [Regresar] El Dr. Richard Haehl reunió, en su residencia en Sttutgard, todo el archivo y objetos de uso de Hahnemann, fotografías, etc. constituyendo un museo que denominó Museo de Hahnemann. B I B L I O G R A F I A [Regresar] 1. Cours d´Homeopathie, Dr. La Pommeralis 2. Conférences sur Homeopathie, Dr. Granier 3. Etudes de medicine Homeopathique, Dr. Samuel Hahnemann 4. Organón, sexta edición, Dr. Samuel Hahnemann, traducción del Dr. Rafael Romero 5. Mid-West Homeopathic News, abril de 1930 6. The Homeopathie Bulletin, abril de 1930 7. L´Homeopathie Francaise, artículos de la Sra. Croll-Picard, publicados bajo el título “Dans l´ombre de Hahnemann”, en 1931-32 8. Historie de la Doctrine Medicale Homeopathique, Dr. Augusto Rapou. 9. Nota informativa sobre las obras y escritos del Dr. Samuel Hahnemann, por el Dr. Ricardo Varela, de México, publicada en el libro del International Homeopathic Council, 1921, Barcelona. 10. Archives de la Medicine Homeopathique,1834-35 Dr. A.J.L. Jourdan. 11. Archives de la medicine Homeopathique, la Societé Hahnemanniene, 1846-49. 12. De l´Homeopathie et Particulierment de l´action des doses infinitesimales, Dr. A. Magnan. 13. L´Homeopathie Francaise, artículo de Ernest Legouvé publicado en el número de octubre de 1912. 14. Lecons de Medicina Homeopathique, Dr. León Simon. 15. Archives de la Medicine Homeopathique, Dr. A.J.L. Jourdan. 16. La Homeopatía delante de los hechos, o Respuesta a las informaciones de las Escuelas Médico Quirúrgicas de Lisboa y Oporto, por Antonio Teixeira Moutinho, 1858, Oporto. 17. Pacific Coast Journal of Homeopathy, Mayo de 1930. 18. La vie surhumaine de Samuel Hahnemann, fundateur de l´Homeopathie, Roger Larnaudie. 19. Manuel pour servir a l´étude critique de la Medicine Homeopathique, Dr. Griesselich. M I E M B R O S A C T I V O S DE LA ASOCIACIÓN DE MÉDICOS HOMEÓPATAS DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN, MÉXICO: Flores L., Hermilo García, Dr. Aliver García, Dr. José G. García Treviño, Eliud González, Dr. Anselmo V. González, Dra. Laura C de Guajardo, Dr. Isaac Jiménez R., Dr. Marcos
DEPARTAMENTO DE FARMACIA: García Treviño, Sra. Carmen C. de Químico-Farmacéutica |