NUTRICION ORTOMOLECULAR: DIETAS QUE CURAN
Los alimentos y las dietas siempre han jugado un papel importante en la historia de la medicina; el ajo fue usado para tratar problemas de salud en Egipto y Grecia, mientras que en el siglo XVIII la armada inglesa previno el escorbuto incluyendo en la dieta de sus marinos limas y limones. Fue gracias a estos largos viajes oceánicos que se pudo observar por primera vez los efectos de una dieta desprovista de alimentos frescos y muy deficiente en ciertos nutrientes.
La medicina desde entonces se ha preocupado de lo que se denominan deficiencias agudas o críticas de nutrientes, es decir deficiencias producidas por una dieta severamente pobre en un nutriente en particular. Las deficiencias agudas de vitaminas o minerales producen enfermedades que pueden ser mortales y por tanto se les ha dado mucha importancia. Estas deficiencias agudas han determinado lo que se denominan cantidades diarias recomendadas de nutrientes como las cantidades que evitan que suframos enfermedades carenciales.
Sin embargo existen deficiencias que no producen una enfermedad carencial pero sí disminuyen nuestra calidad de vida. Es decir, podemos tener una deficiencia de vitamina C pero no tan grave como para desarrollar escorbuto. Esta deficiencia no crítica puede desarrollarse incluso cuando la dieta contiene los 60mg diarios de vitamina C que recomienda la medicina alopática y nos puede producir cansancio, catarros frecuentes, infecciones, alergias, falta de firmeza en la piel, retraso en la curación de heridas, deterioro dental o encías sangrantes. La cantidad de vitamina C necesaria para evitar estos síntomas depende de muchos factores y varia, para una persona 200mg puede ser suficiente mientras que otra necesitará hasta 4.000mg. La terapia nutricional o nutrición ortomolecular estudia las deficiencias no críticas de nutrientes y determina las cantidades óptimas para cada individuo.
Las deficiencias crónicas de nutrientes se producen cuando la dieta contiene unos niveles por debajo de nuestras necesidades pero sin llegar a niveles críticos y esta situación se ve agravada por una serie de factores desmineralizantes, como son el tabaco, el estrés, la herencia, la polución o el consumo de estimulantes.
La nutrición ortomolecular estudia los efectos de deficiencias no críticas o crónicas que se mantienen durante un largo periodo de tiempo y cómo varias deficiencias en combinación pueden ser el motivo de diversas enfermedades o síntomas que disminuyen nuestra calidad de vida. La calidad de vida óptima que busca la nutrición ortomolecular significa la ausencia de síntomas molestos que aunque no se consideran enfermedad no nos dejan disfrutar de una salud plena, como puede ser malas digestiones, dolores de cabeza, cansancio crónico, depresión, infecciones frecuentes, menstruaciones dolorosas, problemas de piel o mala memoria.
En busca del equilibrio
La nutrición ortomolecular es una terapia holística, esto significa que ve al cuerpo como un todo y a todos sus procesos como interdependientes. Es decir, no prescribe un nutriente en particular para un determinado problema, sino que dirige toda su atención hacia el funcionamiento del cuerpo y de todos sus sistemas en general.
Para que la terapia sea realmente efectiva tiene que asegurarse que, en primer lugar, los nutrientes sean absorbidos a través de la pared intestinal y, en segundo lugar, de que puedan alcanzar el interior de las células y los órganos donde más se necesitan.
El organismo empezará a funcionar correctamente con un nivel adecuado de los nutrientes que necesita para formar hormonas, enzimas, prostaglandinas, anticuerpos y otras numerosas sustancias. Un organismo que dispone de todos los elementos necesarios para llevar a cabo sus funciones correctamente será capaz de desintoxicarse, regenerarse y establecer un óptimo estado de salud tanto física como mental.
Pequeñas señales
Los síntomas iniciales de una deficiencia subclínica de nutrientes son muchos y extraordinariamente variados. Puede que no les demos importancia porque nos hemos acostumbrado a ellos, porque los consideramos propios de la edad o porque, aunque molestos, no nos preocupan. Sin embargo, estos síntomas son indicativos de desequilibrios nutricionales o metabólicos y pueden llevarnos a problemas más serios a la larga.
Por ejemplo, una falta de vitamina B5 produce síntomas como hormigueo en las extremidades, falta de coordinación y dificultades de concentración, síntomas que pueden pasar desapercibidos. Sin embargo, esta vitamina es fundamental para el buen funcionamiento de las glándulas suprarrenales y una deficiencia crónica de ella puede llevar a problemas mas graves como, por ejemplo, fatiga crónica o depresión.
La mejor prevención
Hemos oído muchas veces que si comemos un poco de todo no tenemos que preocuparnos de que nos falte nada. Podemos tener una buena alimentación, o que nosotros consideremos buena, es decir con mucha fruta, verdura, proteína y una variedad de cereales. Pero hoy en día existen ciertos factores que hacen que estar bien alimentados no sea tan fácil.
Por ejemplo, los alimentos procesados y refinados no sólo son pobres en nutrientes sino que producen una pérdida de minerales. El pan blanco, la harina refinada y el arroz blanco aun no siendo alimentos que en sí sean dañinos, producen una pérdida de nutrientes como el zinc y la vitamina B1 y dañan el estado del intestino con lo que se dificulta la absorción de los alimentos.
El consumo excesivo de azúcar afecta negativamente a la absorción de minerales, en especial magnesio, y agota las reservas de vitamina B1 o tiamina. El café y el té tienen el mismo efecto sobre la tiamina.
Además de hacernos perder tiamina, el té y el café inhiben la absorción del hierro, desequilibran los niveles de sodio y potasio debido a su efecto diurético y en general desmineralizan los tejidos.
El tabaco es el mayor factor desmineralizante del organismo, no sólo contiene radicales libres, toxinas y cancerígenos sino que incrementa las necesidades de zinc al aumentar los niveles de cadmio y cobre.
En los estados de ansiedad se multiplican por cinco las necesidades normales de calcio. El estrés, tanto interno como externo, agota las glándulas adrenales y ocasiona pérdidas de nutrientes. Durante la respuesta al estrés se agotan las reservas de magnesio y potasio, los aminoácidos carnitina y glutamina, vitamina C, zinc y coenzima Q10.
En conclusión nuestra dieta puede ser mas o menos sana pero si estamos expuestos a factores desmineralizantes o si genéticamente tenemos dificultades en la absorción de determinados nutrientes puede que necesitemos una ayuda extra con suplementos.
Dietas terapéuticas
Para tratar una enfermedad o un desequilibrio metabólico, necesitamos una terapia nutricional adaptada a cada individuo, pues las dosis y nutrientes adecuados varían. Los tratamientos nutricionales consisten en una dieta individualizada y una recomendación de suplementos que pueden variar entre vitaminas, minerales, amino ácidos, enzimas o probióticos.
Una dieta adecuada puede mejorar nuestra salud y potenciar el efecto de los suplementos nutricionales. Las dietas dirigidas a corregir un desequilibrio metabólico y mejorar nuestro estado de salud se denominan dietas terapéuticas. Estas dietas pueden ser ricas en un mineral en particular que se encuentra en un nivel crítico, pueden estar dirigidas a desintoxicar el organismo, a alcalinizar los tejidos, a equilibrar los niveles de glucosa en la sangre, a mejorar la circulación sanguínea, a tratar una infección con cándida o a mejorar los niveles de energía en general. Una dieta terapéutica elimina los elementos de la dieta que dificultan el proceso de curación y que varían en cada caso. En general será una dieta pobre en sal, azúcar y grasas saturadas y libre de alimentos procesados.
Pero tan importante como lo que eliminamos de la dieta es lo que introducimos en ella. Para que una dieta tenga un efecto terapéutico debe incluir principalmente mucha verdura, cereales integrales, legumbres y semillas. Debe a su vez tener un nivel mínimo de toxinas por lo que se recomienda el uso de alimentos ecológicos y agua mineral o desclorada.
Métodos de Diagnóstico Nutricional
En general, el método más eficiente para deducir el estado nutricional de un individuo es a través de una serie de cuestionarios que nos facilitan información sobre la historia clínica, la historia familiar y el conjunto de síntomas, dolencias y molestias.
También puede realizarse un diagnóstico por el iris que nos indica si hay un desequilibrio entre macrominerales y qué órganos necesitan un mayor aporte de nutrientes.
Los niveles de nutrientes en sangre son buenos indicadores, pero tienden a mantenerse próximos a unos ciertos valores fijos sin reflejar el estado nutricional de los tejidos. La sangre está sujeta a lo que se conoce como control homeostático: mantiene la concentración de nutrientes mas o menos constante independientemente de cómo esté la concentración en los tejidos. El único nutriente del que la sangre es un buen indicador es el hierro ya que este trabaja directamente en las células sanguíneas.
El análisis de pelo es útil a la hora de determinar si existe una contaminación con metales pesados o si tenemos algún nutriente en exceso. Pero no refleja fielmente el estado nutricional de los tejidos.