DESINTOXICACIÓN A TRAVÉS DEL AYUNO

Pregunta:
“¿Recomienda usted el ayuno como método para desintoxicar el cuerpo? Soy vegetariano desde hace poco”.
Siempre que ayunas el cuerpo queda libre de trabajar en la digestión. Durante éste, el cuerpo puede ocuparse de arrojar las células muertas, las toxinas. Es como cuando llega un día de la semana, el sábado o el domingo, en que tienes un día libre y te ocupas todo el día de limpiar la casa. Toda la semana estuviste tan atareado que no pudiste ocuparte de limpiarla. Cuando el cuerpo no tiene nada que digerir, cuando no has comido nada, él mismo se ocupa de su propia limpieza. Es un proceso que surge espontáneamente, y el cuerpo arroja entonces todo lo que no necesita, lo que supone una carga. El ayuno es un método de purificación. De vez en cuando, ayunar es magnífico; no hacer nada, no comer, descansar. Toma todo el líquido que quieras, descansa y ya verás cómo se limpia el cuerpo.
Algunas veces, si crees que te hace falta un mayor tiempo de ayuno, también puedes hacerlo; pero trata al cuerpo con mucho mimo. Si sientes que el ayuno está dañando al cuerpo de algún modo, no sigas. Si el ayuno está ayudando al cuerpo, sentirás más energía; te sentirás más vigoroso, rejuvenecido, vital. El criterio es el siguiente: si notas que te sientes débil, si notas que aparece un ligero temblor en el cuerpo, entonces ten cuidado; ya no se trata de una simple purificación. Se está volviendo algo nocivo. No sigas.
Uno debería conocer bien todo el intríngulis. En realidad, se debería ayunar cerca de alguien que haya practicado largo tiempo y que conozca muy bien los pasos que se deben seguir, que conozca todos los síntomas. ¿Qué pasará si se convierte en algo nocivo, qué pasará si va por buen camino? Tras un ayuno auténtico y purificante, te sentirás como nuevo, rejuvenecido; más limpio, ligero, feliz; el cuerpo funcionará mejor porque ahora se ha descargado. Pero el ayuno sólo se hace si has estado comiendo de mala manera. Si has estado comiendo debidamente, no hay necesidad de ayunar. El ayuno sólo hace falta cuando has abusado del cuerpo; y todos hemos estado comiendo mal.
El hombre ha perdido el norte. Ningún animal come como el hombre; los animales tienen su manjar predilecto. Si pones a un grupo de búfalos en un jardín, sólo comerán una determinada hierba. No comerán cualquier cosa que encuentren; son muy selectivos. Tienen un afinado sentido respecto a la comida. El hombre está totalmente perdido, no tiene sensibilidad para la comida. Come cualquier tipo de cosa. En realidad, es difícil encontrar algo que de alguna manera o de otra el hombre no haya comido. En algunos lugares, se comen hormigas o serpientes. En otros, se comen perros. El hombre ha comido de todo. Está completamente loco. No sabe lo que está en consonancia con el cuerpo y lo que no lo está. Tiene una confusión absoluta.
El hombre, por naturaleza, debería ser vegetariano, porque su cuerpo está formado para la comida vegetariana. Hasta los científicos admiten el hecho de que la estructura del cuerpo humano demuestra que el hombre no debería ser otra cosa que vegetariano. Existen determinadas maneras de juzgar si ciertas especies de animales son vegetarianas o no: depende del intestino, de la longitud del intestino. Los animales no vegetarianos tienen un intestino muy pequeño. Los tigres, los leones tienen un intestino pequeño, porque la carne ya es una comida digerida. No hace falta un intestino largo para digerirla. El animal ha hecho ya el trabajo de digestión. Ahora te estás comiendo la carne del animal. Ya está digerida; no hace falta un intestino largo. El hombre posee uno de los intestinos más largos: quiere decir que es vegetariano. Es necesaria una digestión larga, y quedará cantidad de excremento para echar fuera.
Si el hombre no es vegetariano y continúa comiendo carne, el cuerpo está sobrecargado. En Oriente, todos los grandes maestros        –Buda, Mahavira- han hecho hincapié en el asunto, no a causa del concepto de no-violencia -eso es algo secundario- sino porque si realmente quieres pasar a un grado mayor de meditación tu cuerpo necesita sentirse ligero, natural fluido. Tu cuerpo necesita estar liviano; y un cuerpo que no sea vegetariano resulta muy pesado.
Cuando comes carne, observa con atención. Si matas a un animal, ¿qué le pasa a dicho animal cuando se le mata? Por supuesto, a nadie le gusta que lo maten. La vida pretende prolongarse a sí misma; el animal no muere por gusto. Si alguien te mata, no vas a morir de buen grado. Si un león salta sobre ti y te mata, ¿qué le pasará a la mente? Sucede lo mismo cuando tú matas al león. Dolor, miedo, muerte, angustia, ansiedad, rabia, violencia, tristeza; por todos estos estados pasa el animal. Por todo su cuerpo se extiende la violencia, la angustia, el dolor. Todo su cuerpo se llena de toxinas, de sustancias nocivas. Todas las glándulas del cuerpo emanan veneno porque el animal está muriendo contra su voluntad. Entonces te comes la carne; ésta lleva todo el veneno que el animal ha soltado. Toda su energía está emponzoñada. Por tanto, todo ese veneno se traslada a tu cuerpo.
Toda esa carne que estás comiendo pertenecía al cuerpo del animal. Tenía un propósito específico para él. Un tipo específico de consciencia existente en el cuerpo del animal. Tú consciencia está en un plano superior a la del animal y cuando comes su carne, tu cuerpo se rebaja al grado más bajo, al grado más bajo del animal. Entonces se crea un espacio entre tu consciencia y tu cuerpo, y así surge la tensión, surge la ansiedad.
Uno debería comer sólo cosas naturales: naturales para ti. Frutas, nueces, verduras, todas las que quieras. Lo bonito es que no puedes comer todo esto más de lo necesario. Todo lo que es natural te deja satisfecho, porque sacia el cuerpo, te satura. Te sientes lleno. Si algo no es natural nunca te deja satisfecho. Come helado: nunca te ves saciado. De hecho, cuanto más comes, más quieres. No es un alimento. Se ha engañado a tu mente. Ahora no estás comiendo acorde con las necesidades del cuerpo; estás comiendo por el paladar. El gusto ha tomado el mando.
No debería mandar el gusto. En cuanto al estómago, no sabe nada. No sabe nada en cuanto al cuerpo. El paladar tiene un propósito específico que cumplir: saborear la comida. Por supuesto, éste debe juzgar, es la única cosa, qué alimento es para el cuerpo –para mi cuerpo- y qué alimento no lo es. Es algo así como un vigilante en la puerta; pero no es el amo. Si el vigilante se convierte en el amo, entonces todo se complica.

Osho- El Equilibrio entre la Mente
Y el Cuerpo.
Págs. 140-143